En un taller que Gabriela Rodríguez realizó en Córdova (Argentina), conoció a Patricia, una mujer que tenía problemas para construir relaciones de parejas porque había sufrido maltrato y abandono. Para conocer más de su historia, Gabriela le preguntó sobre sus padres y ella le contó que era hija de madre soltera. “Había una secreta culpa en el sonido de su relato que me hizo sentir un posible asunto moral y religioso en su bloqueo”, recuerda la terapeuta en psicogenealogía.
A lo largo de la sesión, y después de actos simbólicos, la terapeuta relata que Patricia se acercó a ella y le confesó que era hija del cura de la parroquia del pueblo, información que su madre le había revelado hace poco tiempo. Una carga familiar que, sin saberlo, le había afectado. Para ayudarla a liberarse de ese peso inconsciente, Gabriela le hizo escribir a la paciente en un globo de helio la palabra culpa, que luego soltó de sus manos. “Hay situaciones particulares que producen culpa, como traicionar las creencias del clan. Pagas la culpa de haber hecho algo diferente a lo que se supone el orden familiar institucional y artificial”.
Esta experiencia que cuenta Gabriela Rodríguez en su libro La memoria de la sangre, ejemplifica, en parte, lo que es la psicogenealogía o metegeneaología, una terapia complementaria que muchas personas han escogido para sanar traumas y conflictos emocionales y sexuales.
Sobre ella, la terapeuta señala que “Consiste en revisar lo que llamamos el árbol familiar, que es un estudio que toma la información de cuatro generaciones: tú y tus hermanos, padres, abuelos y bisabuelos, pero no como datos simplemente genealógicos, sino para observar los movimientos del inconsciente familiar que es donde está el origen de los conflictos y problemas vitales”.
La experta explica que no solo heredamos una genética, sino también comportamientos psicológicos, emocionales, materiales y sexuales, que forman parte de la psiquis familiar. “Me refiero a todo el árbol familiar, que es un organismo que se mueve en el tiempo deslizando una memoria que nosotros encarnamos y actuamos en el presente sin siquiera conocer la historia completa y real de algunos parientes, que de esta manera ‘nos poseen’ para bien o para mal”.
Lo que propone esta terapia es que de una u otra forma volvemos a vivir -sin saberlo- las historias que están registradas en esa memoria indeleble. “No somos conscientes de aquellas repeticiones y entonces vivimos un destino familiar y no uno personal. Para descubrir el origen de los conflictos actuales, se estudia el árbol familiar. Si lo podemos mirar en profundidad, nos sorprenderemos con la información que arrojan las antiguas historias de los antepasados sobre tu presente. Y lo esencial es que podremos ver que debajo de todas estas circunstancias familiares, muchas veces desastrosas, hay una necesidad de sanar, de reparar y de evolucionar. La consciencia está siempre latiendo para hacernos despertar. En este punto es donde hay que intervenir con actos que sanan con la psicomagia”.
Investigar el árbol familiar, en las historias más secretas de los parientes, siempre es un viaje por laberintos de la psiquis. Para hacer este recorrido el primer paso, señala Rodríguez, es la recopilación de datos de la familia en cuatro niveles, y de abajo hacia arriba. Un estudio que se organiza así: en la parte inferior nuestros hermanos, sobre ellos nuestros padres y tíos, luego nuestros abuelos y sus hermanos y en la parte superior nuestros bisabuelos. En esos cuatro niveles se indagan los nombres, apellidos, fechas de matrimonio, profesiones, hijos vivos y muertos, abortos, enfermedades, accidentes, causas de muerte y cualquier otro dato relevante que pueda ser útil para esclarecer el árbol.
“La relación que tuvieron nuestros padres con sus padres también es un dato importante que intentaremos obtener. Recordemos que fue en la niñez cuando se fraguaron las primeras ataduras inconscientes que se imprimen en imágenes que están en la memoria”, agrega la terapeuta.
Con esta terapia se pueden tratar desde problemas económicos, emocionales y hasta sexuales. Un trabajo que debe guiarse por un experto. “Trabajar con el inconsciente es delicado, es otro lenguaje que habla a través de símbolos, y para eso se requiere un guía”, señala Gabriela Rodríguez.
Sobre qué ocurre luego de haber detectado el origen del problema en el árbol genealógico, la terapeuta explica que “Este se resuelve por medio de un acto metafórico o rito que está dirigido a esa zona que inconscientemente genera enfermedades. Ese acto es transformador porque encauza la energía y la conduce hacia la recuperación”.
Biodescondificación transgerenacional
Otra de las terapias complentarias que recurre también a la historia de nuestros antepasados es la de Biodescondificación transgerenacional. Esta estudia la evidencia psicológica-conductual que entrega la piscogenealogía; y la evidencia científica-genérica respaldada por los estudios de la epigenética.
Sobre cómo se relacionan ambas “evidencias” en la terapia, Paola Jara, experta en esta metodología, explica que “La psicogenealogía tiene como base la identificación de comportamientos visibles pero inconscientes que se transmiten de generación en generación como una forma de conexión invisible con nuestros antepasados. Según Carl Jung, estas conexiones están en la mente inconsciente y se les llama lealtades invisibles. Pueden ser positivas y traernos bendiciones y recursos que mejoran nuestras vidas como el humor, la creatividad y el entusiasmo; y negativas como tristeza u otras, impidiendo al individuo que logre sus sueños y metas”.
En complemento, agrega Jara, también se analiza la epigenética, que es una corriente de la biología que estudia la influencia del medio ambiente y las condiciones exteriores sobre los genes. “Esta corriente explica que los genes no son inamovibles como se creía hasta ahora. Las influencias del medio ambiente, incluyendo la nutrición, el estrés y las emociones, pueden modificar los genes, sin cambiar la secuencia básica del ADN, y más asombroso aún, estas modificaciones pueden pasar a las nuevas generaciones”.
Unidas ambas evidencias esta terapia se explica así: si el ancestro de una persona, por ejemplo, tuvo carencia de alimento al punto de morir de hambre o no poder alimentar a su familia, esa memoria quedará grabada en el inconsciente familiar hasta que un nuevo integrante de la familia vuelva a vivir la misma emoción. Si eso ocurre, revivirá aquel estrés heredado y su cuerpo generará un respuesta de adaptación que podría generar a su vez una patología en el hígado, que es el órgano que tiene la función de almacenar alimento para el cuerpo.
“En la biocodificación es muy importante trabajar con un diagnóstico médico, por lo que la información clínica será fundamental, como, por ejemplo, la fecha de aparición del síntoma y cualquier antecedente relevante. Luego se utilizan técnica de terapia sistémica breve con abordajes como PNL, hipnosis, visualización y otros. Lo fundamental es que la persona que consulta permanezca en contacto con sus sensaciones físicas en todo momento porque es ahí donde se manifiesta la información del inconsciente hasta llegar a expresar la emoción reprimida”, detalla Jara.
Según la terapeuta, la biodescodificación transgerenacional tiene una amplia gama de aplicación, solo excluyendo trastornos psiquiátricos graves. “Se trabaja desde enfermedades simples como un resfriado común, alergias respiratorias o cutáneas, hasta patologías más complejas como esclerosis múltiple, entre otras. Además, también se pueden tratar trastornos alimenticios como el sobrepeso, bulimia y anorexia, problemas de adicción y trastornos de comportamiento como la depresión o TOCs. Básicamente, si se manifiesta en tu cuerpo es tratable con esta terapia”.