¿Por qué nos cuesta hacer nuevos amigos cuando somos adultos?

Hacer amigos en la adultez



A mediados de mayo, en el medio británico The Telegraph, la editora y escritora Annabel Fenwick Elliott publicó un artículo titulado: “Hacer amigos en la vida adulta casi como tener una mala cita”. Un relato que, a modo de declaración de principios, describe cómo su personalidad introvertida, una que cultivó desde niña, ha sido su gran piedra de tope para establecer relaciones de amistad duraderas. “Me he forjado una existencia solitaria (…), pero algunas veces al año, generalmente en Navidad o cumpleaños, lamento tener tan pocas personas en mi vida para reunirme alrededor de una mesa”.

Así, a sus 35 años Annabel empezó a cuestionar, con más fuerza, ese modo de habitar el mundo, desde la soledad. En eso no solo influyó su reciente compromiso de pareja, sino también su primer embarazo porque -cuenta- quería conectar con otras mujeres que estuvieran en su misma sintonía. Así, rompiendo con sus miedos y prejuicios, decidió entrar a Peanut, una aplicación que busca conectar a mujeres en sus diversas etapas de vida, desde fertilidad y embarazo, hasta maternidad y menopausia. “Anhelaba tener a alguien con quien hablar sobre todas las complejidades silenciosas involucradas en la formulación de una nueva persona dentro del cuerpo de uno”, afirma. Sin embargo, el intento fue un fracaso que no duró más que un par de swipes. “No ayuda que hacer nuevos amigos en esta etapa sea tan incómodo como tener una cita. La mayoría de los mayores de 30 años ya han establecido sus grupos y no tienen interés en sumarse a otros nuevos”, dice.

Hacer nuevos amigos, conexiones profundas y duraderas, vínculos incondicionales; quizás nunca ha sido más complejo que hoy para las personas adultas, sobre todo en un mundo orientado a la producción, que deja poco tiempo para la distracción y bienestar. De manera constante, hay que responder a múltiples demandas que van desde exigencias laborales, hasta la realización de tareas de cuidado y labores domésticas. En ese ordenamiento, ¿en qué minuto se abre una ventana para armar nuevos vínculos?

La psicóloga de la plataforma PsyAlive Beatriz Turbay sostiene que este estancamiento en el entramado de los vínculos de amistad tiene que ver con la rutina y prioridades que se dan en la adultez. “Al estar en el colegio o universidad, uno comparte clases o tiene los mismos horarios, entonces las amistades se van dando de manera más natural, porque se viven experiencias comunes. Al pasar a la etapa adulta, eso se va perdiendo. Se terminan ciclos, se empieza a estar en pareja, a armar familia, y aunque las amistades siguen, ya no son un núcleo central. En eso, se pueden perder conexiones”.

Según The Friendship Report, un estudio internacional encargado en 2019 por la aplicación Snapchat, la edad promedio en la que conocemos a nuestros mejores amigos es a los 21 años. Una etapa donde nos unen experiencias comunes que moldean gran parte de nuestra historia, como el primer amor o desamor, el paso a la adultez o las ambiciones profesionales; y donde, sobre todo, tenemos tiempo. Jeffrey A. Hall, académico de la Universidad de Kansas, calcula que normalmente se necesitan más de 200 horas, durante seis semanas, para que una persona que no conocemos se convierta en un amigo cercano. Prácticamente una eternidad. “Cuando los vínculos no han evolucionado a una amistad profunda, pueden ir quedando de lado por tiempo o interés, aunque haya mucha buena onda. Al final, cuando pasan los años, uno se va rodeando de personas que aguantan los cambios, que tienen una idea de vida similar a la nuestra o que permiten vernos en la vulnerabilidad. Se va filtrando el círculo”, manifiesta la psicóloga Claudia Muñoz.

Para hacer de estas conexiones un asunto un poco más accesible, sobre todo en tiempos de pandemia -donde las personas necesitaron de comunidades virtuales para tener algo más de compañía-, se han creado diversas aplicaciones para contactar y conocer otras personas en el plano de la amistad. Una de las más populares es Bumble que tiene 42 millones de usuarios a nivel mundial. Se estima que, a principios de 2021 -ya en el período de vuelta a la presencialidad-, el tiempo promedio dedicado a Bumble BFF -la función que permite conocer a nuevos amigos- creció un 44 % para las mujeres y un 83 % para los hombres.

La escritora Katharine Smyth fue una de las personas que se aventuró a entrar en este mundo de citas de amigos. En una columna escrita en The Atlantic, cuenta cómo a sus 40 años tuvo que intentar armar nuevas conexiones, de manera online, luego de cambiarse de ciudad de Nueva York a Bozeman, en el estado de Montana. “Mirando por la ventanilla del avión al gran cielo azul, pensé en cómo hacer amigos en la mediana edad, si bien es un desafío, también podría ser un regalo, una oportunidad para ampliar el mundo. A veces se siente a los 40 como si nuestras vidas hubieran asumido su forma final, arraigados como lo estamos tan a menudo en nuestras carreras, ciudades y relaciones. Pero conocer gente nueva es reconocer el crecimiento que a todos nos queda por hacer”, indica.

Pero, ¿qué pasa cuando las personas realmente no pueden dar ese paso o no les acomoda conocer personas mediante aplicaciones? En una sociedad que vive y se comunica mediante imágenes de redes sociales, quienes no logran conectar con personas nuevas y tienen deseos de hacerlo, pueden llegar a sentir una gran frustración. “Hay un imaginario social que da a entender que ‘todos tienen amigos menos yo’. Eso genera ansiedad porque las personas pueden sentir que están quedando fuera de algo cuando, en realidad, a muchos y muchas más les pasa lo mismo. Es decir, por años se las han bancado solos y están en la misma parada de querer entablar nuevas relaciones de amistad”, sostiene Claudia Muñoz. Algo similar expresa Beatriz Turbay: “Si bien es más fácil que esa necesidad de pertenencia a un grupo se de en la adolescencia, en la adultez también las personas quieren hablar y sentirse cómodos con otros. Las personas quieren entrar en esos círculos. Si les cuesta llegar a ellos, obviamente se genera ansiedad”.

Sin embargo, no todo está perdido. El sitio The Huffington Post entrega algunos consejos para armar nuevas conexiones en la etapa de la adultez:

1. Buscar nuevos hobbies o actividades en grupo: Entrar a un club de lectura, grupo deportivo o inscribirse en algún curso puede ayudar a encontrar personas con los mismos intereses.

2. Estar abiertos a los demás: No tener prejuicios es clave a la hora de armar nuevas conexiones. La idea es que, al momento de conversar con alguien, haya disposición para conocer y escuchar.

3. No tener miedo a dar el primer paso: Si quieres salir con alguien, invítalo/a. No hay nada peor que quedarse esperando algo que, al final, puede que no llegue.

4. Prioriza encuentros presenciales: Pasamos muchos meses aislados en cuarentena. Aprovecha que estamos en un buen momento sanitario y sal de tu casa para tener conexiones cara a cara.

5. Esfuérzate por mantener el contacto: Todos estamos cansados. De eso, no hay duda. Pero las relaciones se construyen con tiempo y dedicación. Llama a ese amigo que no ves hace tiempo o agenda un espacio con una nueva persona para abrirte a conocerla.

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