Durante sus 12 años de carrera docente Javiera Necochea ha visto profesores que se ven pillados por la pregunta de un alumno de básica y que se escabullen con la frase: "eso lo vamos a ver más en la siguiente unidad". También ha visto maestros empeñosos, pero mal preparados, que se equivocan en los conceptos y confunden a los niños; y profesoras que cuando no logran que los chicos lean en primero básico, se convencen de que "así es no más", y lo dejan para segundo y luego para tercero y llega cuarto y todavía hay niños que no pueden leer bien.

También ha oído historias de docentes que chamullan, que se equivocan al hacer un ejercicio y que cuando el alumno se da cuenta, responden que en matemáticas hay resultados "flexibles" y pasan a otro tema. Lo que más le ha molestado, sin embargo, son los profesores que entran a la sala, sacan un diario y se ponen a leer. Maestros que llegan a un acuerdo con los niños de que pueden hacer lo que quieran, pero en silencio –para que la dirección no los pille– y así pasan el año y los niños no aprenden nada.

–Eso ocurre en muchas salas hoy– dice. Javiera es directora del colegio San Joaquín, de Renca, que recibe a niños de extrema pobreza. En 2009 logró que 10 de sus 30 alumnos de cuarto medio obtuvieran puntajes sobre los 700 puntos y entraran a estudiar, por ejemplo, Ingeniería en la Federico Santa María o Arquitectura en la Chile.

Ese logro es fruto, sobre todo, del esfuerzo de los profesores que trabajan allí. Son docentes bien preparados y comprometidos. Javiera los selecciona con cuidado siguiendo dos principios. Primero: es más importante el colegio donde estudió el postulante que la universidad de la que egresó.

–Las escuelas de Pedagogía están tan mal que, al momento de enseñar, tiene mucha más influencia la exigencia que viviste en la educación básica y media– explica.

Segundo: no acepta profesores de universidades en las que no se exija PSU o donde el puntaje de corte sea muy bajo.

–Sacar 400 puntos en Matemáticas es contestar bien 7 preguntas. No me van a convencer de que, en 4 años, una universidad le puede enseñar las matemáticas que no aprendió en todo el colegio.

Un nuevo tsunami

El ejemplo de San Joaquín muestra que los buenos profesores –comprometidos y preparados– pueden hacer una diferencia en la vida de sus alumnos. Sin embargo, pocos creen que ése sea el tipo de docente que masivamente se está educando en Chile.

Hace dos semanas la prueba internacional TEDS-M vino a corroborar esta desconfianza. Se trata de un estudio hecho a alumnos del último año de la carrera de Pedagogía y en el que participaron 16 países. Chile obtuvo los peores resultados en áreas como geometría, álgebra y manejo de números. Con anterioridad, otros estudios habían indicado falencias similares. Entre ellos, el realizado por Tito Larrondo, investigador de la Universidad de Playa Ancha, quien evaluó a estudiantes al entrar a Pedagogía y al egresar. La prueba medía destrezas simples, como leer bien, redactar con claridad, hacer cálculos matemáticos básicos. La sorpresa fue que después de 5 años de universidad los alumnos no habían mejorado el nivel que traían desde el colegio. El efecto de la universidad era esencialmente cero.

Una investigación similar, pero centrada en matemáticas, hizo en 2008 un grupo de académicos liderados por los investigadores de la Universidad de Chile, Patricio Felmer y María Leonor Varas. Analizaron las mallas de las carreras de Pedagogía y descubrieron que apenas 6% del currículo se dedica a matemáticas (más tiempo dedica a música y artes plásticas). Además, las universidades no enseñan todo lo que sus alumnos tienen que pasar a los chicos de básica. Amparándose en la completa libertad existente para hacer los programas, simplemente obvian áreas enteras.

Los investigadores también sometieron a mechones y a egresados a pruebas de conocimientos y detectaron que los años de carrera variaban muy poco las capacidades: todos los estudiantes tenían bajo rendimiento en preguntas elementales. También observaron un caso patético, en el que los mechones sabían más que los que ya tenían su cartón en la mano. En la actualidad hay más de 60 universidades e institutos que cuentan con plena libertad para formar profesores. Entre ellas lanzan anualmente un verdadero tsunami de 10.000 nuevos docentes para un mercado que ofrece 7.000 plazas cada año.

Debido a esto entre 1996 y 2008 la matrícula de estudiantes de Pedagogía se triplicó: subió de 26.000 a 92.000 en 12 años. Mientras tanto, en ese periodo el número de alumnos de básica y media se mantuvo estable: pasó de 3,2 millones a 3,5. Cuando en 2008 algunos de ellos rindieron la prueba INICIA (la única medición que existe de la calidad de los egresados de Pedagogía en Chile y que es de carácter voluntario), solo 47% respondió correctamente.

-Esto es una locura, estamos comprometiendo la educación de Chile por los próximos 30 años– dice Cristián Cox, director del Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación, de la Católica (CEPPE). Cox, que fue subsecretario de Educación durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, agrega: "Lo que aquí tenemos es cero regulación sobre un recurso humano estratégico para el país. Nadie en el mundo hace eso".

La mayoría de las personas de clase media y alta piensan que sus colegios están a salvo de esta mala preparación. Patricio Felmer lo niega y cita como ejemplo la Prueba PISA, un test intencional que mide conocimientos matemáticos de los jóvenes de 14 años.

–El análisis de PISA muestra que las elites chilena no lo hace bien académicamente. Pese a los enormes recursos que invierten, sus resultados están por debajo de la elite argentina, por ejemplo. De alguna manera. nuestro sistema educacional ni siquiera con muchos recursos lo hace como debiera. Probablemente eso es resultado de la formación de los profesores", explica.

El profe Marmicoc

Para Mario Waissbluth, coordinador nacional de Educación 2020, lo que vivimos es, en realidad, el último capítulo de la destrucción de la carrera docente que se inició hace 40 años. –Frei Montalva comenzó esto cuando decidió masificar la educación. Nadie podría estar en desacuerdo, pero el problema es que lo hizo ahorrativamente y sacrificó la calidad. Con tal de tener más salas de clases funcionando le dieron el título a cualquiera. Ahí partieron los profesores que la gente apodó "Marmicoc".

Esto lo continuó Pinochet con gran apasionamiento y lo retomó la Concertación con alegría. Entendámonos: masificar descuidando la calidad es "echarle con la olla". Y la consecuencia es que hoy hay cabros que salen de la universidad, después de 17 años de estar calentando el asiento, y ¡no entienden lo que leen!

Los profesores Marmicoc de los que habla Waissbluth se han seguido produciendo, con nuevas tecnologías. La última hornada se detectó en 2005, cuando un estudio hecho por la Universidad Alberto Hurtado puso bajo la lupa medio centenar de programas especiales de formación docente. Algunoscasos notables reseñadosenel estudio eran el "Presencial sabatino", que impartían la Universidad de Tarapacá, la Central y la U. de Viña del Mar; el "Presencial sabatino más semanas intensivas", de la Austral y de la U. de Los Lagos; y el "Executive", de Las Américas (dos días a la semana más la mañana de sábado). Todos de duración variable, de menos de los 10 semestres que dura normalmente una Pedagogía. En 2005 más de 12.000 alumnos estaban matriculados en esos cursos. Tras las críticas la mayoría de las universidades empezaron a cerrar estos programas. Sin embargo, Andrea Ruffinelli, una de las autoras del estudio, sostiene que el concepto de "educación Marmicoc" inundó la formación pedagógica. "Hoy seguimos teniendo ofertas de características muy similares a los programas cuestionados, tanto desde el perfil de las personas que ingresan como de las mallas que se les ofrecen", señala.

Un dato interesante: los profesores Marmicoc pueden estar en cualquier colegio. Pero, como para ingresar al sistema municipal hay que concursar, muchos de ellos entran a colegios subvencionados, supliendo con bajo costo las deficiencias de currículo. Le preguntamos a Cristián Cox qué puede hacer una familia para saber si sus hijos están siendo educados por un profe Marmicoc.

–Para conocer el origen y la formación de los profesores no tiene otra que preguntarle al director de su colegio, el cual no tienen ninguna obligación de entregar esa información. De ese modo, una vez que obtienes tu título y entras al mercado laboral, las huellas de tu formación se borran.

Un círculo perfecto

¿Quién se beneficia con el actual modelo? Waissbluth no tiene duda. Las universidades. Al menos algunas de ellas.

–Aquí se ha generado una industria de venta de cartones espurios. No tengo nada en contra de la iniciativa privada, pero no conozco otra industria en el mundo con tan poca regulación, donde todos puedan tirar y abrazarse. Aquí tenemos una industria chanta y el mercado lleva 20 años sin arreglarla. Enarbolar la libertad de mercado para mantener la atrocidad actual me parece grotesco. Beatrice Ávalos, investigadora que dirigió el reciente estudio TEDS-M en Chile, concuerda en que algunas universidades se han beneficiado, pero dice que también el Estado es un gran responsable.

–No ha sido capaz de regular. Inglaterra, modelo de muchos economistas, tiene una regulación estrictísima: una entidad central que dice cuántos profesores se van a formar cada año. Imagínese. Desde el ojo de esta tormenta José Pedro Undurraga, rector de Las Américas, coincide en que ha faltado regulación estatal, pero no cree que las universidades privadas sean responsables. Sostiene que es todo el sistema el que tiene problema, a pesar de lo cual el país se beneficia, pues, sin duda, es bueno tener muchos estudiantes universitarios.

Para los investigadores hay otro grupo que, de alguna manera, se ha beneficiado con la actual situación: los estudiantes de colegios subvencionados y municipales. Muchachos pobres de mal puntaje que han podido acceder a créditos y que se alivian cuando no les piden la PSU. Son la famosa primera generación universitaria que lucen muchas familias pobres. El orgullo de la Concertación y la carne de esta ola de 10.000 egresados. Hay universidades que están llenas de ellos; en Santiago vienen de la zona sur y de Maipú, sus familias se han endeudado para pagar la cuota de entre 180.000 y 230.000 pesos mensuales que cuesta tener un profe en la casa. Pero es una buena inversión porque los estudios dicen que si un joven entra en el sector municipal (y trabaja 44 horas semanales, o sea, 9 horas diarias) partirá ganando 300.000 pesos. Y después de 20 años puede llegar a ganar 900.000 pesos. En un país donde el ingreso promedio está en torno a los 300.000, la carrera docente es un gran salto social.

El problema con ellos es que egresan creyendo que son profesores. Pero quienes los educan saben que no pasarían estándares mínimos. Un ejemplo es su citado fracaso en la prueba INICIA. "El resultado de INICIA es muy, muy preocupante. El alumno promedio contesta apenas la mitad de las preguntas que se le hacen y se trata de temas que va a tener que enseñar tres meses después de la prueba", dice Cristián Cox. Cuando los que hoy estudian se den cuenta de eso, es posible que se sientan estafados.

La investigadora Andrea Ruffinelli pone una alerta más en este tema. Estamos en presencia de un círculo que reduce el capital cultural de los pobres. –¿Quiénes están estudiando Pedagogía hoy? Mayoritariamente los chicos que egresan de escuelas subvencionadas y municipales. Y, como ellos tienen bajos puntajes, entran a universidades que tienen menor índice de selectividad y que, suponemos, tienen una formación más débil. Lamentablemente, cuando empiezan a trabajar regresan a establecimientos municipales o subvencionados. Entonces, lo que tenemos es que hoy el niño de educación municipal, que más necesita un mejor profesor, cuenta con el peor profesor que produce el mercado.

En esta parte del círculo al joven que creyó ser profesor y se sintió estafado hay que empezar a verlo como un nocivo docente que va a perjudicar a muchos niños durante su carrera.

Lo que viene

Mario Waissbluth explica que un mal profesor perjudica en su vida laboral a unos 2.000 niños. Es por eso que en los países con altos estándares educativos sólo se permiten estudiar Pedagogía a los más capaces. Los fineses, por ejemplo, son muy restrictivos: entran a Pedagogía sólo quienes están en el 3% por ciento superior de su PSU. Los seleccionados son sometidos luego a un duro entrenamiento y, cuando egresan, tienen el grado de magíster.

Según la matemática de la Universidad Chile, Leonor Varela, que investigó los métodos fineses, los niños no tienen más horas de clases ni les mandan kilos de tareas, ni estudian un currículo más amplio que el que se estudia en un país desarrollado. ¿Cómo logran, entonces, obtener los mejores resultados en matemáticas, lenguaje y ciencia? Varela cree la preparación del docente es una de las razones centrales. En Finlandia el maestro oye todas las preguntas e incentiva a cuestionarse más. Intenta que sus alumnos comprendan algo, pero también que avancen sobre eso. No es memoria lo que ocurre en la sala. Es reflexión.

Ese despliegue constante sólo puede hacerlo alguien que tiene un gran manejo de su materia. Un profesor que está mal formado no puede dialogar, pues le ocurre lo que Javiera Necochea describía: chamulla, se enreda, explica mal. Alguien que siente que puede salir pillado no dialoga. Prefiere el orden y el silencio. Por ello, la mayor parte de los especialistas consultados para este reportaje está de acuerdo en que no pueden seguir entrando jóvenes de 400 puntos o menos en la PSU.

¿Cómo atraer a candidatos de calidad? Hay varias propuestas para conseguirlo. Por ejemplo, hacer un esfuerzo estatal para pagarles toda o buena parte de la carrera, a los mejores postulantes, como sugiere Cox. O hacer una versión del sistema usado en Singapur, donde se fijó por ley el sueldo de los profesores al mismo nivel de los abogados e ingenieros del Estado.

En Singapur, cuenta Felmer, tenían un grave problema con la calidad de sus docentes y, cuando subieron los sueldos, muchos malos profesores se vieron beneficiados. Sin embargo, esa decisión hizo que comenzaran a postular mejores alumnos y hoy tienen profesores de primer nivel y bien pagados. Asimismo, investigadores de la Chile y la Católica elaboraron, por encargo del anterior gobierno, estándares de matemáticas, lenguaje, ciencias sociales y ciencias naturales, esto es, mapas detallados de los contenidos que deben aprender los alumnos de Pedagogía.

Son estándares exigentes que, según nos han dicho varios jefes de carrera, los actuales alumnos no podrían pasar. Los estándares de matemáticas y de lenguaje fueron entregados en marzo a las nuevas autoridades y sus autores no saben si se van a aplicar o no. En realidad, nadie sabe si el actual gobierno se decidirá a intervenir en el complejo entramado de la formación docente. ¿Qué piensan del tsunami de profesores y de los delicados temas que hay detrás? Paula quiso saber los planes del nuevo gobierno en esta materia. Después de varios intentos, el departamento de comunicaciones de la subsecretaría de Educación informó de que ninguna autoridad hablaría de otra cosa que no fuera la reconstrucción, hasta que todos los niños estén en clases.

Pedro Undurraga, rector de Las Américas

"El problema es del sistema, no de las universidades privadas"

Las Américas es una de las universidades que más egresados de Pedagogía lanza al mercado. Muchos investigadores fruncen la nariz al hablar de ella. No exige PSU a sus postulantes y aún mantiene un programa de titulación llamado Executive, que se realiza en dos días y la mañana de un sábado.

Los especialistas sostienen que hay que elevar el nivel de los postulantes de Pedagogía. ¿Por qué ustedes no piden PSU?

Consideramos que todo egresado de educación media tiene derecho a acceder a una profesión. Pensar que la PSU es el único elemento que puede determinar si un individuo puede desempeñarse en la educación superior está mal.

¿Pero quién gana con el acceso ilimitado que ofrecen ustedes?

Que haya más jóvenes en la universidad es bueno para el país. Por supuesto que muchos traen déficit, pero nosotros tenemos una pedagogía que permite a las personas acceder a los conocimientos relevantes para el ejercicio de las profesiones.

Tienen un programa Ejecutivo, en el que hay clases dos días a la semana más la mañana del sábado. ¿No le parece poco?

Eso es un prejuicio. Los estudiantes de ese programa tienen el mismo número de horas que uno que estudia diurno.

¿Puede demostrar que logran revertir la ignorancia del estudiante de enseñanza media?

La enseñanza de las matemáticas que se requiere para ser un ciudadano de la calle no es ciencia espacial, es hábito. Nuestros estudios nos muestran que hemos subido sustancialmente el rendimiento de nuestros alumnos.

¿Puede ser más preciso?

Digo que han mejorado mucho. Fuerte. A los egresados de esta universidad les fue un poquito sobre el promedio en la prueba INICIA.

Cristián Cox dice que el promedio es desastroso, que significa contestar la mitad de las preguntas.

Entonces tenemos un problema como sistema y no tienen nada que ver las universidades privadas. Si nosotros estamos en el promedio, quiere decir que la diferencia entre un proyecto que selecciona y otro que no, no existe.