En varios países se han establecido tiempos exclusivos para que los padres disfruten el periodo de postnatal bajo la premisa de que esto no sólo beneficia el desarrollo del niño o niña, y la satisfacción del papá en su relación con el o ella, sino que también promueve la corresponsabilidad parental. En este sentido, un estudio realizado en Canadá dio cuenta de un aumento de un 250% de la participación de los padres en la crianza y el cuidado durante el uso del postnatal cuando el tiempo estaba destinado exclusivamente para ellos sin necesidad de que la madre le hiciera el traspaso.
En la actualidad, en nuestro país los hombres que son padres sólo cuentan con 5 días hábiles propios de permiso pagado luego del nacimiento de sus hijos, lo que corre por cuenta del empleador. Además, contamos con una Ley de Postnatal Parental que permite que algunas semanas del postnatal de la madre puedan ser transferidas al padre, es decir, la mujer puede ceder estas semanas - teniendo que renunciar a las mismas y regresar al trabajo. La cantidad de papás que se toma estas semanas alcanza apenas el 0.24% (Álvarez y Truffello, 2021), por razones tanto culturales como económicas e incluso biológicas, ya que, en un gran porcentaje de los casos, los niños/as siguen alimentándose exclusivamente por lactancia materna, lo que hace poco viable para las mamás renunciar a estas semanas para traspasarlas al papá.
Tener que elegir quién se toma esas semanas no parece ser una solución efectiva. Si miramos otros países, como Canadá donde se implementó un período de 5 semanas reservadas para el padre, es decir, sin necesidad de que la madre renuncie a su propio tiempo de postnatal se puede observar una aproximación diferente a la primera etapa de la crianza en cuanto a la coparentalidad, contribuyendo a que los roles de género se flexibilicen incluso en el largo plazo. Las parejas beneficiadas por esta política mostraron una división de roles más equitativa y menos rígida que las que no, y esto se mantuvo así incluso varios años después. Esto da cuenta de que, así como las experiencias tempranas son sumamente relevantes en relación al desarrollo posterior del niño, la experiencia inicial de crianza también impacta de manera significativa en la forma en que las familias se organizan. En definitiva, promover la coparentalidad al inicio de la vida como padres tendrá un impacto a largo plazo en cuanto a distribución de roles y equidad de género.
Los 5 días hábiles con los que cuentan los padres actualmente en nuestro país no son suficientes, y el posnatal parental no aborda la complejidad que conlleva para las madres renunciar a una parte de su licencia materna. Si queremos seguir avanzando en corresponsabilidad y coparentalidad, es fundamental que promovamos la participación de ambos padres en el inicio de la crianza de manera más equitativa. Contar con semanas exclusivas para los dos, que no implique quitarle tiempo de postnatal a las madres, impacta positivamente en el vínculo entre padres e hijos y promueve una mayor participación de las mujeres en la fuerza laboral.
Necesitamos comprender la crianza desde la coparentalidad y corresponsabilidad social, y de esta manera avanzar en cambios legislativos y de prácticas de conciliación del trabajo y la familia que vayan en la línea de aumentar la participación de los padres en el cuidado de sus hijos/as desde su nacimiento.