La Organización de Alimentos y Agricultura de las Naciones Unidas, define a la agricultura orgánica como un sistema holístico de gestión de la producción que promueve y mejora la salud de los agroecosistemas, incluida la diversidad biológica, los ciclos biológicos y la actividad biológica del suelo. Esto se logra utilizando, cuando sea posible, métodos agronómicos, biológicos y mecánicos, en lugar de materiales sintéticos, para cumplir cualquier función específica dentro del sistema.
Según la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica, ésta incluye todos los sistemas agrícolas que promueven la producción ambiental, social y económicamente racional de alimentos y fibras. Estos sistemas toman la fertilidad del suelo local como clave para una producción exitosa, respetando la capacidad natural de las plantas, los animales y el paisaje. Tiene como objetivo optimizar la calidad de la agricultura y el medio ambiente. Asimismo, reduce los insumos externos al abstenerse de usar fertilizantes quimiosintéticos, pesticidas y productos farmacéuticos.
No existe evidencia científica que afirme que este tipo de alimentos sean más nutritivos que los convencionales. Sin embargo, según describe María Paz Calvo, Master in Nutrition Therapy y Directora del Centro Chileno de Nutrición Holística (@ccnholistica) el consumo de alimentos que contienen pesticidas podría provocar la acumulación de estos en nuestro cuerpo. “Hoy sabemos que los pesticidas permanecen en el cuerpo y se acumulan de manera peligrosa, pues el cuerpo no sabe qué hacer con ellos”, explica. Y agrega que entre los beneficios de consumir alimentos orgánicos, se encuentra la disminución de metabolitos pesticidas en la orina, hasta un 60% menos en una semana. “Además, los alimentos orgánicos contienen concentraciones más altas de antioxidantes –que tienen muchos beneficios para el organismo– y niveles más bajos de cadmio, aluminio e incluso arsénico, presentes en los suelos, pero que en exceso podrían traer problemas a la salud”, comenta.
En relación al cuidado del planeta, el consumo de alimentos orgánicos sería más ventajoso para el medio ambiente, debido a que las granjas orgánicas no contaminan el suelo ni las aguas cercanas con productos químicos, nocivos y tóxicos: “Y ni hablar de la diferencia de sabor que ellos tienen en comparación con los convencionales o genéticamente modificados, factor que hace que la gente se sienta cada día más atraída a su consumo”, agrega la experta.
Para que un producto pueda obtener la certificación de orgánico, un certificador aprobado por el gobierno inspecciona la granja, la tierra y aprueba el producto alimenticio. Revisa, entre otras cosas, que sólo se utilicen fertilizantes naturales como estiércol y compost, que se haga rotación de cultivos, control natural de plagas y que se usen semillas que no han sido genéticamente modificadas.
Sin embargo, aunque todo esto suene ideal, el gran problema, a la hora de consumir estos productos orgánicos, es que tienden a ser más caros que los alimentos convencionales. En caso que no se pueda optar por ellos, María Paz recomienda lavar muy bien frutas y verduras o sacarles la cáscara, lugar donde se concentra la mayor parte de residuos tóxicos, lo cual –según declara- es lamentable ya que en algunas ocasiones es ahí donde se concentra también un porcentaje importante de los nutrientes. Además, asegura que es preferible remojarlas durante unos minutos en agua y vinagre de sidra de manzana. “Si no está la opción de comprar alimentos orgánicos, mi recomendación es informarse cada año de la lista Dirty dozen and clean fifteen, donde se analizan todas las frutas y verduras y se clasifican según cuales son las más rociadas con pesticidas. Con respecto a las carnes, elegir siempre cortes nacionales, que si bien pueden tener trato de antibióticos y otros fármacos, al menos en su gran mayoría son de libre pastoreo. No así el pollo, cerdo y pavo, donde recomiendo siempre elegir orgánico y de libre pastoreo”, comenta.