Por qué es importante tener un propósito
¿Por qué hacemos las cosas? Aunque se podría pensar que cada una tiene más o menos claro el motivo de su actuar, muchas veces la máquina o la rutina hacen que nos movamos de forma monótona, actuemos por inercia y, simplemente, hagamos. Así, sin siquiera cuestionarnos el por qué lo hacemos. Pero interiorizar los propósitos -ya sea el de la vida o el de las distintas acciones que se toman-, puede ser fundamental para que hagamos los cambios que necesitamos hacer y actuemos de tal forma que, aunque suene cliché, logremos nuestros objetivos y trabajemos hacia nuestra propia felicidad y plenitud.
Por ejemplo, ¿por qué nos despertamos todas las mañanas? ¿Sólo porque tenemos obligaciones que nos fuerzan a hacerlo? ¿O es que acaso hay algo más que tenemos que lograr en este nuevo día, en términos de experiencias, metas personales, o en relación a cómo queremos vivir nuestra vida?
El propósito es algo que se va definiendo en base a los valores y creencias de cada persona, y que ayuda a que le encontremos sentido a nuestras acciones. Así como cuando fracasamos o nos encontramos con problemas, tener un propósito hace que igual se mantenga una forma de vivir la vida y de hacer las cosas, aunque los caminos varíen. El psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi explica en su libro Flow: The psychology of optimal experience, que tener un propósito es tener una intención fija en la mente que nos lleva hacia aquello que es significativo para nosotros, algo que va más allá de nosotros mismos. Propósitos hay muchos, y algunos de los más comunes son: vivir acorde a los valores, ser más motivada y eficiente en lo que se hace y encontrar la felicidad en el largo plazo, sin importar a lo que una se dedique.
“Vivir con un propósito significa combinar aquello que te hace feliz, lo que naturalmente te sale bien y las cosas con las que te pierdes por horas, para conseguir aquello que es más importante que tu placer personal”, escribe la psiquiatra Stephanie Newmann en el sitio especializado Psychology Today.
Tener nuestros valores claros y un propósito puede servir para terminar con muchas situaciones tóxicas o que nos estacan, y que previenen que alcancemos nuestras metas o vivamos como nos gustaría vivir. Puede ser dejar una relación, renunciar al trabajo, cambiar las amistades o buscar nuevos oficios. Y es que el tener un propósito nos ayuda a darnos cuenta de cuándo estamos en el camino equivocado o que no estamos siendo honestos con nosotros mismos.
Casi todas las acciones que realizamos durante el día pueden estar ligadas a un propósito. Cuando comemos ¿nos estamos preocupando de consumir los nutrientes necesarios para tener una vida saludable y feliz? Cuando jugamos con nuestros hijos ¿lo hacemos como una tarea más, revisando el celular, o nos hacemos parte del juego porque queremos reforzar el vínculo que tenemos con ellos? ¿Estamos en nuestros trabajos porque estamos ahorrando para comprar algo, porque nos permite tener un estilo de vida como el que nos gusta, porque nos llena como personas y profesionales o, simplemente, porque nos da pereza buscar –y tener las credenciales para conseguir- algo que se acomode más a nuestras necesidades?
Dicho esto, es perfectamente normal que, como seres fluidos que somos, vayamos cambiando nuestros propósitos, e incluso modificando valores, a lo largo de nuestras vidas. Y de hecho esa misma fluidez nos permite avanzar, cambiar, dejar cosas que no nos acomodan. Pero es importante tener una razón de ser como somos y hacer las cosas que hacemos, para así también poder darles una intención hacia lo que queremos para nosotras mismas.
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