¿Has escuchado el efecto rebote o sientes que no logras mantener un peso estable, cómodo, acorde a tu genética y que honre tu salud y en vez de ello te pasas intentado diferentes dietas y en esa búsqueda tu peso va de arriba y abajo?

Bueno, este concepto se basa en las oscilaciones de peso que suceden cuando entras y sales de una dieta restrictiva y luego, para compensar el alza, ingresas a otra.

Hay dos partes que podrían explicar este efecto. O más bien tres.

Partamos por la educación alimentaria. Se ha asumido como una educación totalmente paternalista, donde hay otro que decide por nosotras y nosotros. De pequeñas, fueron nuestros padres que con todo su amor nos entregaron y educaron con las herramientas y conocimientos que tenían. Sin embargo. no se nos educó en algo tan simple como es estar más conectados con nuestras señales corporales. No nos hacían preguntas como cuánto pollo te sirvo, qué nivel de hambre tienes o si estás satisfecha. Simplemente se servían todos los platos iguales y listo. Entonces claro que se hace difícil volcar nuestras decisiones alimentarias hacia un proceso más individual y personal si siempre hemos estado decidiendo por influencias externas e invalidando nuestras sensaciones corporales.

Siguiendo con el segundo punto, la ya hablada cultura de dietas, en donde hemos crecido en mundo que nos promueve la delgadez como un ideal de belleza para todos los cuerpos, y entregando el mensaje de que teniendo cuerpos delgados seremos más aceptadas y exitosas.

Olvidamos que el peso y tamaño corporal no sólo depende de lo que ingiero y lo que gastos, y aunque hay muchísimos factores que lo determinan, aquí destacaremos nuestra genética, esa que determina nuestro gasto metabólico, nuestras hormonas, los receptores involucrados y así muchos mecanismos complejos.

¿Involucramos todos nuestros sentidos en al acto de comer o sólo lo reducimos al hambre y saciedad? ¿Nos detenemos a sentir el olor, a ver y sentir lo crocante o lo suave? Ojo que esto no quita mucho más tiempo, sólo rompe con este automatismo que tenemos al comer cuando en la realidad, si pusiéramos más consciencia en nuestra mente, cuerpo y sensaciones, permitiríamos que todas esas partes capten que estamos comiendo. Independiente de lo que elijamos o tengamos para comer; una comida hecha en casa o un sándwich de un local de comida al paso, al poner más conciencia, nuestra manera de nutrir o darle energía al cuerpo, no seríamos esclavas y esclavos de las dietas, sino comenzaríamos a crear nuestra manera de alimentarnos, con características tan propias como elegir alimentos que nos sacian lo suficiente, que nos gustan, que disfrutamos, nos nutran y que tengamos disponibles.

Independiente de la educación y la disponibilidad alimentaría que tuvimos, podemos re-aprender y empoderar nuestra forma de comer, soltar la cultura de dieta, volcar la consciencia a nuestra cuerpo y confiar en que podemos comer de una manera libre, que ponga como foco principal a nuestras necesidades. Conocer nuestras formas, explorar que comemos por múltiples razones y todas ellas son propias, obviamente también teñidas de nuestro entorno, pero no necesitamos de una guía externa que nos dirija de una forma absoluta y reducida a lo que es el acto de comer.

Un estudio publicado en la revista Obesity Reviews en 2016 encontró que el weight cycling se asoció con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares. Otro estudio publicado en la revista American Journal of Epidemiology en 2017 encontró que el weight cycling se asoció con un mayor riesgo de diabetes tipo 2.

Entrar y salir de dietas no solo daña nuestra salud, sino también daña nuestra relación con la comida.

Camila Quevedo Truan es Nutricionista – Health Coach (Instagram: @camilaquevedot).

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