En agosto de 2023 Nabila Rifo había presentado una denuncia por violencia intrafamiliar contra su entonces pareja. Un mes después, en septiembre, se sumó otra acusación contra Gerardo Bañares, de 34 años, pero ninguna medida cautelar fue aplicada. El 2 de febrero de este año, Bañares se acercó a la casa de Nabila a golpear puertas y ventanas de forma violenta. Los hijos de Nabila, de 17 y 20 años, actuaron y lo golpearon con puños y piedras, según informaron medios locales. Gerardo Bañares falleció más tarde en el Hospital Regional de Coyhaique.
Los hijos de Nabila reaccionaron en protección a su madre, en respuesta a un trauma que cargan desde 2016, cuando Nabila fue golpeada hasta perder los ojos por su expareja, quien hoy cumple sentencia de 18 años en prisión. La historia de Nabila se ha convertido en uno de los casos de violencia más mediáticos de Chile y también una bandera de lucha para erradicar la violencia de género.
La noticia del fallecimiento de la expareja de Nabila a manos de sus hijos fue replicada en decenas de medios nacionales, donde no tardaron en llegar comentarios de usuarios culpándola a ella por haber “elegido mal” y “haber caído” nuevamente en las redes de un agresor. Belén Ferreira (@abogada_feminista), abogada especialista en derecho familiar, atribuye esto a “la negación general que existe hacia la violencia de género. La gente no lo ve como un fenómeno en donde existe una relación asimétrica de poder, sino más bien cree que se trata de cuestiones normales que pasan todos los días y, en base a eso, sin entender el contexto, es más fácil decir que ella eligió mal. Esto pasa cada vez que nos enteramos de un femicidio, de una violación; es como si fueran casos aislados. Estamos hablando de que existe un aumento de violencia a la mujer a nivel mundial, pero se niega esta existencia e impide a la sociedad empatizar con estas mujeres”.
“Para los hombres sigue siendo todavía muy fácil agredir a una mujer, porque nadie cuestiona su agresividad y su violencia”.
La psicóloga e investigadora Bárbara Porter (@ps_barbaraporter) explica que vivimos en una cultura con un sesgo andro adultocéntrico que valora de manera diferente las experiencias que viven los hombres y las que viven las mujeres, lo que se traslada a los casos como violencia intrafamiliar, donde incluso el poder judicial apunta con el dedo a las víctimas. “Vivimos en una cultura en la que se tiende a disculpar, a normalizar y a minimizar a los agresores y a culpar a las víctimas, algo que también pasa en el poder judicial cuando una madre va a pedir pensión de alimentos o va por violencia y le dicen ‘Pero, señora, si usted lo eligió. Ahora tiene que bancarse al papito de sus hijos’. Esto atraviesa todos los estamentos, incluso otras instituciones y personas que uno podría pensar que tienen nociones de justicia, pero el sesgo está incluso en quienes debieran ser expertos en el tema. Es importante visibilizar para cambiar”, asegura Porter.
Según el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, en 2022 en Chile se registraron 43 femicidios, en 2023 un total de 40 y en lo que va del año se han cometido 4, mientras otros 17 han sido frustrados. Estas cifras son, por lo bajo, alarmantes y dan cuenta de que la violencia de género no da tregua. Los casos no tardan en convertirse en notas de prensa mediáticas y saltar a posts de redes sociales, un arma de doble filo: se llega a un mayor número de personas con la información, pero así también se somete a las víctimas a juicios de cientos de extraños que las culpan en anonimato a través de comentarios.
“No hay sensibilización. Se publican los femicidios, se dice que tomaron al agresor detenido, pero a ella la culpan. Para los hombres sigue siendo todavía muy fácil agredir a una mujer, porque nadie cuestiona su agresividad y su violencia. Básicamente se entiende como la naturaleza del hombre, así como se entiende parte de la naturaleza de la mujer ser más inteligente respecto con quien decide acostarse o con quien decide tener una relación. Estamos hablando de estereotipos de género muy crudos, muy básicos, y en base a eso se hace el cuestionamiento a las víctimas. No se da un debate que podamos hacer como sociedad, sino un ataque a la víctima y nadie toca al agresor. El negacionismo general en el mundo va a continuar perpetuando la violencia hacia las mujeres”, afirma la abogada Belén Ferreira.
La psicóloga Bárbara Porter considera que la exposición de estos casos en redes sociales es una forma de concientizar a más personas, pero que los medios debieran acompañar las noticias con una debida reflexión. “La gente no tiene por qué saber sobre traumas, pero sí hay una responsabilidad de los medios de comunicación de informar, de educar, y no solamente de poner la noticia de forma amarilla, por decirlo así, sino también tener una voz experta que pueda iluminar respecto a por qué se produce esto, para así facilitar la comprensión y la empatía, que es lo que necesitamos”, explica.
Falta de reparo para los hijos
Los hijos de Nabila Rijo tenían 9 y 12 años cuando fue víctima de un femicidio frustrado en 2016. El caso de su madre fue tan mediático, que hasta traspasó la línea de la intimidad. Durante el juicio, se reveló el informe ginecológico de Nabila, lo que detonó miles de denuncias al CNTV (Consejo Nacional de Televisión) y una millonaria multa para el canal de televisión.
El resto del sufrimiento de Nabila y sus hijos se ha mantenido en lo privado, pero la pregunta es si ella, al igual que otras víctimas de violencia intrafamiliar, han recibido el reparo adecuado para continuar con sus vidas. Bárbara Porter, quien trabaja con víctimas de violencia, sostiene que “no hubo reparación para esos niños y ahora, además, probablemente tengan que padecer una condena por una labor que la justicia no hizo. Hay estudios que demuestran que basta con que los niños y niñas presencien violencia para que su sistema cerebral se desarrolle de una manera diferente y los haga más propensos a trastornos, tanto mentales como físicos. La mejor manera de prevenir que la violencia se transmita en generaciones es protegiendo a los niños, llevándolos a terapia y alejarlos de la fuente de amenaza, porque si no se puede repetir el patrón”, explica la psicóloga.
Para la profesional, una estrategia de reparo para las víctimas y sus hijos consta en apoyo tanto del poder judicial como de organizaciones y fundaciones que pueden servir de redes de apoyo: “Es necesario un trabajo interdisciplinario: primero, un apoyo legal con perspectiva de género y también un trabajo con los tribunales de justicia para que incorporen perspectiva de género, que haya medidas cautelares que efectivamente protejan a las mujeres y a los niños. Segundo, que haya un acompañamiento psicosocial efectivo y oportuno. Hoy día hay listas de espera de seis meses y un año para que víctimas, incluso de abuso sexual, puedan tener una terapia de reparación. Por otra parte, también es importante que se entregue un apoyo en términos concretos, por ejemplo, de residencias a las cuales se pueda ir, y también redes de apoyo que se pueden generar con ONG y organismos como grupos de otras mujeres que han vivido lo mismo y que se puedan dar datos de dónde ir, qué hacer”.
Por su lado, la abogada Belén Ferreira considera que es indispensable trabajar estos temas desde edades tempranas para así prevenir: “Hay que atacar desde la niñez, criar libre de estereotipos, criar sin violencia, porque todo esto se está traduciendo en dinámicas de violencia en la pareja y en los pololeos desde muy chicos. No hay un avance real en esta materia, porque no existe la prevención necesaria”.