Cuando chica yo encontraba que Los Supersónicos eran mucho mejores que Los Picapiedras. Era imposible no compararlos y la familia del futuro me fascinaba con artefactos impensadosa comienzos de los ’90.

La familia Sónico vivía en el año 2062 y estaba compuesta por Súper, Ultra, Lucero y Cometín. Tenían un auto que volaba, unas tenidas modernísimas e iban de vacaciones a “Las Venus”. Estamos hablando de fantasía pura, ideas casi absurdas si uno piensa que fueron creados en 1962, en la misma época en la que la televisión llegó a Chile.

Súper Sónico tenía teletrabajo constante con el Señor Júpiter, con reuniones desde la casa o donde fuese. Robotina fácilmente podría reemplazarse ahora por las aspiradoras robot y los robots de cocina. Incluso en un capítulo, Súper decide clonarse para no ir a trabajar y descansar. También, Cometín va a un paseo de curso a la Luna, sin que sus creadores, los dibujantes Hanna y Barbera, llegasen a sospechar que antes del 2020 iban a existir vuelos comerciales al espacio, algo que era ciencia ficción absoluta hace casi 60 años. En esa época nos emocionaba, pero actualmente nos puede llegar a abrumar: 2062 llegó mucho antes de lo que pensábamos y es más parecido a Black Mirror que a Los Supersónicos.

En un tiempo en el que la hiperconexión no tiene límites y en el que estamos frente a una pantalla la mayoría del tiempo en que estamos despiertos, ya son pocas las cosas que nos asombran.

Quizás lo único que realmente me parece increíble de Los Supersónicos es que la jornada laboral era de tres horas diarias; porque claramente el sueño de la optimización del tiempo con el teletrabajo no se hizo realidad: según una encuesta a cargo de trabajando.com publicada en mayo, el 70% de las y los chilenos sienten mayor estrés con esta nueva modalidad y un 79% afirma que con este formato tienen una mayor carga de trabajo.

En mi caso personal, todo se dio vuelta. Ya no me impactan tanto los inventos que rozan lo imposible, me llega a angustiar la posibilidad de continuar con este bombardeo constante de información y más aún la alternativa de que aumente. Ya no aguanto esa casi obligación de estar disponible todo el tiempo; lo que hoy me atrae y me conmueve es la naturaleza, son las flores, son los paisajes y el mar. Sueño con dejar la ciudad, fantaseo con la idea de vivir cerca de la playa.

Para mí lo emocionante volvió a los orígenes, lo emocionante en la cuarentena es pensar en la posibilidad de volver a ver a las y los amigos, a mi familia, a mis sobrinas; lo emocionante es la ilusión de conocer nuevos lugares cuando todo esto pase; lo emocionante en un mundo de materialismo es cuando pienso en que quizás después de la crisis exista la pequeña posibilidad de que queramos parecernos un poco más a Los Picapiedras.