Son las 9 a.m. y la enfermera Claudia Burgos (34) termina de dar las últimas instrucciones a sus colegas del equipo de urgencia respiratoria de la Clínica Alemana. Viene 'saliente de turno', es decir, estuvo toda la noche atendiendo pacientes. A pesar del cansancio, revisa que todo esté en orden. Se detiene en los estantes de implementos y mira con cierta angustia. "Hace algunas semanas esto estaba lleno, pero tuvimos que empezar a racionalizar el stock. Ese es nuestro mayor temor, que llegue un momento en que la pandemia se desborde y no contemos con los implementos necesarios para atender a toda la población enferma. Y para cuidarnos a nosotras mismas", dice.

Desde que llegó el Covid-19 al país, todo se ha vuelto más estresante para Claudia. Trabaja en una de las comunas donde se han presentado más casos, por eso ha sido estricta con que se respeten las medidas de aislamiento. "Es importante por nuestros pacientes y por la población en general. Pero es importante también por nosotras, que estamos más expuestas que el resto de la gente". Y por ende, lo están también sus familias.

Esta es la realidad de miles de mujeres del área de la salud, quienes muchas veces, además de su rol profesional, cumplen un rol de cuidado doméstico. El último Censo de 2017, reflejó que ha aumentado la proporción de hogares donde se declara jefa de hogar a una mujer, pasando de 25% a 31,5% entre 1992 y 2002, y llegó a un 41,6% en 2017. Si hablamos específicamente de los hogares monoparentales, la cifra aumenta a un 85%, lo que evidencia que en nuestra cultura son las mujeres las que están a la cabeza de los cuidados.

Esto traspasa lo privado y se perpetúa también en el ámbito público. La Encuesta Nacional de Empleo de 2019 mostró que los sectores en los que predominan las mujeres son aquellos vinculados a las labores de cuidado: en el servicio doméstico un 93%, en salud un 74% y en educación, donde hay un 71% de participación femenina.

Esto las pone a ellas en la primera línea frente a la pandemia. El último Informe Sobre Brechas de Personal de Salud del Minsal dice que, con fecha 31 de diciembre de 2016, se identifican 437.337 técnicos y profesionales de salud inscritos en el Registro Nacional de Prestadores Individuales de la Superintendencia. La mitad de los auxiliares y técnicos inscritos son técnicos de nivel superior en enfermería. Se trata de una población mayoritariamente femenina (83% de mujeres) y joven (55% tiene menos de 35 años y solo un 3% más 64), que está a cargo de la primera interacción con los pacientes.

Claudia cumple con todas estas características. Es madre de un niño de 3 años y viven solos los dos en un departamento en la comuna de San Miguel. A los meses de nacer, a su hijo le diagnosticaron una colitis ulcerosa que lo mantuvo mucho tiempo con inmunosupresores y corticoides. Con ese tratamiento entró en el rango de inmunodeprimido. Esa condición se levantó hace un año, pero de todas maneras hay que tener muchos cuidados. Por eso, cuando el país pasó rápidamente a la fase 4 de la pandemia, la madre de Claudia le dijo que había llegado el momento de aislarse y que ella se podía hacer cargo del niño por un tiempo. "Lo fui a dejar y no lo he vuelto a ver desde entonces. Me cuesta hablar de esto, porque obviamente quiero estar con él y lo extraño, pero entiendo que es un riesgo. A veces quisiera cerrar los ojos, respirar, abrirlos de nuevo y que esto haya pasado. Porque aunque llevamos pocos días separados, él es mi compañero. Lo más difícil es que no sé cuándo lo podré volver a ver".

Siempre comprometidas

Izkia Siches es la primera mujer presidenta del Colegio Médico. Por estos días ha sido una figura clave al momento de enfrentar el coronavirus. Cuenta que en el último tiempo se ha ido viendo una feminización de la medicina, pero que es un rubro en el que -como en muchos otros- aun se ve la discriminación de género. "Por mucho tiempo se han invisibilizado las labores de las mujeres y no solo eso, sino que también sus capacidades. Entre las que trabajamos en el área médica bromeamos, porque los pacientes, cuando ven a un hombre con delantal blanco, aunque sea un interno que recién está aprendiendo, le llaman doctor. En cambio nosotras somos 'las señoritas' hasta que nos salen canas", cuenta.

Muchos no consideran, dice, que además de que las mujeres tienen el mismo conocimiento y capacidades que los hombres, tienen que lidiar con todos los roles de cuidado que la sociedad ha puesto sobre ellas. "En momentos como este, en que hay una pandemia y por tanto las profesionales de la salud están en mayor riesgo, me parece importante relevar su valentía y compromiso, porque además de querer responder al país con este desafío sanitario, muchas sienten la ansiedad de tener que responder en sus roles de cuidado familiar. No me cabe la menor duda de que ampliamente van a estar disponibles para asumir esta doble labor, tal como lo han hecho a lo largo de la historia", dice Izkia.

Así al menos lo vive Carla Araneda (38), matrona del Cesfam Juan Antonio Ríos, en la comuna de Independencia. En 2016 le diagnosticaron una leucemia linfática a su hijo menor que lo tuvo un largo tiempo con quimioterapia. Actualmente, se encuentra en una etapa de remisión, sin embargo, siempre requerirá de algunos cuidados. "Quienes trabajamos en salud tenemos una vocación de servicio, especialmente quienes trabajamos en la salud pública. Acá nosotras vemos que escasean los materiales y eso nos pone en una situación de riesgo, pero al menos todas las enfermeras y matronas con las que trabajo están dispuestas a dar la pelea hasta el final. Pienso que tiene que ver con que las mujeres tenemos un rol de servicio, de protección hacia el más desvalido", dice. Dentro de su casa han aumentado los resguardos para proteger a su hijo y a toda la familia. Pero Carla sabe que si llega el momento en que alguno de ellos esté en riesgo, va a tener que tomar una decisión. "Lo más probable es que me tenga que ir a quedar por un tiempo en el departamento de mi mamá, porque en el trabajo tampoco puedo decir 'adiós, yo me voy a cuidar a mi hijo'. Si todas pensáramos de forma individual, te quedas sin soldados para la batalla. Y esta es una gran batalla".

La importancia del reconocimiento

Maite Angelo Silva (28) es enfermera de la urgencia respiratoria de la Clínica Santa María. Cuenta que desde que comenzó la pandemia ella y sus compañeras se han comprometido mucho con el tema. "Hemos tomado turnos extra porque sentimos que este es nuestro momento. Buena parte de la solución está en nuestras manos, porque somos las primeras personas a las que la gente recurre cuando se siente mal o cuando tiene dudas. Es nuestra labor entregarles la información correcta de cuidados, como que se queden en sus casas y se laven constantemente las manos", dice. Cuenta que en medio de los turnos han visto los videos que circulan en internet en los que se les agradece al personal de salud por todo lo que han hecho estas semanas por el resto del mundo. "A pesar de los turnos extra, o de que a algunas nos ha dado alergia estar con mascarillas y guantes por tantas horas, queremos seguir, porque es emocionante que tu profesión sea valorada, y más con lo que estamos viviendo. Lo hemos conversado con mis compañeras de trabajo y universidad, porque muchas nunca imaginamos que viviríamos algo así", cuenta.

A Carla también le emociona. "No solo ahora, el agradecimiento de la gente es la mejor paga para nosotras. En estos momentos y siempre", dice. Claudia complementa: "Por algo estamos acá y somos capaces de distanciarnos por un tiempo de nuestros hijos. En esta profesión somos ciento por ciento comprometidas, como en todo lo que hacemos las mujeres".