Yaninna Chandia (35) carga con dos episodios de violencia obstétrica que sufrió durante el embarazo. El primero, en una atención de emergencia a las 27 semanas de gestación. Y luego durante el parto, que por una serie de complicaciones se dio de una forma muy lejana a la que ella esperaba. “Sé que para muchas personas no es tan terrible. De hecho me lo dijeron así: ‘ya supéralo’. Pero cuando somos conscientes de que la forma de nacer sí importa, estos hechos duelen”, cuenta esta educadora de párvulos que siguiendo el consejo de su matrona, decidió comenzar una terapia con una psicóloga perinatal que la ha ayudado a enfrentar los desafíos de su proceso de maternidad. “Siento que la psicoterapia me ha ayudado a desarrollar herramientas para poder enfrentar los diferentes conflictos. No puedo decir que estoy al cien, aún me falta un montón, pero sin duda he evolucionado para mejor”, dice.
Por mucho tiempo se ha asociado la psicología perinatal casi exclusivamente con la depresión post parto, que en Chile afecta a una de cada cinco mujeres. Pero esta rama se enfoca en prevenir y diagnosticar trastornos durante el proceso previo y posterior al nacimiento de una hija o un hijo. Abarca desde la búsqueda del embarazo hasta los dos primeros años de crianza y puede abordar una serie de problemáticas: desafíos reproductivos, muertes gestacionales, trastornos ansiosos y depresivos durante el embarazo, y como en el caso de Yannina, la violencia obstétrica.
“Lo que más se conoce, lo más difundido es la depresión post parto”, asegura Paz Bravo, psicóloga del Centro Ser Mujer y miembro de la Red Chilena de Salud Mental Perinatal (RCHSMP), quien explica que muchos otros trastornos que surgen durante esta etapa presentan síntomas que no se alcanzan a diagnosticar. “Pero eso no quiere decir que en esa mujer no haya sufrimiento”, dice.
La agrupación, creada en 2018 y que reúne a profesionales que se dedican y promueven la salud mental perinatal en Chile, busca visibilizar los temas relacionados con la maternidad en todas sus etapas, para así poner atención y hacer una evaluación temprana a cualquier trastorno que se pueda estar gestando.
La maternidad, explica Bravo, implica una serie de duelos que pueden afrontarse con más herramientas desde la terapia. Uno del que se habla poco, por ejemplo, es la pérdida de la identidad durante y después de la llegada de un hijo o hija. “Hay un sinnúmero de dificultades que tenemos las mujeres cuando nos convertimos en madres. Pasamos de ser dueñas de nuestro tiempo y dueñas de nuestro cuerpo, a ser dos personas”, explica Bravo.
“Implica un duelo con nuestro cuerpo, con nuestra libertad. Del espacio que teníamos de pareja, si es que teníamos una pareja previa al embarazo. También significa hacer una pausa para quienes desempeñaban una labor fuera de la casa y en el entorno social. La maternidad se vive muy puertas adentro”, dice.
La importancia de la salud mental para el apego
Susana (38) decidió pedir ayuda cuando su guagua tenía cinco meses, luego de optar por la lactancia diferida. “Me sentía terrible por esa decisión y por no seguir intentando el pecho. Mi temor de no conectar con mi hijo era terrible, y todo ese periodo tuve esa sensación. Mi entorno en algunos casos no lo entendía y no me sentía muy apoyada”, cuenta.
Según Francisca Wormald, psicóloga de la Unidad de Neonatología de la Red de Salud UC CHRISTUS, en los últimos años se ha avanzado mucho en reconocer la depresión post parto como un problema importante de salud pública. Pero los desafíos del puerperio –período que comprende desde el final del parto hasta la aparición de la primera menstruación– van mucho más allá de la depresión. Comprende todo tipo de sensaciones que pueden terminar en un cuadro más severo.
“Hacerse cargo de este periodo supone por sobre todo prevenir, es decir, promover cuidados y prácticas hacia la mujer que amortigüen los inevitables efectos que esta etapa de transformaciones tendrá en su cuerpo, su psiquis y su vida”, explica. Para la experta incluso es necesario ampliar la mirada hacia los hombres ya que estudios recientes muestran una mayor prevalencia de depresión en esta etapa.
La salud mental materna, dice Wormald, tiene efectos importantes sobre el desarrollo cognitivo y emocional de los niños y niñas. Estudios demuestran que una madre que cuenta con un buen apoyo de su pareja o familia y que recibe cuidado e información, tiene mayores probabilidades de atravesar este período sin mayores riesgos para su salud mental.
“Por el contrario, mujeres que están solas, que son o han víctimas de violencia, que tienen historias vinculares difíciles, que sufren un estrés postraumático al parto, entre otros, tienen mayor prevalencia de depresión y estrés, lo que incide directamente sobre el vínculo de apego con su hijo y sobre el neurodesarrollo de éste”, explica.
Bravo asegura que la compañía, el apoyo tanto familiar como médico puede provocar que este período sea de mucha satisfacción para las madres. “Podemos empezar a enamorarnos de nuestro hijo o hija, lo que favorece un vínculo amoroso entre ambos. Un vínculo sano es positivo para la mamá, para el bebé, para el entorno familiar y social”, dice.
La culpa, explica la experta, junto con la incomprensión social y el juicio, puede provocar que muchas mujeres no pidan ayuda. “Viene una sensación de arrepentimiento de haberse convertido en madres, de no sentirse capaces, de sentirse solas. Esa soledad finalmente empieza a aislar a esa mujer con la consecuente dificultad de pedir ayuda”, dice.
Falta de acceso
En un estudio realizado en 2018 en Chile, se identificó que cerca de un 40% de mujeres en la etapa de puerperio en el sistema de salud público estaba en riesgo o sufría de depresión post parto a los dos meses de vida de su hijo o hija. La principal razón fueron los problemas con la asignación de horas para consulta. Según Wormald, el no tener acceso oportuno a un especialista de salud mental aumenta la probabilidad de que el cuadro depresivo se cronifique en el tiempo. “La falta de atención oportuna en el puerperio tiene relación tanto con la baja capacidad de respuesta del sistema de salud como por la poca visibilización social de los riesgos para la salud mental materno-infantil existentes en este periodo. A esto se suma que muchas veces las mujeres viven con culpa las emociones depresivas o angustiosas ligadas al embarazo y el puerperio, lo que trae como consecuencia un aislamiento y la postergación en la petición de ayuda con el consecuente agravamiento de los cuadros de salud mental”, explica.
Bravo asegura que estos son uno de los grandes desafíos que están enfrentando como organización. “El presupuesto que hay para salud mental es bajísimo. Sólo pueden acceder quienes puedan pagarlo. Y desde ahí es un tremendo desafío y un gran trabajo poder visibilizar la psicología perinatal en el sistema público. De a poco se han ido generando espacios”, dice.