“No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente”, decía Virginia Woolf. Quizás justamente por eso su obra, tan libre como su mente, ha logrado derribar las barreras del tiempo.
Recién se cumplieron 142 años de su nacimiento, pero la escritora británica, autora de novelas, cuentos, obras teatrales y demás obras literarias está más vigente que nunca. Sus libros están entre los más leídos y recomendados por librerías especializadas en mujeres, mientras su rostro y frases son destacados en manifestaciones feministas nacionales e internacionales.
Paula preguntó a cuatro académicas por qué Virginia Woolf sigue siendo actual. Aquí, sus comentarios.
Reformular la pregunta
María Isabel Peña, profesora del Instituto de Filosofía de la Universidad Diego Portales (UDP), confiesa que la pregunta por la actualidad de Virginia Woolf le sorprendió. “Me ha hecho recordar aquel comentario de Paul Strathern respecto a la novela de Woolf, Jacob`s Room, publicada en 1922, el mismo año en el que vieron la luz, Ulises de James Joyce y Tierra baldía de T.S. Eliot. Según Strathern, Jacob´s Room fue solo una ‘pequeña contribución’ a aquel año extraordinario para el modernismo que fue 1922. Entonces ya se me revolvieron mis ‘tripas feministas’ y un poco se agitan ahora. Me preguntaba si me harían la misma pregunta tratándose justamente de uno de esos autores, de Joyce, o de T.S. Eliot. ¿Quién dudaría de su actualidad? Más aún ¿por qué sería necesaria esa pregunta?”, comenta.
Por eso, decide reformular la pregunta y pensar en todo lo que es posible encontrar en Virginia Woolf que nos interpela en nuestro presente. Y se dirige a ella como “una clásica de la literatura, una excelente ensayista, además de crítica literaria cuyas observaciones críticas sobre su propio tiempo y sociedad no han perdido ni un ápice de su valor”.
Menciona, por ejemplo, novelas como La señora Dalloway, en la que “las observaciones sociológicas de Clarissa Dalloway nos muestran la decadencia de una Inglaterra todavía victoriana y sumida en una crisis social tras las horribles consecuencias de la gran guerra y que se reflejan en el personaje de Septimus Warren Smith. Horrores de la guerra que han vuelto para desestabilizar, una vez más, la estabilidad internacional. Y ¿quién no reconoce en su novela Orlando la actualidad del tránsito de un género a otro, la construcción social del género, las esclavitudes de ser mujer?”.
Estos temas tratados por la novelista Virginia Woolf encuentran su eco en la ensayista y crítica Virgina Woolf, dice la académica. “Ahí está el brillante ensayo-ficción, Tres guineas, escrito en forma epistolar. Publicado en 1938, cuando ya se respiraban en Europa de nuevo aires de guerra, la autora contesta a una carta de un ‘señor’ que le pide su opinión sobre cómo evitar esa guerra. Virginia despliega toda su ironía, toda su capacidad crítica en una respuesta que abunda en la situación social de las mujeres, en sus renuncias a la educación y a una vida pública, así como en reivindicar por una parte la igualdad de oportunidades, sin olvidar, por otra, el reconocimiento a las tareas que realizan en silencio: no amasan fortunas, ni destacan intelectualmente porque se ven obligadas a tener hijos, a criarlos, a preocuparse por la vida doméstica”.
María Isabel Peña explica que Virginia Woolf utiliza esa crítica feminista para desmarcarse de la guerra y, sobre todo, mostrar que hay otra mirada y que, desde ella, el mundo y la realidad se ven de otro modo. “Ya lo había hecho anteriormente en su breve y excelente ensayo de 1928, A room of One´s own (Un cuarto propio) que recoge dos conferencias dadas en la Universidad de Cambridge. Una vez más reivindica el acceso de las mujeres a la educación, su independencia profesional y su autonomía, y en la que recuerda a todas esas ‘hermanas de Shakesperare’, poetas olvidadas e imposibilitadas, a menudo, para desarrollar su obra”.
Por eso, la académica no duda en contestar si tiene algo que decirnos hoy en día Virginia Woolf. “¡Sí! Como intelectual, como escritora, como feminista y como pacifista. Sus textos, sin importar su catalogación, son bellos y de una calidad metafórico-lingüística sobresaliente. En ellos encontramos críticas y análisis hechos con gran ingenio y humor que aumentan el placer de la lectura de su obra”.
Una escritora que no teme
Para Montserrat Martorell, escritora, doctora en literatura hispanoamericana y académica de la Universidad Alberto Hurtado, Virginia Woolf sigue estando presente “por su honestidad, por su inteligencia, por su agudeza, por su feminismo”.
Era, en su opinión, una escritora que podía “romper el tiempo, debatirse entre la narrativa y el ensayo, coquetear con la poesía, ponerle nombre a las máscaras que usamos para sobrevivir, al silencio, a la resiliencia de nosotras las mujeres. Una escritora que no teme, que no se oculta, que no la calla nadie. Y por eso es universal. Y por eso es para siempre”.
Montserrat Martorell comenta que ha leído varios de sus textos, pero lo que la asaltó para siempre fue Una habitación propia, donde propugna la idea de que las mujeres debemos ser independientes económicamente. “Repasa sobre las violencias a las que hemos sido sometidas y cómo esto impacta en nuestra libertad creadora. Casi 100 años y todavía muchas mujeres no tienen lo que ella pedía a gritos: una habitación propia”, menciona.
La académica aconseja leer a Virginia Woolf en voz alta, despacio, sin apuro y con pausas. Y comenzar con La señora Dalloway. “Al final fue la responsable de que supiéramos que podíamos comprar nuestras propias flores”, comenta.
Una pionera en la profesionalización de la mujer
“Virginia Woolf sigue siendo una moderna porque criticó y cuestionó la época en la cual vivía, la organización de esa sociedad, el sitio que estaba asignado para las mujeres en general, el lugar de las mujeres semejantes a ellas (clase, edad, educación), y las condiciones de aquellas cuyo norte era dedicarse a actividades literarias. Todas estas variables las puso en diálogo, logrando así desarrollar un discurso intelectual que hasta el día de hoy nos resuena con suma frescura y actualidad”, comenta Marina Alvarado Cornejo, doctora en Literatura, investigadora sobre escritoras de fines del siglo XIX e inicios del XX y académica de la Universidad Católica Silva Henríquez.
La experta recuerda que Virginia Woolf alcanzó en los inicios del siglo XX el respeto de hombres clave para el campo literario inglés, “verbigracia de los puentes que logró establecer con editores, diaristas y escritores pues con creces demostró que las ideas que ella defendía respecto del desarrollo de las mujeres, fuera del espacio privado-doméstico, tenían un sustento racional y que los resultados de dicha apuesta podían ser excelentes”. “En ese sentido, la propia Woolf fue una forjadora por cuanto ella misma, con su trabajo y dedicación en sus ensayos, novelas y textos críticos, se insertó en la esfera cultural de la época mediante estrategias claras que le valieron el reconocimiento de sus pares”, afirma.
En ese sentido, dice Marina Alvarado Cornejo, Virginia Woolf “fue pionera en la profesionalización de la mujer como escritora”. Para catalogarla como tal, la académica considera cinco elementos clave de la vida de Woolf.
Primero, haber escrito críticas y reseñas para el Times Literary Supplement, las cuales eran remuneradas. Segundo, haber instalado las bases, en su ejercicio como crítica literaria, sobre cómo sería su propio quehacer en dicho rol, lo cual muestra la búsqueda individual de la escritora y además la conciencia de ella sobre el medio. Tercero, que a través de sus textos críticos sea posible reconocer el afán por regenerar la tradición de mujeres escritoras que la precedieron, encontrando a Charlotte Brontë y Jane Austen dentro de su rico catálogo. Cuarto, el hecho que Virginia Woolf traspasó la frontera de las lecturas adecuadas e idóneas para ‘señoras’, publicando análisis sumamente serios sobre George Eliot, Conrad y Shakespeare (entre otros). Quinto, el haberse convertido en una gestora cultural capaz de levantar y sostener la editorial Hogarth Press, propiedad de ella y su marido.
Para quienes desean sumergirse en su obra, Marina Alvarado Cornejo recomienda entender que Virginia Woolf escribió en tonos diferentes: “la voz de la escritora es tan diversa y hábil, que logra enmascararse tras diferentes temáticas y estilos”. En ese sentido, dice, quienes quieran leerla podrán elegir entre la producción narrativa de sus cuentos, donde las figuras retóricas y juegos estéticos propios del modernismo con su pulcritud y luminosidad son predominantes. Un ejemplo de ello es Lunes o Martes, donde Woolf escribe: “Apacible y ajena, batiendo con facilidad el espacio entre sus alas, conocedora de su camino, la garza sobrevuela la iglesia bajo el cielo. Blanco y lejano, absorto en sí mismo, sin pausa, el cielo se cubre y descubre, se mueve y permanece. ¿Un lago? ¡Difumumínales las orillas! ¿Una montaña?”. “La narrativa dominada por la prosa poética, desprende lentamente la trama y el conflicto que dará vida a la serie de acciones que conformarán el relato”, dice la académica.
Por otro lado, “con un cuerpo ensayístico que le permite a Woolf el despliegue de un discurso directo y sin vueltas”, está Una habitación propia. En ese texto, la escritora interpela a sus lectores y lectoras mediante la necesidad de un espacio privado que le permitirá a las mujeres reconocer y enriquecer su mundo interno para, desde esa fuerza íntima, salir a lo público.
“Esta obra no es un panfleto, sino que se trata de una argumentación diacrónica sobre los sitios donde reconocidos intelectuales han escrito y los grandes logros que gracias a ello han alcanzado, historias que Woolf hábilmente va trenzando para preguntarse y preguntarnos una y otra vez ¿y por qué nosotras no?”, dice Marina Alvarado Cornejo, añadiendo que en ese libro la escritora inglesa demuestra lo asombrosa lectora e investigadora que fue.
Finalmente, detalla la académica, los textos críticos de Woolf reunidos en trabajos como Genio y Tinta (2021), abren a los lectores y lectoras nuevas perspectivas sobre autores y autoras universalmente valorados, pero además, da cuenta sobre su propio canon lector y las preocupaciones específicas que dichos escritores que le generaban. “Es así como ella traspasa ampliamente el mero comentario y nos cuenta cómo se nutre de ellos”.
Escritura experimental
Para Marcela Aguilar, decana de la Facultad de Comunicación y Letras de la UDP, Virginia Woolf se lee como si fuera una autora de estos tiempos porque “su escritura es experimental, ella fue de las primeras personas en explorar lo que en literatura se llama la corriente de la conciencia: reflejar en un texto la manera en que la mente de un personaje navega entre distintos temas y cómo a partir de eventos del entorno se reorienta ese discurrir, cómo fluyen los pensamientos”.
“El Ulises de James Joyce es considerado un hito por la manera en que retrata este devenir, pero La señora Dalloway de Virgina Woolf es una obra tanto o más sorprendente por la manera en que cruza las perspectivas de sus protagonistas”, afirma la académica. “Toda la obra de Virginia Woolf tiene una energía asombrosa. Las olas, por ejemplo, hibrida los géneros narrativo y lírico, de manera que en muchos pasajes se difumina la frontera entre lo físico, material, y lo emocional. Flush es una hermosa exploración del mundo desde la perspectiva del perro de una poeta”, añade.
¿Por dónde partir entonces? En su opinión, por Una habitación propia. “Es un ensayo extraordinario que ha marcado la discusión sobre el trabajo intelectual y artístico de las mujeres, al punto de haberse convertido en una metáfora sobre la necesidad de resguardar el espacio y tiempo para la creación. “Es una propuesta muy vigente y está escrito como una mezcla de crónica y ensayo, de una manera amable que no le resta profundidad ni complejidad a la reflexión”, concluye.