Los números lo respaldan: a medida en que los padres son más participativos y corresponsables, mayor es el impacto en las actitudes de igualdad de género de sus hijos hombres y mayor será la participación de estos en la vida adulta en tareas del hogar. Fueron los resultados de la encuesta IMAGES, realizada hace más de una década en Brasil, Chile y México, los cuales revelaron que los hombres cuyos papás hacían tareas del hogar se involucran con más frecuencia en el trabajo del hogar en su vida adulta, y que los padres que ejercen una participación activa en la crianza de sus hijas contribuyen a que ellas tengan sentido de autonomía y empoderamiento y expectativas más altas sobre su futuro. Aún así, aunque existe consenso de que la crianza paterna representa una oportunidad fundamental para lograr la igualdad de género, las mujeres en América Latina siguen dedicando hasta 6 veces más de tiempo que los hombres a tareas de cuidado y crianza. ¿Por qué nos cuesta tanto llevarlo a la práctica? Según el estudio Paternidad Activa: la participación de los hombres en la crianza y los cuidados, realizado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas y ONU Mujeres, es porque seguimos estancados en un modelo de familia biparental tradicional, que define a los hombres como proveedores y sostén económico de la familia y a las mujeres como “dueñas de casa y cuidadoras”; es decir, sigue dominando en la región un modelo hegemónico de padre ausente, emocionalmente distante, autoritario con sus hijos/as y familia, y con la creencia de que por ser proveedor está liberado de cuidar. Un modelo de paternidad con prácticas que aseguran una posición dominante de los hombres sobre las mujeres, y que de no generar cambios, seguirá perpetuando desigualdades en las nuevas generaciones.
¿Cómo puede un padre hoy empezar a cambiar esta realidad?
El matrón Gonzalo Leiva, uno de los activistas más reconocidos en Chile sobre el rol activo de la paternidad, aunque concuerda de que a nivel nacional también domina la figura del padre ausente, física, económica y/o emocionalmente, rescata otros dos tipos de paternidades que están haciendo la diferencia; los padres presentes activamente, y los emergentes, que en resumidas cuentas son los que hoy entienden el discurso pero siguen entrampados en el modelo anterior. “En esa transición estamos y allí se está generando una tensión, en ese espacio íntimo en el que como hombre te das cuenta de que finalmente se espera de ti un rol para el cual no tienes ningún ejemplo, porque cuando vas a buscarlo en tu historia de vida llegas a un papá que probablemente estuvo súper ausente, fuera de la casa, con jornada laborales largas…y tú no quieres ser ese papá; esos son los padres emergentes, los que no quieren ser padres ausentes y se tensionan consigo mismos porque se enfrentan a sus fantasmas de infancia. Ese transitar de padre ausente a padre presente nos está llevando a mirarnos a nosotros mismos. Hay que entregarse a la experiencia de la paternidad y eso nos cuesta porque no manejamos bien nuestras emociones, no nos comunicamos, no sabemos pedir ayuda y reconocer que no sabemos, no tenemos referencia.”
El psicólogo experto en masculinidades Pedro Uribe, creador de Fundación Viril, también cree en esta transición del rol tradicional de padre, que está siendo transformado por las nuevas generaciones. “Hay ciertas leyes y politicas que se estan realizando desde el Estado, apoyo a los cuidados, la lista de deudores de pension de alimentos. Eso va cambiando la cultura y va incidiendo en la idea de la ciudadania del rol que deben tener los padres. Se habla hoy de corresponsabilidad, de qué implica ser padres,van saliendo las historias de lo que vivimos nosotros con nuestros propios padres y hemos tomado conciencia de que hay una deuda con las mujeres que han cuidado a los niños y niñas históricamente. Hace algunos años ser padre era prácticamente solo ser proovedor y hoy hay un consenso bastante general de que dar plata es solo un aspecto, no lo es todo.” Para Leiva, transicionar hacia esa paternidad activa es una herramienta fundamental para erradicar el machismo y la desigualdad de género. “Los hombres somos parte del problema y podemos ser parte de la solución. Ser padres nos otorga la oportunidad de entregarle un mensaje a nuestros hijos e hijas: de que los hombres también cuidamos.”
Los beneficios de una paternidad activa y presente
Aunque suene de perogrullo: tener un papá o cuidador que participa más en el hogar reporta beneficios para los niños y niñas en varias áreas de su desarrollo; desde el nivel cognitivo, rendimiento académico, la salud mental, en mayor empatía y habilidades sociales, así como menores tasas de delincuencia en la adolescencia entre hijos hombres. Estos impactos se han encontrado estadísticamente tanto con padres que viven bajo el mismo techo de sus hijos e hijas como con aquellos que no, y/o en diferentes modelos de familia. Por otra parte, la participación activa del padre, corresponsable y con dedicación en las tareas de cuidado y crianza, reduce la carga de cuidado en las mujeres, disminuye el estrés de la madre, incrementa su bienestar y la calidad de sus interacciones; además de aumentar sus posibilidades de empoderamiento y de trabajar remuneradamente. Según el informe de Paternidad Activa también, este tipo de paternidad es una puerta de entrada para prevenir el maltrato infantil y la violencia contra las mujeres; se ha mostrado que padres más involucrados en su paternidad es menos probable que ejercerán maltrato infantil.
“La paternidad activa no solo beneficia al hijo y a la hija” agrega Leiva, “sino que influye en la salud de los propios padres; tienen menos consultas a médico, mejor salud mental y menos consumo de alcohol y drogas”.
¿Por dónde empezar a generar un cambio?
“Primero podemos hacer un cambio haciéndonos preguntas que no nos hemos hecho: ¿qué implica ser padre, qué espera la sociedad de mí, mi pareja, yo mismo sobre mi rol de padre? Lo segundo es comunicarnos con nuestros padres, madres, parejas, con mis pares hombres…Y dedicar tiempo”, dice Leiva, sin irse por las ramas ni hacerle el quite a lo esencial. “Estar tiempo al cuidado de nuestras crías. No solo para jugar, sino para labores de cuidado como bañar, cortar las uñas, hacer las tareas, llevar al doctor. Hoy en Chile los papás de niños, niñas y adolescentes dedicamos tres veces menos cuidado que las madres, y 6 de cada 10 declaran que lo hacen por motivos de trabajo; las mujeres podrían argumentar lo mismo, pero no lo hacen. No hay excusas. No solo es importante dedicar tiempo, sino también compartir la carga mental con las mujeres, ahí hay una brecha de la cual tenemos que hacernos cargo”.
El mismo estudio Paternidad Activa trae una guía de recomendaciones muy concretas para los padres; actos tan simples como mirar a los ojos, escuchar a los niños y niñas, entre muchas otras recomendaciones diarias prácticas, pequeñas, pero que pueden hacer la diferencia. “Si trabajas a jornada completa procura que el tiempo de cuidado que pasas con tu hija/o sea de calidad, con contacto físico y con la mirada, evita distracciones como la TV o el teléfono, comparte momentos exclusivos, mantén un buen trato, pon atención a sus necesidades, muestra interés por sus gustos y preferencias”, dicen. Sin dejar de lado que es fundamental involucrarse en todo aspecto del cuidado diario y crianza de los hijos/as como la muda, el baño, cambiarle su ropa, prepararle sus alimentos, darle de comer, hablarle, hacerlo dormir, pasearlo, jugar, estudiar juntos, etc… estar atento a la salud del hijo/a cotidianamente y ser parte del seguimiento a controles de salud, vacunaciones y atención de enfermedades, asistir a las reuniones de padres y madres y entrevistas con las educadores/as o profesores/as o eventos y fiestas de la comunidad, además, compartir las labores domésticas, e incorporar a los hijo/as en tareas simples, a modo de juego y aprendizaje para las futuras generaciones, agrega el estudio.
Por último, Leiva identifica dos deudas fundamentales del Estado, el empresariado y las instituciones y que sin ellas los esfuerzos individuales se hacen cuesta arriba: “El posnatal masculino se necesita en Chile, y que en ningun caso compita con el de la mamá, es una de las pocas cosas que está solo en manos del Estado y ayuda muchísimo porque entrega un mensaje importante. Cuando tienes un papá con un posnatal irrenunciable del primer mes pasan muchas cosas, se dan cuenta de lo que hay que hacer. Y por último, las instituciones y empresas también tienen que facilitar que el padre se involucre, para que los hombres puedan estar también a disposicion de cuidado. No es automático, son procesos largos, pero creo que estamos presenciando un cambio cultural”.