En el primer capítulo del programa de Netflix 100 Humans, se desarrollan una serie de encuestas y experimentos en los que participa una muestra de 100 personas, para dilucidar qué es lo que hace a un individuo alguien atractivo. Y si bien la interrogante de por qué alguien nos parece más agradable y cautivador que otras personas es interesante, otra de las preguntas planteadas en relación a la atracción en el programa, es todavía más trascendente. ¿Qué pasa con quienes poseen esa característica o esa serie de rasgos que los hacen ser percibidos como personas bellas? ¿Es realmente un beneficio la belleza?
Quizás a muchos nos gustaría creer que la respuesta es no. Y que, aquellos que fueron más favorecidos por la genética, no viven distinto que el resto de la sociedad. Sin embargo, uno de los experimentos más llamativos que se realizó en 100 Humans, mostró algo completamente distinto. Las personas bellas no solo fueron admiradas y valoradas, si no que, todavía más, fueron directamente favorecidas por sobre quienes no eran considerados atractivos por los encuestados. El experimento que entregó estos resultados consistía en mostrar a un grupo de personas que habían cometido un delito. Pero, este primer grupo estaba compuesto por individuos que normalmente consideraríamos bellos. A la otra mitad de los encuestados se les entregó información sobre otras tres personas que habían cometido los mismos delitos. La diferencia era que, este ultimo grupo, estaba conformado por gente que no era físicamente atractiva. Los resultados de las preguntas a las que se sometió a los encuestados no dejaron lugar a dudas. A quienes eran considerados como personas comunes y corrientes sin atractivo físico aparente, los encuestados decidieron darle sentencias dos veces más largas que a quienes eran considerados bellos. Además, al ser consultados por la reflexión detrás de la condena que cada uno había dado a cada delincuente, los encuestados fueron considerablemente más empáticos e incluso condescendientes con las personas atractivas versus las que no lo eran. “Probablemente está muy arrepentido”, “es un delito no violento”, “seguramente necesitaba el dinero para algo importante”, fueron algunas de las justificaciones para dar bajas sentencias a los delicuentes atractivos.
Esta idea de que las personas bellas obtienen beneficios en el diario vivir es lo que se conoce como pretty privilege o el privilegio de la belleza.
La escritora norteamericana Sesali Bowen, explicó en una entrevista para la BBC que Pretty privilege es un fenómeno real y ha sido corroborado por diversas investigaciones. “Las personas que son consideradas tradicionalmente bellas tienen mayores posibilidades de encontrar trabajos, mejores salarios, más oportunidades en distintos ámbitos”, comenta Bowen. Y el privilegio de ser bellos se refiere precisamente a aquellas situaciones de la vida en las que la apariencia física actúa como un punto a favor al que solo algunos pueden acceder.
Si bien la belleza es un elemento que la cultura popular releva a la cima de cualquier pirámide de atributos, no es solo la influencia de los medios, la música y el cine lo que nos hace poner el atractivo físico sobre un pedestal. Según el artículo Facial Attractiveness is Appreciated at a Glance, publicado por investigadoras de las universidades de Yale y Pennsylvania en la Revista de la Asociación Americana de Psicología, la preferencia por Individuos atractivos se produce desde el principio del desarrollo humano. Sugieren que la percepción de la belleza puede ser innata ya que, desde bebés preferimos mirar caras atractivas en comparación con caras poco atractivas. El documente explica que se considera que las personas que son atractivas tienen una variedad de características positivas, y estos rasgos se activan de forma rápida y espontánea cuando vemos sus caras. Por ejemplo, se considera que las personas más atractivas son más sociables, altruistas e inteligentes que sus contrapartes menos atractivas.
Y esta práctica de asumir cosas buenas a partir de la belleza se debe al efecto halo. Es decir, a partir de una de las características de la persona —en este caso su belleza— extrapolamos esa cualidad positiva a todos los demás ámbitos. Asociamos el atractivo físico a características intangibles de las que no tenemos información. Esos espacios en blanco los rellenamos asumiendo una serie de cosas a partir de la belleza de una persona. Javier Romero Ocampo, sociólogo y psicólogo, Doctor en Estudios Americanos, especialista en pensamiento y cultura, confirma que, en psicología social, este fenómeno se produce por el efecto halo. “Suponemos una serie de características de una persona o conjunto de ellas a partir de un elemento aislado”, comenta. “Si una persona cumple con cánones de apariencia física deseados y reforzados por una sociedad atribuimos que dicha persona o grupo social es de buenas costumbres, comportamiento adecuado, etcétera”. El especialista agrega que, esto funciona tanto de manera positiva como negativa. “Se puede estereotipar a las personas o grupos e incluso generar discriminación. Esto es importante en procesos de migración como los que estamos viviendo y el aparecimiento de la diversidad de tipos humanos y las atribuciones que hacemos, las valoraciones que hemos construido como sociedad”.
Por otra parte, el documento publicado por las académicas norteamericanas confirma que se considera que las personas que son atractivas tienen una variedad de características positivas. “Tendemos a considerar a las personas más atractivas como más sociables, altruistas e inteligentes que sus contrapartes menos atractivas”, explica. Y agrega que “estas evaluaciones positivas y el comportamiento hacia personas atractivas probablemente se relacionan con la creencia de que el atractivo externo significa cualidades internas positivas”. En otras palabras, lo que es hermoso por fuera, también es hermoso por dentro. Pero hemos aprendido que, juzgar el libro por la portada, nos puede llevar a errores. Javier Romero explica que, a lo largo de la historia, siempre ha existido un culto a la belleza que permite que este fenómeno exista. Y si bien nos encontramos en una época en la que la apariencia física es particularmente importante, asumir bueno a partir de lo bello, no es una práctica nueva, mucho menos una positiva. “Es parte de las formas de cómo vivimos”, comenta el sociólogo. “Pero cuando generan exclusión, maltrato escolar, prejuicio y marginalidad estamos frente a un problema social”, agrega. El privilegio de la belleza muy probablemente nos induce a errores y a tratar de forma diferente a quienes poseen rasgos físicos atractivos sin siquiera conocerlos. “Suponer que alguien es mejor o peor por la apariencia física es algo que evita fundar las relaciones sociales e interpersonales sobre la base del conocimiento del otro y la valoración de los demás”, explica el sociólogo. Esto lleva a que, en muchas instancias, las personas obtengan un trato de ventaja sobre otros solo por su belleza y, al contrario, que personas sistemáticamente perjudicadas simplemente por tener una determinada apariencia física. Pero, tal como explica Javier Romero, la ciencia también ha mostrado que se trata solo de una asociación que realiza nuestra mente cuando carece de elementos para emitir un juicio fundado. Pero no hay datos que puedan confirmar que en esos casos estamos realmente en lo cierto y que la belleza física no es más que simplemente eso. Un atributo agradable a la vista.