Hace algunas semanas, Varinka Farren, directora ejecutiva del hub de transferencia tecnológica APTA, contaba en una entrevista publicada en Paula que era muy importante que más mujeres participaran en ciencia y tecnología. Para explicarlo ponía el siguiente ejemplo: “Los infartos al corazón son mucho más mortales en mujeres que en hombres, y esto se debe a que los síntomas de las mujeres no han sido ampliamente estudiados como los de los hombres. Entonces, uno suele pensar que si te duele el brazo izquierdo o el pecho te va a dar un infarto, pero en el caso de las mujeres es distinto. Y esto pasa porque históricamente los estudios han sido liderados por hombres y probados en hombres, específicamente hombres blancos. Este ejemplo sirve para relevar la importancia del rol de la mujer en esta área, ya que funcionamos como un puente que va mostrando, desde la tecnología y también desde la necesidad, lo que es importante”.

Y es tan importante porque cada año son miles las mujeres que presentan enfermedades al corazón. De hecho, se ha determinado que aproximadamente una de cada tres mujeres fallecen por enfermedades cardiovasculares en el país, siendo la principal causa de muerte de mujeres en Chile. Pamela Rojo, cardióloga de Clínica Dávila, reconoce que en esta área una de las principales preocupaciones es que en el caso de las mujeres estamos llegando tarde.

Existe el imaginario de que se trata de una enfermedad más bien masculina, pero eso está lejos de la realidad. Y no solo en las mujeres, también en el personal sanitario existe esa idea. “Es algo que venimos peleando hace varios años, y no creo que exista una sola razón”, cuenta Pamela, quien explica que muchas veces cuando las mujeres consultan por algunos síntomas que podrían relacionarse a una enfermedad cardiovascular, se les baja el perfil indicando que es solo un estado tensional como crisis nerviosa, estrés o angustia, y no se profundiza en el estudio.

Un error grave, porque son justamente esas algunas de las causas que pueden derivar en un infarto. La especialista explica que a los factores de riesgo clásicos como la obesidad, diabetes e hipertensión, se le suman otros como el tabaquismo, depresión y estrés, que en las últimas décadas han aumentado más rápidamente en el caso de las mujeres. “¿Qué mujer no anda ahora corriendo para ir a trabajar, corriendo para volver a su casa a atender a los niños y encargarse de todo lo doméstico? Un nivel de vida estresante por su doble rol de dueña de casa y trabajadora se ha venido sumando fuertemente como factor de riesgo en los últimos años”. Es probable que los hombres antes se enfermaran más y que desde ahí surja ese prejuicio, pero hace rato que no es así”, afirma.

También está el mito de que las mujeres están protegidas por las hormonas femeninas y que después de la menopausia se enferman más o igual que los hombres. “Pero hay factores que inhiben la protección de las hormonas como la diabetes, tabaquismo, alcohol y estrés. Todas condiciones que han aumentado en las mujeres desde hace décadas”, agrega Rojo.

Por eso la cardióloga es enfática en que es importante que se avance en el estudio de los síntomas también en las mujeres. “Tenemos ese imaginario, alimentado también por la ficción, de que cuando a alguien le va a dar un infarto, aparece un dolor en la región del pecho y brazo izquierdo, luego un desmayo o la muerte súbita. Pero las mujeres habitualmente tenemos menos síntomas y más atípicos. Generalmente refieren malestar en el pecho, no dolor, y que se irradia a la mandíbula o la espalda; sensación de falta de aire, náuseas, vómitos, mareos o sensación de fatiga intensa. Incluso a veces diarrea, es decir, cualquier cosa que hace lo menos planteable, un síndrome coronario. Incluso a veces lo sienten como un estado gripal. Y lo otro, es que muchas veces se dice que el infarto aparece en un momento de tensión o de actividad física fuerte, pero las mujeres suelen hacerlo en reposo”, explica.

Y concluye: “Cuando se estudian las arterias coronarias de personas que han sufrido un infarto, hemos notado que en el caso de los hombres se afectan las grandes arterias, en cambio en la mujer, suele afectarse más la microcirculación. Y lo que se ha visto, es que eso es efecto de cuestiones como la obesidad, el estrés y el tabaquismo. La nueva forma de vivir, que incluye una importante carga mental en las mujeres, está teniendo una incidencia importante en las cifras de muertes por enfermedades cardiovasculares. Y se hace urgente, en las pacientes y también en la comunidad médica, hacer un cambio de mentalidad en eso. Es la única manera de salvar vidas”.