Gabriela Soto (24), estudiante de psicología, nunca se había cuestionado activamente su sexualidad hasta que, en la universidad, sus amigas se lo preguntaron. Mientras para ellas enamorarse y sentir deseo sexual era algo cotidiano, Gabriela no demostraba el mismo interés. "Muy sinceramente dije que no tenía idea", cuenta. "Hasta ese momento mi orientación nunca había sido tema, pensaba que el interés en el sexo y el amor podían llegar, pero daba lo mismo si llegaba o cómo llegaba".

Alex Espinosa (26), estudiante de informática, tuvo una experiencia similar. Aunque empezó a pololear a los 15, no sentía atracción sexual por su pareja. Se lo explicaba a sí misma diciéndose que era "niña" y que el despertar sexual que vivía su entorno era un adelanto de la adultez. "Me ponía muy a la defensiva, pensaba que todos estaban mal y yo estaba bien", cuenta.

En el caso de Camilo Antilef (33), realizados audiovisual, las experiencias sexoafectivas fueron parte de su vida desde los 12 años, "pero tampoco sentía mucha afinidad por lo sexual. Conocí a varios chicos que fueron amables, pero cuando se aproximaba el sexo, lo rechazaba", dice. La parte afectiva tampoco la sentía. "Pensaba que no sabía demostrarlo, que estaba fallado, que nunca iba a aprender a querer", cuenta.

Actualmente Alex se define como asexual panrromántique, Gabriela como asexual grisrromántica y Camilo como arromántico, "fluyendo entre lo demi y lo gris sexual", dice. Orientaciones que son parte del espectro asexual o ace umbrella, desde donde la atracción sexual y romántica se define como alosexualidad y alorromanticismo.

Una persona asexual, de acuerdo asexuality.org, wiki oficial de la comunidad, es una persona que no experimenta atracción sexual hacia otras personas. Ser arromántico es no sentir atracción romántica y/o afectiva. Lo demisexual o demirromántico implica sentir atracción si previamente se ha establecido un vínculo; el panrromanticismo define una atracción a una o más personas independiente del género, mientras que el área gris habla de que la atracción se siente con baja frecuencia y/o baja intensidad.

El espectro asexual tiene una historia de visibilización desde 2001, cuando surgió en internet la primera comunidad asexual, Aven, la Red para la Educación y Visibilidad de la Asexualidad, actualmente disponible en varios idiomas.

Aven cuenta con más de 80.000 miembros. En un primer momento, su activismo se dirigió a la despatologización de la asexualidad, considerada como "una disfunción sexual", y como síntoma del "desorden de deseo sexual hipoactivo" o "desorden de aversión sexual", patologías actualizadas en el DMS-5, donde se excluye la asexualidad de dichos trastornos.

En Chile, la primera comunidad asexual se formó en Facebook en 2012. Desde entonces han pasado por varios nombres y subgrupos. Actualmente son Asexuales y Arromántiques Chile -@AseArroChile en Instagram- con cerca de 1300 miembros, comunidad donde Alex, Camilo y Gabriela son activistas.

Una historia de la asexualidad

La historia de la comunidad asexual señala como primera evidencia de su existencia la escala de Alfred Kinsey, que en 1948 incluyó, entre la heterosexualidad y la homosexualidad exclusiva, un punto "X" que identificaba a un grupo que no respondía a estímulos eróticos. Posteriormente, en 1980, el modelo de Michael Storms, publicado en el Journal of Personality and Social Psychology, incluiría la asexualidad junto con la bisexualidad dentro de las posibles orientaciones, definiendo cada una en función de las fantasías eróticas presentes en el individuo.

De acuerdo a Storms, la asexualidad es propia de "individuos que presentan bajos niveles de fantasías eróticas heterosexuales y homosexuales", según explica en el artículo Revisión narrativa de la asexualidad en la especie humana como una orientación sexual, de Florencia Catri (2017). El mismo artículo consigna que hasta 2004, cuando un estudio reveló que el 1% de la población británica jamás había sentido atracción sexual por nadie, la asexualidad había sido mayormente ignorada por la comunidad científica.

La consecuencia de los pocos trabajos e investigaciones sobre asexualidad es su invisibilización y discriminación como posible orientación sexual. "Hay mucha acefobia, incluso dentro de la comunidad queer", explica Gabriela. "Se piensa que no es normal, se cree que es un problema de libido. Desde lo social, se nos excluye, nos tratan de raros y raras, y en casos más extremos, se vive la presión de las parejas a tener sexo, llegando a vivir agresiones sexuales por ser ace", explica Gabriela.

Alex, en particular, cuenta que vivió mucha presión de su entorno para tener sexo, por lo que antes de asumirse como asexual, su falta de atracción sexual se convirtió en un problema. "Primero fui al médico, después fui al psicólogo. Lo último que hice fue buscar un chamán para que me viera las vidas pasadas. A mi pareja le afectaba, pensaba que podíamos tener más cercanía física, y no entendíamos qué estaba pasando", dice.

En el caso de Camilo, cuenta que después de sus 20 años tuvo la confianza de decirle a una pareja que no quería tener sexo. Que se sentía extraño. "Ella fue quien me dijo que quizás era asexual. "Le dije 'no lo creo, porque he tenido sexo'. En ese entonces asumía, desde mi ignorancia, que la gente del espectro asexual, no había tenido sexo o no sentían interés", cuenta Camilo.

Alex, por su parte, antes de investigar, pensaba que la asexualidad era una moda, "y no estaba abierta a profundizar en lo que significaba", confiesa. Gabriela había leído sobre asexualidad en internet, "y cuando mis amigas me lo consultaron, volvió a mí la idea de que podía serlo. Nunca había sentido atracción sexual por nadie y la etiqueta me hacía sentido", dice.

Investigando, Alex dio con varios testimonios de personas asexuales alrededor del mundo, y decidió identificarse así. "Fue duro darme cuenta de lo que significó no haber sabido lo que me estaba pasando y que muchas veces me quisieron corregir. Asumirlo implicó aceptar que nadie puede obligarme a tener sexo", explica. En ese sentido, comenta que la asexualidad no es lo mismo que el celibato, ya que "el celibato implica una decisión, abstenerse de tener sexo pese a tener deseo, en cambio la asexualidad es una orientación sexual. Yo no siento atracción sexual", dice.

Camilo dice que en general no siente atracción sexual, "quizás tres días al año siento deseo sexual por alguien". Durante el último año, ha tenido vínculos afectivos, incluso sexo casual "con amigues, chiques no binaries, personas de mucha confianza", cuenta. "Por ahora, me siento cómodo contándoles cómo me siento. Mi interés en el sexo es casi educativo, por ejemplo, me gusta que mis amigues alosexuales me cuenten sus experiencias, mientras yo les cuento cómo fluyo por la asexualidad", dice.

Gabriela, por su parte, después de asumir su asexualidad, comenzó a explorar su orientación romántica. "Es muy difícil para mí identificar la atracción romántica. La idea del romance no me agrada tanto", confiesa. Actualmente tiene una pareja alosexal y alorromántica, con quien conversa los límites sexuales y amorosos a los que pueden llegar.

"No puedes presionar a una persona ace a que tenga sexo o a una persona arro a que se enamore", explica Gabriela. De ahí que otro término que propone el espectro asexual es la amatonorma, "que es la idea de que el amor es el objetivo último que todes persiguen. Eso es lo que a muches nos hace pensar que lo que puedes dar no es suficiente", comenta Gabriela.

Carola Franch, antropóloga y especialista en estudios de género de la Universidad de Chile, explica que vivimos bajo la heteronorma, un régimen sexual y amoroso que impone la heterosexualidad y la monogamia como única forma de unión y de afectividad legítima. "Todos nos sometemos a esta norma, pensamos que es lo natural, cuando no necesariamente es así. La heterosexualidad es lo normal para la reproducción, pero la reproducción es solo un ámbito de la sexualidad", dice.

Dentro de la comunidad asexual se considera que "la asexualidad y el arromanticismo son inherentemente queer, en el sentido que se alejan de la heteronorma y el heterorromanticismo", explica Gabriela. En ese sentido, la comunidad asexual reivindica el "A-pride" u orgullo asexual, que incluye la demanda por una mayor sensibilización social sobre el espectro asexual, además de la denuncia de la discriminación, aislamiento y la medicalización a la que son sometidos algunos miembros de la comunidad.

"Como no sabemos mucho de la asexualidad, tendemos a pensar que son personas ostras, que no quieren vivir con gente. Pero lo que hace nuestra heterosexualidad es limitar las opciones sexoafectivas. Y así nos vamos enclaustrando, porque nos dejaron solo una opción para entender nuestros cuerpos y nuestros deseos", comenta Franch. "Lo que hace la disidencia sexual es generar repertorios para mostrar la multiplicidad de opciones sexoafectivas que pueden estar operando y fluyendo en distintos momentos".