La especificidad en la función de los objetos no es algo nuevo. Hoy nos sorprende en la tecnología, en los juguetes, las aplicaciones móviles, etc. En el pasado los objetos y muebles fueron también específicos. Y el momento de reunión familiar en torno a la comida, ameritaba tener utensilios apropiados.
Alguien me dijo una vez que las ostras debían ser consumidas en los meses que no tuvieran la letra "r". Eso sería de Mayo a Agosto. Y hay platos -comúnmente mayólicas- que son exclusivos para servir ostras. También curiosas fuentes para espárragos que permiten filtrar el agua. Sin embargo, los espárragos tienen solo una corta temporada en primavera. Pasa algo similar con las cucharas específicas para el helado que tomamos frecuentemente en verano. El pescado es un producto de lujo en muchos países y existen cubiertos, platos y fuentes específicas para servirlo.
He visto otros objetos más corrientes, pero igualmente especiales y curiosos como platos aceituneros, torteros, jarras de chocolate caliente, queseros y mieleros.
¿Será que los sibaritas de antaño quisieron desarrollar vajilla especializada solo para alimentos de lujo o de consumo excepcional? Hace sentido, pues claramente estamos hablando de un placer que va bastante más allá de las necesidades básicas. Sería quizás más útil contar con el plato para el arroz, el pollo arvejado o la tortilla que comemos casi todas las semanas. Al ser alimentos de consumo recurrente, hoy parece más práctico y sensato contar con vajilla solo para los platos comunes que consumimos con habitualidad.
Así como en el exterior se fabricaban platos especiales para ostras y espárragos, en Chile está el pocillo de greda de Pomaire donde se sirve el pastel de choclo, los chupes y la cazuela.