En tiempos en los que la norma es la de seguir los lineamientos de la distancia social, pareciera ser que todos los vínculos afectivos han sido puestos bajo la lupa. El periodo de aislamiento ha acelerado una tarea que hoy en día especialmente se pone en práctica; evaluar –o replantear, si es que es necesario– la manera de relacionarse con uno mismo y con el resto. Y para los que mantienen vínculos afectivos y sexuales con más de una persona, esa búsqueda adquiere ahora más relevancia.

Ser poliamoroso significa tener relaciones íntimas con más de una pareja de manera simultánea, con el consentimiento y conocimiento de todos los involucrados. En Chile no existen cifras que establezcan cuántos se identifican como tal, pero hay pequeñas comunidades en Instagram y Facebook que se han preocupado de visibilizar la opción. El 27 de marzo pasado, de hecho, PoliAmor Chile –que cuenta con 1.500 seguidores en Facebook– realizó un encuentro virtual en el que se abordaron distintas temáticas ligadas al poliamor. El llamado oficial fue el de apaciguar el encierro y reflexionar sobre los desafíos que puede presentar la cuarentena. Porque para algunas y algunos, estas últimas tres semanas han implicado una renegociación en ciertos aspectos claves de sus vidas amorosas. Y, como explica la psicóloga y terapeuta de parejas Daniela Werner, dependiendo de la configuración que tenga cada relación poliamorosa, se pueden haber presentado algunos desafíos.

Las relaciones poliamorosas tienen distintas configuraciones: algunas funcionan en base a una relación central o principal, otras tienen distribuciones más geométricas y, finalmente, otras comparten puntos en común con las relaciones abiertas. En este sentido, como explica Werner, al tener un componente sexual pero además uno afectivo –a diferencia de los swingers, por ejemplo, que intercambian parejas sexuales ocasionalmente– las problemáticas a las que se enfrentan los poliamorosos en tiempos de aislamiento son similares –aunque multiplicadas– a las que enfrenta cualquier tipo de relación.

"Si la configuración de la relación poliamorosa cuenta con una relación base, se puede mantener la comunicación con las demás relaciones a la distancia. Una opción que en realidad todos los que estén vinculados han tenido que considerar. Por suerte, ahora contamos con la tecnología para poder mantener estos vínculos, aunque sean los principales o no. Estar a la distancia no tendría por qué ser excusa para extinguir una relación poliamorosa", explica.

Para Werner, la situación que estamos viviendo nos ha hecho replantear nuestras relaciones de pareja, las familiares y nuestras formas de estar con nosotros mismos y de conocernos, independiente de nuestras preferencias relacionales. "La que vivimos es una situación de estrés que nos está obligando a organizarnos, comunicarnos y evaluar los vínculos. Y, dado que el poliamor también considera el compromiso –puede haber más transparencia, comunicación y autoconocimiento que en muchas relaciones monógamas incluso– en este formato surgen las mismas dudas que nos tienen a todas y todos inquietos".

La psicóloga clínica y sexóloga, Cristina Valdés San Martín, explica que en estos momentos en los que evaluamos cómo hemos construido –y cómo vamos a seguir construyendo de aquí en adelante– nuestros vínculos, también ha surgido la necesidad por revaluar nuestras expectativas en cuanto a las relaciones y el dónde depositamos nuestro deseo sexual. "Y en esa evaluación, hay un poco de poliamor espontáneo. La monogamia es una práctica social que se instauró inicialmente por motivos económicos y dado que actualmente las mujeres cumplimos otro rol y tenemos otra posición en la sociedad, podemos ejercer nuestro deseo sexual de maneras que hace 40 años hubiesen sido inusitadas. Como seres humanos, tenemos la capacidad de amar diversamente a muchas personas sin un contrato exclusivo. Porque el amor es algo que se construye, que toma tiempo y que traspasa las barreras de lo físico. Para entenderlo de manera simple, el triángulo del amor está compuesto por la intimidad, el compromiso y la pasión. Desde ahí se van construyendo las relaciones amorosas. Pero el compromiso no tiene porque ser exclusivo; ese mismo triángulo se puede realizar con varias personas, siempre y cuando se mantengan los resguardos éticos y de empatía", explica. Y como el poliamor no solo implica un contacto físico, sino que también compartir la intimidad, esto se puede seguir haciendo a la distancia. "No porque nos hayamos distanciados socialmente dejamos de amar a las personas", dice.

Al final, lo que aparece es un cuestionamiento transversal, que va más allá de las categorizaciones. Como explica Valdés San Martín: "Vivimos en un sistema relacional constante, donde lo que prima es la relación que tenemos con nosotros mismos y desde ahí con los demás, con la sexualidad y con las emociones. En ese sentido, lo que importa aquí es lo que se podría aplicar en cualquier contexto y es saber si la relación poliamorosa viene desde un deseo genuino de afecto hacia otras personas o más bien es una forma de escapar de alguna relación monógama en la que nos sentimos ahogadas. Desde esa respuesta, se evalúan las opciones. Porque si la persona que siente que necesita escapar tiene que tomar una decisión respecto a con quién pasar la cuarentena, ahí se puede intensificar la sensación de ahogo. No obstante, si se trata de una decisión de vida que se lleva con calma y proyección, queriendo expandirse, no debería implicar un problema".