Proyectarse en el amor: “Hay un afán a nivel sociedad por proyectarse, pero eso impide que vivamos el vínculo con naturalidad”

proyectar la pareja paula



“Cuando tenía 23 pololeé durante cinco años con quien fue mi primera pareja estable. Recuerdo que en ese tiempo, y desde el principio de la relación, todos a mi alrededor me preguntaron alguna vez si me proyectaba con él. Era la inquietud que aunaba tanto a amigas progresistas como a los familiares más conservadores que pretendían que me casara al poco tiempo de haber empezado. Y de todas las veces que escuché esa pregunta, nunca supe muy bien qué responder.

Había recién salido de la universidad, lo estaba pasando bien y me gustaba compartir con él. Nos queríamos mucho, nos cuidábamos y ciertamente había una dinámica que se podría haber extendido, si es que ambos lo hubiésemos querido, durante mucho tiempo más. Pero si me preguntaban si me quería casar con él y formar familia o establecerme –porque asumo que a eso se referían– genuinamente no sabía qué responder. Y muchas veces me sentí mal al respecto, y puse en duda si realmente me gustaba, solo por el hecho de no poder concebir esa imagen de nosotros dos de más viejos cocinando juntos en la cocina. ¿Eso significaba que no me proyectaba? ¿Estaba bien entonces querer seguir estando con él aunque no hubiera esa supuesta proyección?

Fueron muchos los cabeceos y frustraciones al respecto, porque hasta el día de hoy no sé muy bien qué tanto deberíamos explorar los vínculos con personas si es que no nos proyectamos pero tampoco sé del todo qué implica proyectarse y por qué es un pilar fundamental, o un punto de referencia, al momento de entregarse o no. Siento que a nivel societal, hay una insistencia muy incisiva por preguntar si nos proyectamos con la persona cuando nos empezamos a vincular sexoafectivamente. Pero no sé muy bien a qué se debe ese afán. Me imagino que responde a las lógicas –que bien tenemos arraigadas– del amor romántico y el emparejamiento tradicional, monógamo que tiene como finalidad última el matrimonio y la procreación. Pero eso lo sabemos, y aun así la pregunta de si nos proyectamos o no sigue siendo decisoria, como si de esa respuesta dependiera que la relación continúe o no. ¿Por qué tendríamos que relacionarnos solo con personas con las que nos proyectamos? O, por último, ¿por qué el proyectarse tiene que responder únicamente a un ‘para siempre’ o a una imagen muy consolidada y establecida?

En este tiempo que he empezado a salir nuevamente, he pensado mucho en que culturalmente estamos obsesionados con la proyección, con el proyectarnos –en los lugares, en las parejas y en distintas dinámicas– y eso muchas veces impide que vivamos esos vínculos o situaciones con plena naturalidad. Y es que partir algo y desarrollarlo únicamente porque nos proyectamos, puede condicionar ese algo y tener un impacto en que las cosas no se den tal como se deberían dar y en el momento adecuado. Empezamos a obsesionarnos con el futuro, con lo que podría ser en vez de simplemente vivir el presente y, por qué no, pasarlo bien con lo que estamos viviendo en ese minuto determinado”.

Juliana Gómez (29) es profesora de yoga.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.