¿Cómo avanzamos las mujeres? Juntas. Porque si históricamente hemos estado en desventaja frente al género masculino, y si recién hace 100 años pudimos acceder al espacio público, hoy damos día a día pasos agigantados, de la mano de otras mujeres. En los últimos años, ha habido un boom de las famosas mentorías de mujeres: aquellos espacios de entrenamiento, de escucha, y de poder aprender cómo lo han hecho otras. Sin duda, ha sido una estrategia colectiva la de avanzar acompañadas.
“La mentoría es ese encuentro con otra que me muestra aquello que aún no había podido visualizar”. Francisca Vargas, psicóloga, mentora y speaker / @franciscavargas_com
“Me gusta creer que estamos entendiendo y alcanzando una nueva conciencia como humanidad; de ir dejando el paradigma de la competencia y la dominación, para avanzar a lo colaborativo y comunitario.
Desde esa perspectiva, hemos sido testigos de muchos cambios de paradigmas y de fenómenos como el boom de la mentoría de mujeres en los últimos años: se han ido abriendo espacios para que juntas hagamos el ejercicio de permitirnos recibir, escuchar, reflexionar juntas. Ahí es donde se habilita un espacio de creación en el que podemos visionar con perspectiva las oportunidades del momento presente. Porque acceder por sí solas a esa perspectiva es muy difícil.
Lo verifico en mi trabajo, con la comunidad de mujeres que lidero a través de diversos programas –desde el Diplomado de Liderazgo Intuitivo, la Escuela Ayurverde o el acompañamiento semanal como Humanas–, pues de alguna manera la voluntad, el propósito, la inspiración, motivación, etc. decaen en el esfuerzo solitario, porque el imperativo de hiperproductividad, la competencia en la que vivimos día a día, arrasa con nuestra intenciones personales. Cuando lo abordamos desde la comunidad, en cambio, nuestras intenciones se refuerzan y se recuerdan las prioridades una y otra vez para no perder el foco.
La mentoría es ese espacio que nos abre la visión, ese encuentro con otra que me muestra aquello que aún no había podido visualizar. Porque cuando nos nutrimos de la experiencia de otras, que han caminado antes que una por esa ruta, sumamos sabiduría y se expanden nuestras posibilidades. Por eso, la mentoría nos ahorra tiempo. Porque es un encuentro en que puedo acceder al banco de sabiduría que la otra persona ha colectado a lo largo de su vida y tener disponible para mi propio proceso.
Para mí ser mentora significa poner mi camino, mis errores, aciertos y reflexiones, al servicio del proceso de aprendizaje del otro, para que pueda contar con más perspectiva y así ampliar sus posibilidades de desarrollo”.
“Creo que el éxito es más fluido cuando tenemos mentoras”. Carolina Molina (@soycaromolina), psicóloga, mentora y coach financiera.
“Hay un dicho que dice que una mujer sola llega más rápido, pero que las mujeres acompañadas llegamos más lejos. Y me hace todo el sentido, porque cuando armamos comunidad, somos imparables.
En estos años he observado que no solo nos gusta estar en comunidad, sino que se nos hace súper necesario. Porque estamos muy solas, con pocos referentes cercanos que nos ayuden a inspirarnos, a concentrarnos en estrategias concretas que hayan funcionado antes. Ese es el valor agregado de una mentora: que una mujer te diga cómo lo hizo, cuál fue su paso a paso, y eso es muy valioso. Derechamente creo que el éxito es más fluido cuando tenemos mentoras.
Una mentora te indica el camino a seguir, el que ella siguió y que le funcionó. Lo ideal es contratar a mentoras que estén donde tú quieres estar en el futuro. Ellas te pueden entregar un mapa de ruta que sola es más difícil encontrar.
Las mujeres estamos volviendo a un estilo más tribal, por así decirlo, a vivir más en comunidad en distintos aspectos de nuestra vida: desde la lactancia, la crianza, hasta crecer financieramente. El valor de estar en comunidad es muy potente porque vas caminando acompañada, en vez de caminar sola. El caminar sola entrega mucha incertidumbre y especialmente te lleva a tener conversaciones contigo misma que no son productivas. ¿Para qué tratar de inventar una rueda que ya está inventada, si hay una mujer que nos puede traspasar su sabiduría?”.
“Estar en comunidad ha sido una respuesta y una estrategia de nuestro género”. Pilar Valencia (@pilivalenciav), psicóloga, mentora y coach de negocios
“Las mujeres necesitamos estar en comunidad porque estamos diseñadas biológicamente para crecer en ellas, según lo confirman muchos estudios antropológicos. Hoy en día, una de esas maneras de vivir desde lo colectivo es la mentoría, y creo que eso explica, en parte, que esta industria se haya desarrollado tanto en los últimos años.
Pero por otro lado, hay un tema potente de género. Las mujeres históricamente hemos estado en desventaja frente al género masculino. Hace menos de 100 años tenemos participación en lo público, por ejemplo. Estar en comunidad es propio de las mujeres y, además, hoy en día ha sido una respuesta y una estrategia de nuestro género, para poder crecer y avanzar.
Hoy las mentorías precisamente aportan al bienestar social y psicológico de las mujeres, de una manera muy transversal: en la crianza, en el trabajo, en el emprendimiento, etc. A través de cursos y programas, guí a las mujeres en la comunidad “Ser protagonista de tu vida” y he podido ser testigo de la rapidez en la transformación cuando estamos en comunidad. Cuando compartimos vivencias y expresamos lo que nos pasa.
Yo misma, cuando he tenido grandes crecimiento en mi carrera, ha sido cuando me he acompañado de mentoras, porque logras cambios rápidos, efectivos y eficientes. Esos espacios colaborativos donde aprendes de otras mujeres, son esenciales”.
“Las mujeres necesitamos de otras mujeres para crecer”. Pamela Quezada (@pamequezada_ps), psicóloga, mentora y coach
“Como sociedad vivimos bajo un constante estrés, el cual tiende a estar presente con mayor intensidad en las mujeres. Y esto causa estragos a la hora de emprender, porque disminuye la capacidad de atención, genera fallos en la memoria, baja la productividad, disminuye la creatividad, merma la capacidad de resolución de los problemas, entre otros.
Pero biológicamente como mujeres hemos sido premiadas con una hormona llamada oxitocina, o la llamada “hormona del amor”, que se secreta en el momento del parto, en la lactancia y en situaciones íntimas, la cual fortalece el apego, y genera sensación de calma y bienestar. Lo maravilloso es que esta hormona también se tiende a generar cuando estamos solo entre mujeres. Este dato es fundamental a la hora de relevar la importancia de crear espacios comunitarios solo de mujeres, que den un espacio de calma, de foco y de crecimiento en un entorno seguro.
Y creo que las mentorías y el aumento que han tenido, tiene que ver con eso. Lo he visto desde que comencé a entrenar a psicólogas que querían vivir de sus negocios digitales. Porque para emprender y tener buenas ideas necesitamos de un estado mental tranquilo y eso se da cuando estamos acompañadas, especialmente de otras mujeres. Las mujeres necesitamos de otras mujeres para crecer.
A nivel cultural también ocurre que, cuando estamos con otros hombres, las mujeres tendemos a no levantar la voz, no dar tanto nuestra opinión y quedarnos en un segundo plano, e incluso tender automáticamente a valorar más la opinión del hombre. Nos sentimos menos, producto de que llevamos siglos en un sistema donde el género femenino se ha visto más disminuido, lo que está cambiando. Parte de ese cambio es poder crecer colaborativamente entre mujeres.
He visto que uno de los principales obstáculos a la hora de emprender son las creencias negativas respecto de una misma (“no me va a resultar”, “no merezco ganar dinero haciendo algo que me gusta”, “no soy lo suficientemente inteligente”) o el sentir que tus fracasos solo te pasan a ti. Pero cuando nos reunimos y vemos que a todas nos pasa lo mismo y nos apoyamos, se genera un círculo virtuoso. Tener mujeres que nos guíen es algo que no solo nos ayuda en nuestra salud mental, sino también a vender más. Tenemos que avanzar hacia eso”.