Que llegue enero: el estrés de fin de año es una carga invisible para las mujeres
Hacer calzar las fechas de las reuniones familiares sin ofender a nadie en el proceso, planificar y cocinar los menús, las colaciones compartidas, asistir a matrimonios, graduaciones, organizar la fiesta de la oficina, correr a las reuniones de apoderados, coser disfraces, cuidar a los hijos cuando salen de vacaciones, ir a buscarlos, ir a dejarlos, protegerlos del sol, entretenerlos, lavar y guardar la ropa del colegio, desempolvar la de verano, cuidar a las personas mayores, comprar los regalos de los niños, de los suegros, de la amiga secreta, envolverlos, armar el árbol de navidad, decorar, lavar los platos, ordenar la casa, despedir a quienes se van, recibir a quienes llegan.
Así es diciembre: cargado de actividades, celebraciones y decisiones que tomar. Un mes que puede drenar a cualquiera. Pero, ¿recibimos por igual esta oleada de deberes, planes e infinitas preguntas? Según la académica de la Universidad de Chile, Johanna Camacho, los estereotipos de género suelen reforzarse en esta época del año a través de distintas situaciones que están marcadas por el cierre del año escolar y la temporada de Navidad. Las mujeres, explica Camacho, que históricamente se han encargado de este tipo de labores, tienen una “sobrecarga evidente” y en diciembre este rol se vuelve crítico: ellas se convierten en las grandes administradoras de todas las actividades de fin de año. “Además de las labores de cuidado físico, las mujeres tienen una carga mental muy grande porque tienen que tomar muchas decisiones con respecto a todas las situaciones que se viven en este contexto”, dice.
Y a pesar de que la participación masculina en las tareas del hogar se ha incrementado en los últimas años, muchas veces son las mujeres las que siguen recibiendo preguntas sobre qué se comerá, qué se regalará, cuánto calzan los niños, cuál es la talla de un familiar y a qué hora es la reunión. Según una encuesta de la CEPAL, las mujeres dedican el triple del tiempo que los hombres a las tareas domésticas no remuneradas.
Caos mental
Jennifer Conejero, psicóloga de la Clínica Santa María y académica de la Universidad de Chile, las mujeres tienen una sobrecarga mental que tiene que ver con realizar sus trabajos remunerados sin dejar las obligaciones domésticas de lado. Y en meses como estos, las desigualdades se exacerban. “En esta época de celebraciones familiares, de juntas con los amigos, de compras, entre otras cosas, se produce un estrés adicional en las mujeres. Sumado a esto, en los trabajos remunerados habitualmente se le encarga a una mujer hacerse cargo de las celebraciones de fin de año”, dice.
Socialmente, explica, la preocupación por los detalles y el cuidado de otros se le sigue atribuyendo a las mujeres. Y este carga puede generar desánimo, falta de motivación, y la percepción de que no se podrá disfrutar realmente de estos eventos. Si la carga es aún más intensa, las personas pueden sufrir ansiedad, sensibilidad, cambios en el humor y cansancio.
Para Camacho, este desequilibrio está ligado a una falta de corresponsabilidad en todos los sectores de la sociedad. Algunas de las medidas que se han tomado, explica, como el teletrabajo y la flexibilidad para las madres y cuidadoras, siguen reproduciendo el estereotipo de que son las mujeres las principales encargadas de los cuidados. “No han permitido abrir estos temas hacia los hombres. Ellos también pueden dedicar tiempo a las labores de cuidado, podrían ser más partícipes de los permisos por paternidad. Hay que visibilizar que las labores de cuidado no son solamente para las mujeres sino que ellos también deben involucrarse”, dice.
Conejero asegura que la falta de equidad en las labores –que ha ido disminuyendo en las generaciones más jóvenes– irá de la mano con permitirle a los hombres expresar más sus afectos, lo que les permitirá desarrollar herramientas para compartir estas tareas. “No hay que olvidar que muchos de los prejuicios respecto a las labores de cuidado vienen de las familias de origen y los roles sociales”, dice.
¿Qué hacer? Organizar, soltar y decir que no
Para sobrevivir a esta época del año, Conejero aconseja tomarse un tiempo para organizarse con la familia, con la pareja o con el núcleo más cercano. No se trata de que las mujeres digan lo que hay que hacer o que se encarguen de repartir las tareas, porque eso también produce una sobrecarga mental. “Hay que ser proactivos para dar ideas y llevarlas a cabo”, dice. Se puede, por ejemplo, hacer una lista con todas las personas a las que se les dará un regalo y dividirla. “La idea es quien esté a cargo de ese regalo lo piense, lo busque y lo compre”, dice.
Hace un llamado a que las mujeres aprendan a soltar las responsabilidades. “Si las cosas no resultan perfectas, hay que tratar de tomárselo con humor. Hay que quedarse con lo bueno de pasar un rato con los seres queridos, que es el mejor regalo que podemos hacer”, dice. Por último, las fiestas deben ser un espacio para compartir y disfrutar si así se desea, dice. Por lo tanto, es válido decir que no todas las veces que sean necesarias a eventos y exigencias, será el primer paso hacia un cuidado del espacio y los deseos propios.
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