¿Por qué algunas personas piensan que ir a terapia los hace superiores?

superioridad moral de ir a terapia - paula



Gracias a la popularización de la psicología y sus términos en redes sociales, se ha instalado una creencia tan dañina como la misma estigmatización del rol de los psicólogos. Se trata de la idea de que quienes se “terapean” son mejores personas. “Al menos yo sí trabajo en mí mismo”, se leía en un comentario publicado en redes sociales, como si el hecho de tener la voluntad de hacerlo te convirtiera en un ser más evolucionado y superior moralmente. Pero no se trata de querer o no trabajar en uno mismo. Va mucho más allá.

En Chile, se sabe que el 17.5% de las personas sospecha tener algún problema de salud mental. De entre ellos, sólo el 12.8% dijo tener acceso a atención en salud mental, según gráfica la última versión del Termómetro de Salud Mental en Chile. Si bien en el estudio no se especifica, sabemos que tomar terapia desde el sistema privado muchas veces es caro e inalcanzable, mientras que, desde el público, poco accesible. Y es que “terapiarse” es un gran privilegio al que solo algunos pueden acceder.

“Terapearse” es muy bueno, pero no lo es para todos

Si bien la terapia nos dota de nuevas habilidades emocionales que nos permiten autoconocernos y aceptar las cosas que nos apesadumbran para vivirlas de manera distinta y a veces sin tanto dolor, no nos transforma en mejores personas. “Cuando una persona tiene la posibilidad de ir a terapia se encontrará con algo que resulta ser muy valioso para la vida. En muchos casos, nos cambia la vida hacerlo. No solo nos ayuda a aliviar nuestro dolor, sino que también a aceptar de dónde viene, comprenderlo y ser capaces de analizar en el presente las cosas. Eso de algún modo significa comprender nuestra realidad, asumirla y ser capaces de aceptar nuestra historia de vida que en algunas circunstancias puede ser muy dolorosa”, explica Felipe Matamala, psicoanalista Sociedad Chilena de Psicoanálisis (ICHPA) y de la Northwestern Psychoanalytic Society and Institute (NPSI) de Seattle Washington.

Si bien la terapia nos dota de nuevas habilidades emocionales que nos permiten autoconocernos y aceptar las cosas que nos apesadumbran para vivirlas de manera distinta y a veces sin tanto dolor, no nos transforma en mejores personas.

Precisamente, cuando las circunstancias son dolorosas, volver a atravesar por los duelos, la tristeza, la angustia o ansiedad que alguna situación traumática nos dejó puede llegar a ser aterrador. Carolina Ulloa, psicóloga clínica especialista en terapia familiar y de parejas (@terapiafamiliaryparejas) explica que unas de las principales razones por las que a las personas les da miedo involucrarse en este proceso son “la exposición a tener que enfrentarse a lo que pueda suceder o por varios mitos que aun persisten, como creer que ir a terapia es para los locos, no “creer” en los psicólogos, tal como si fuera una religión o la creencia de que no puedes pagarle a alguien para que resuelva tus problemas”.

¿Cómo nos impacta el acercarnos a la psicología desde las redes sociales?

Sin embargo, en el último par de años hemos visto cómo artistas, activistas, celebridades e incluso el mismo presidente del país han hablado abiertamente sobre la importancia que tiene la psicoterapia. Y es que, aunque suene dicotómico, las redes sociales han tenido un papel muy importante desestigmatizando la salud mental. De pronto nos parece menos intimidante y más accesible. Si a ellos les ayudó ¿por qué a mi no?

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“Decidirse a hacerlo es difícil, a veces tomar una hora puede tardar tiempo. Sin embargo, creo que las palabras de internet, a propósito de la “psicología pop” hay que tomarlas sin un ideal, son parte de opiniones que deben ser profundizadas en otros lugares como en la terapia, por ejemplo. Asimismo, son estas frases de Instagram las que le terminan haciendo sentido a alguien y creo que es un primer paso para algo más, incluso para tomar una terapia”, dice Matamala.

La masiva aparición de la “psicología pop”

El problema, dice Albana Paganini, directora Clínica Psicológica UDP, comienza con el uso y abuso de términos que son complejos usados banalmente o como forma de agresión al otro.

“Las redes sociales se encargan de fabricar diagnósticos y opiniones sobre lo que debe o no ser y eso no tiene realmente ningún asidero serio o profesional. Hay que pensar que en la actualidad existen imperativos categóricos que intervienen en todas las facetas de las personas, como el amor, el trabajo y la sexualidad, ligados a exigencias o mandatos de felicidad que, a la larga, agobian aún más. En ese contexto, es posible que surjan psicoterapias que terminan redoblando aún más las formas narcisistas que no consideran al semejante, prometiendo la felicidad como una quimera”, asegura Paganini.

Con la popularización de la jerga técnica de la psicología, existe cierta tendencia a utilizar diagnósticos psicológicos como insultos, explica la psicóloga clínica, Carolina Ulloa. “Ahora todos los ex son narcisistas. Narcisista, neurótico o autista se adjetivos que se utilizan para degradar a alguien que ha actuado mal o no ha podido trabajarse o “terapearse” psicológicamente. Esto le hace daño a la psicología y a las personas que pueden llegar a creer como una verdad esta desinformación. Justamente por falta de información fidedigna, creyendo que tienen un problema o que están con una persona que tiene una patología mental”, asegura.

Asimismo, agrega la especialista, las personas suelen sentirse más evolucionadas al tener estas nuevas herramientas de autoconocimiento y al manejar la jerga técnica, que luego pueden utilizar en contextos coloquiales, dando la impresión de que se es más culto. “El ego espiritual, le dicen”, dice.

No se es peor persona por no ir a terapia

Entre quienes probablemente hayan asistido a al menos alguna sesión de terapia existe una fantasía colectiva: ¿cómo sería el mundo si todos (pero especialmente los hombres hétero cis) fueran a terapia para trabajar en sus problemas? En nuestro imaginario, quizás un mundo tranquilo, amoroso o libre de masculinidad tóxica que tanto daño nos hace. Pero, en realidad, la terapia no es para todos, explica Matamala.

“Aunque en algunos momentos nos podemos sentir superiores por ir a terapia, ser capaces de mirar de manera distinta a los otros y marcar distancias. La terapia no es para todas las personas. Y creo que, de algún modo, debemos aceptar que gran parte de nuestros familiares, amigas, amigos, mamá y papá no irá a terapia y eso no los hará peores. En realidad, nos puede doler a nosotros y a nosotras el no poder cambiarlos, pero aceptarlos como son es parte de la terapia. Y es que asumir que no somos omnipotentes, es parte de las cosas en la vida”, concluye el psicoanalista.

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