Propósitos para un nuevo año: de a poco se llega lejos
Son los primeros días de enero, momento en que solemos hacer grandes planes y promesas para el nuevo año que comienza. Pero seamos honestas, muchas de ellos no llegan ni a febrero. ¿La razón? Queremos hacerlo todo de golpe. Pasar de no movernos en todo el año a querer entrenar para correr una maratón; de no leer ni un manual de instrucciones a querer devorar un libro por mes. Y claro, el entusiasmo inicial se esfuma tan rápido como las vacaciones, dando paso a la frustración.
Aunque no es una novedad, siempre es bueno recordarnos que la clave no está en los grandes saltos, sino en los pequeños pasos o lo que Matt D’Avella, director del documental Minimalism (Netflix), denomina microhábitos.
D’Avella los pone en práctica desde que dejó de marcarse propósitos imposibles. Además de cineasta, es un creador de contenido enfocado en el desarrollo personal y el minimalismo. En su canal de YouTube, comparte su experiencia adoptando hábitos simples y sostenibles, como realizar experimentos de 30 días para incorporar cambios positivos en su vida: dejar el azúcar, tomar duchas frías y abandonar las redes sociales son algunos ejemplos.
La idea es empezar con algo tan ridículamente pequeño que no puedas decir que no: una sentadilla al día, cinco minutos de lectura, o incluso dejar el celular un rato antes de dormir. Parece insignificante, pero es precisamente lo que hace que funcione, porque nuestro cerebro no se siente abrumado. Cuando nos planteamos metas gigantescas, como correr una maratón o cambiar drásticamente nuestra dieta, la magnitud del esfuerzo necesario puede paralizarnos. En cambio, los microhábitos eliminan esa sensación de imposibilidad. Hacer algo pequeño, como un par de sentadillas al día o leer una página es tan fácil, que no encontramos excusas para no hacerlo. Además, cada vez que cumplimos con ese microhábito, obtenemos una dosis de motivación al sentir que estamos avanzando, por mínima que sea.
Lo interesante de los microhábitos es que, aunque parezcan insignificantes, son mucho mejores que no hacer nada. Es una estrategia que nos garantiza que siempre terminaremos el día, aunque sea, un 1% mejor que el anterior. Y ese pequeño 1%, acumulado con el tiempo, se convierte en un cambio significativo. No se trata de revolucionar nuestra vida en una semana, sino de avanzar lo suficiente para que la inercia nos lleve a querer seguir.
Como decía James Clear en su libro Hábitos Atómicos, “las mejoras pequeñas y constantes no son llamativas, pero a largo plazo hacen toda la diferencia”.
Algunos consejos de D’Avella:
- Utiliza recordatorios visuales o calendarios para llevar un seguimiento de tus avances: marcar cada día completado puede ser una motivación extra.
- Ten paciencia contigo mismo: los microhábitos no buscan resultados inmediatos, sino cambios que realmente perduren.
- Al final, no se trata de cuánto hagas, sino de empezar: cada pequeño paso que tomamos hoy nos acerca un poco más a ese futuro que imaginamos.
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