Alertadas por los efectos adversos de las pastillas anticonceptivas, muchas mujeres están dejando de tomarlas y en su lugar optan por métodos anticonceptivos no hormonales para controlar su fertilidad. ¿La fuente de este conocimiento? Muchas veces, las redes sociales. Logran ser ese espacio cercano en donde, si bien abunda la desinformación de la mano de falsos especialistas o cifras sin fundamento científico, también propicia conversaciones importantes como el impacto que las hormonas que estamos tomando tienen en nuestro cuerpo o sobre los síntomas de endometriosis que nuestro ginecólogo ignoró.
Hace más de 60 años que con la llegada de los anticonceptivos hormonales las mujeres tienen la oportunidad de ser soberanas de su sexualidad y su cuerpo. Su llegada significó un gran avance en los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y eso, es innegable. Sin embargo, la relación que tenemos con estos se ha ido debilitando gracias al hartazgo de muchas mujeres que ven que tienen que sacrificar su salud para prevenir un embarazo.
Si bien los anticonceptivos hormonales efectivamente son una buena opción para aliviar parte del dolor de una menstruación y quitar el acné provocado por desequilibrios hormonales, los potenciales efectos adversos de consumirlos preocupan a las usuarias. Incluyen dolores de cabeza, náuseas, cambios de humor, reducción del deseo sexual, aumento de peso, problemas de fertilidad, trombosis, ansiedad y depresión y a ellos, siempre se les ha bajado el perfil.
La invalidación de las pacientes existe
Las hormonas anticonceptivas han sido ampliamente estudiadas y modificadas para hacerlas hoy seguras para la salud de la mujer. Sin embargo, pese a esta seguridad en su uso, no están completamente exentas de efectos adversos. Decir que son inexistentes, es invalidar la experiencia de miles de mujeres, concuerdan las especialistas.
A nivel mundial, sabemos que alrededor de un tercio de las mujeres suspenden la anticoncepción hormonal durante el primer año de uso debido a efectos secundarios o problemas de salud relacionados con esta. Sin embargo, cuando esas mujeres acuden a un profesional alertando sobre estos síntomas, muchas veces no son escuchadas.
Según la Dra. Cristina Rivera, ginecóloga especialista en endocrinología (@dra.cristi.rivera), es común que se dé un diagnóstico banal sin exámenes o un buen análisis de los síntomas que lo respalde, porque no se le toma importancia a lo que la mujer realmente va a consultar y siente. “Los efectos adversos de los anticonceptivos, aunque son reales y hay mucha evidencia científica que lo respalda, son escasos y en la gran mayoría no son graves. Cuando lo son, tiene que ver con factores de riesgo como la salud cardiovascular. Sin embargo, el minimizar los efectos adversos de los métodos anticonceptivos hormonales es quitarle la poca autonomía que tienen a las pacientes. Como tenemos esta medicina patriarcal sin enfoque de género y como efectivamente los efectos adversos son muy bajos, cuando una mujer llega alertando que los tiene, se la minimiza porque está “loca” o porque está exagerando”, dice.
El silenciamiento de los síntomas de las pacientes se da transversalmente e incluso cuando acuden a un médico por dolores menstruales inhabilitantes, periodos irregulares o acné hormonal, se les prescriben pastillas anticonceptivas que mejoran los síntomas, pero no el trasfondo de estos. Algo que priva a las mujeres de una respuesta oportuna y una salud de calidad, explica la matrona Paula Mella (@matronapaulamella), educadora en fertilidad natural y autora de El lado invisible de ser mujer, que revela diferentes situaciones a las que se enfrentan las mujeres en su día a día en el ámbito de la salud sexual y reproductiva.
“Una de las principales razones para comprender esto, radica en que, desde el modelo de salud biomédico, la mayoría de los profesionales busca soluciones rápidas frente a las dolencias, aunque eso implique no conocer en profundidad el origen de estas. En este sentido, la pastilla anticonceptiva es una opción farmacológica, que, dentro de sus efectos no anticonceptivos, controlan frecuencia y cuantía de sangrado, y mejoran el dolor, esto principalmente a través de la inhibición de la ovulación, disminución de niveles de prostaglandinas y cambios sobre el endometrio. Sin embargo, a pesar de que esta alternativa, pueda mejorar de manera rápida los síntomas y por ende calidad de vida de muchas mujeres que la utilizan, en realidad no es una solución real a las posibles patologías o condiciones de base que puedan estar manifestándose”, asegura.
El anticonceptivo como solución “parche”
Tener un ciclo menstrual irregular y doloroso muchas veces significa que hay una causa detrás, explica la ginecóloga. “Cuando te dan el anticonceptivo, por supuesto que va a mejorar el síntoma. Volverás a ser regular, pero no sabrás el origen. Así, el día que muchas mujeres que dejan de tomar pastillas anticonceptivas porque simplemente quieren dejarlo, ya no están en pareja, quieren conocer su ciclo o están buscando un embarazo, aparecen un montón de síntomas que habían sido escondidos por el anticonceptivo. En vez de volver al anticonceptivo, que hacía que no nos sintiéramos tan mal, tenemos que averiguar cuál es la causa de estos síntomas para tratar el problema de raíz”, asegura Rivera.
Determinar la causa detrás de los síntomas no es rápido. Requiere de controles, exámenes, derivaciones y más exámenes. Y este, explica la matrona Paula Mella, es un compromiso que no tantos profesionales están dispuestos a asumir. “Así es como privamos a las mujeres de diagnósticos certeros y de posibles líneas de tratamientos para evitar que las condiciones o patologías detectadas no progresen o se reviertan si es que es posible”, reconoce.
Bajo este sistema, el de la medicina rápida, son también las adolescentes víctimas de un diagnóstico errado. Según denuncia la destacada investigadora en salud de la mujer, Sarah E. Hill, PhD., a pesar de que las hormonas sexuales son fundamentales para dirigir el desarrollo cerebral pospuberal, casi no se han realizado investigaciones sobre el impacto duradero del uso de anticonceptivos hormonales en el desarrollo cerebral de las adolescentes.
Entonces, dada la ausencia de evidencia que demuestre que los adolescentes que toman anticonceptivos experimentan alteraciones en el desarrollo del cerebro, muchos médicos recetan rutinariamente anticonceptivos hormonales a las adolescentes para problemas tan menores como el acné y los molestos calambres menstruales. Y el problema, dice Hill, es que la ausencia de evidencia de que los anticonceptivos hormonales causen efectos secundarios no deseados no es evidencia de que esos efectos secundarios no existan.
A Florencia Szanto (24) le recetaron pastillas anticonceptivas para ayudarla a regular su periodo irregular cuando tenía 13 años. “Me llegaba la regla por cuatro días cada dos semanas y era muy doloroso. Me descubrieron mini quistes que me generaban dolor y para solucionarlo, me recetaron pastillas, pero tuvieron un efecto horrible en mi salud mental y desde ese momento que sangro demasiado. Empecé a tener muchas crisis, lloraba muchísimo. Fue mi psiquiatra al que se le ocurrió que debía cambiar las pastillas anticonceptivas porque estaban interactuando negativamente con mis pastillas para la depresión, entonces lo pasaba el doble de mal porque además estaba condicionada pensando que, si no tomaba pastillas, no podía tener una vida sexual libre, cuando en realidad la responsabilidad debería ser compartida”, cuenta.