Era el primer pololeo “serio” para ambos. Se habían conocido por una amiga en común y “fue un flechazo”, dice Jimena. Pololearon durante 6 años en los cuales viajaron, carretearon mucho y trabajaron juntos todos los veranos para salir de vacaciones, eran muy partners. Era, además, el yerno perfecto, recuerda Jimena, atento, generoso, cariñoso con la familia, jamás una actitud violenta de ningún tipo hacia nadie... “Había admiración mutua, ideas políticas y sueños comunes, era una relación muy sana. El tiempo nos permitió además tener una vida sexual muy plena, de mucha confianza para aprender, disfrutar, innovar, siempre me gustó mucho fisicamente. Para mí era el amor de mi vida, mi todo, compañero, amante, lo pasabamos increible. Era mi lugar seguro”. Más tarde se fueron a vivir juntos, luego se casaron y tuvieron un hijo, formaron una linda familia, pero la relación con el tiempo fue cambiando, apagándose, dirá Jimena. “Con el tiempo nos olvidamos de ser pareja, de darnos tiempos para nosotros solos. A mí me destrozaba no ser vista, sentirme no deseada. Al mismo tiempo yo era muy criticona con él todo el tiempo... Un día hice algo delante de él y me miró como con asco, ahí supe que habíamos cambiado. Al final no soportamos vivir así y después de 10 años juntos esa relación perfecta terminó, nos separamos.” Años mas tarde ambos harían una terapia psicológica por el hijo que tenían en común y - aunque nunca más volvieron y cada uno siguió su vida- ambos confesarían allí arrepentirse de lo mismo: el haberse descuidado como pareja. “Es muy obvio, pero en la práctica es difícil. Porque es algo que, si se quiere conservar la relación, hay que tenerlo presente todos los días”.
¿Qué es lo que hace que las buenas relaciones se desgasten con el tiempo? ¿De dónde surgen y cuáles son esas pequeñas actitudes que van de a poco mermando un vínculo fuerte y sano? ¿Es algo natural, común o esperable con el tiempo en cualquier relación? Aunque parezcan preguntas demasiado abiertas y generales, y sobre todo subjetivas, al parecer las razones por las cuales un vínculo fuerte comienza a debilitarse no es un misterio sino algo común a muchas y totalmente identificable. O al menos así lo plantea Jhon Gottman, psicólogo estadounidense famoso por su “laboratorio del amor”, donde se dedicó a estudiar a miles de parejas con el fin de poder identificar qué elementos permiten predecir el éxito o fracaso en una relación de pareja, descubriendo que cuando estos están presentes predicen en un 85% o más el fracaso de la relación. Los llamó ¨los 4 jinetes del apocalipsis’, y algunos se encuentran claramente presentes en el caso de Jimena: la conducta crítica, la actitud defensiva, la indiferencia y el desprecio. “A diario veo con mucha tristeza cómo relaciones que nacieron con mucha seguridad y proyección se desgastan y deterioran silenciosamente” cuenta la psicóloga clínica y coach estratégica Catalina Echavarri, seguidora del legado de Gottman. “El estar en pareja, si bien es maravilloso, también implica un gran desafío y mucho trabajo. El amor requiere de prioridad, atención, nutrición,cuidado, tiempo y acción. Desde mi punto de vista debería ser una asignatura, y deberíamos preparar a nuestros jóvenes desde temprana edad en cómo cuidar el amor y construir relaciones sanas y de calidad.” Aquí, Catalina nos da algunas luces para entender el desgaste común de las buena relaciones para saber abordarlos a tiempo.
¿Hemos olvidado cómo cuidar las buenas relaciones de pareja?
Se habla mucho de las consecuencias del mal amor y muy poco del amor real, de cómo cuidarlo, cultivarlo y alimentarlo. Como seres humanos buscamos naturalmente la conexión e intimidad y creo que todos anhelamos tener una relación sana y estable. Sin embargo, el esfuerzo que implica sostener una relación y la dificultades a las que se exponen para lograrlo ha hecho que muchos pierdan la esperanza o lo vean como algo muy difícil de alcanzar. Vivimos en un mundo de inmediatez, donde todo lo queremos rápido y fácil y eso ha provocado muchísimo daño, ya que sabemos que construir una relación sana y estable, requiere de tiempo y perseverancia entre otros. Por lo tanto, pienso que la ilusión y las ganas de una buena relación están y no han variado mucho en el tiempo, sin embargo, la baja tolerancia a la frustración, la menor capacidad de resiliencia y el excesivo amor propio (y no mutuo), han vuelto a las relaciones de pareja más inestables, vulnerables y desechables.
¿Cuáles son las principales razones que destruyen una relación que tenía todo el potencial de ser una “buena relación”?
Hay muchas razones por las cuales una relación puede deteriorase o en el peor de los casos destruirse, que van desde una infidelidad hasta falta de acuerdos. Desde mi experiencia clinica te podría decir que los más comunes son las dificultades a nivel comunicaciónal, la falta de confianza, los problemas en la toma de decisiones, la dificultad ante la resolución de conflictos. También los problemas de convivencia y en la distribución de roles y dificultad para integrar visiones o valores. También existen ciertos enemigos de las relaciones de pareja, que son más silenciosos y que van provocando desgaste y deterioro acumulativo en el tiempo como son los planteados por Gottman: La conducta crítica, la actitud defensiva, la indiferencia y el desprecio.
¿Cómo identificarlas?
La conducta crítica es la tendencia a criticar de manera destructiva, atacando directamente la personalidad o el autoestima del otro. Usamos etiquetas, descalificaciones, generalizaciones, en segunda persona (TÚ) con un tono elevado y de forma despectiva. Un ejemplo podría ser " Eres un flojo, nunca haces nada por la casa, me tienes aburrida” . La actitud defensiva, por otra parte, aparece como un mecanismo protector, en respuesta a la crítica destructiva. Esta implica no aceptar una queja y responder en forma de ataque buscando invalidar el argumento del otro, lo que conduce a una lucha de poder, que va en aumento. Un ejemplo podría ser: “Tú nunca quieres ir a la casa de mis papas” y el otro responde " Yo no quiero ir a la casa de tus papas porque tú tampoco quieres ir a ver a los míos”. Luego tenemos el desprecio: este se caracteriza por mantener una actitud sarcástica e irrespetuosa hacia el otro, a través de insultos, ironía o gestos ofensivos. Quien lo hace tiende a ponerse en una posición de superioridad y busca infravalorar y ridiculizar al otro. Este predictor, es conocido como el más dañino. Finalmente está la indiferencia o evasión: esta actitud aparece cuando la relación está desgastada por las constantes peleas, por lo que se busca evadir, ignorar y dejar de escuchar al otro. La indiferencia causa mucho daño y puede llevar a que el otro intensifique el ataque con el fin de captar su atención. Por ejemplo, mirar al celular mientras el otro habla.
¿Cómo se trabajan en terapia estos “4 jinetes del apocalipsis”?
Primero que todo tengo que aclarar que no existe una única forma de abordar estas problemáticas, cada intervención debe ser diseñada a medida de la pareja, de sus necesidades, historias, lenguaje o estilo de apego. Habiendo aclarado lo anterior, me atrevo a hacer algunas generalizaciones, tomando como ejemplo la conducta crítica: cuando aparece la conducta crítica, es muy importante detenerse, para evidenciar que esa actitud no contribuye al bienestar relacional, por lo que es necesario corregirla o redefinir lo que se quiere expresar, para así hacerlo de una manera más adaptativa y que facilite la escucha del otro miembro de la pareja. Recordemos que existe una tendencia a que ante la critica buscamos defendernos o ignorar el mensaje que hay tras de ella. Una vez que hacemos eso es importante ir a mirar qué hay detrás de esa critica, ya que generalmente esas conductas esconden una serie de sentimientos tales como soledad, injusticia, vergüenza o miedo. Para lograr identificar qué es, se suele hacer una serie de preguntas a quien la ejecuta para llegar a descubrir en profundidad a lo que la provoca… Cuando eso sale a la luz tanto quien critica como quien es criticado logra comprender de mejor forma lo que sucede, lo que favorece la comunicación y la empatía. Acto seguido ayudamos a quien critica a expresar entonces de manera mas sincera, directa y amable lo que le sucede. Hablando en primera persona y expresando de manera clara, simple, amable y propositiva lo que necesita. Esta acción correctiva promueve la escucha activa y por ende hay una probabilidad mucho más elevada de ser escuchada y atendida en sus necesidades, que haciéndolo desde la critica.
Para cerrar ¿cuáles son aquellas características que hacen que una relación sea fuerte, sana y sostenible, y que deberíamos proteger?
No existe una receta mágica, ya que las relaciones se construyen entre dos personas que pueden tener distintas necesidades, pero sí existen ciertos elementos que claramente contribuyen a crear una relación sana y fuerte. Entre ellos está el sostener una buena comunicación, otorgar tiempo de calidad a la relación , aprender a resolver problemas, practicar la empatía, saber perdonar y pedir perdón, buscar salirse de la rutina de vez en cuando, poner a la pareja en prioridad , mantener proyectos e ilusiones en conjunto y cuidarla de cualquier agente externo que pueda dañarla o deteriorarla. Por último, y como técnica infalible, es el buscar tener siempre como objetivo contribuir a la felicidad y al desarrollo personal del otro, ayudándolo a construir su mejor versión.