Cada año la multinacional de investigación de mercado Ipsos hace una encuesta para medir el nivel de felicidad por país. Este año, la bajada fue: ¿Qué hace feliz a la gente en la Era del Covid-19? Y las respuestas mostraron que el promedio de prevalencia de la felicidad en el mundo prácticamente no ha cambiado en 2020 respecto a 2019, donde se redujo solo un punto porcentual del 64% al 63%.
Sin embargo, cuando se hace un desglose de las distintas naciones, hay algunos datos significativos, particularmente en Latinoamérica.
Entre los 27 países encuestados, la felicidad prevalece más en China y los Países Bajos. Aproximadamente 9 de cada 10 personas en cada uno de estos países se describen a sí mismos como “muy” o “bastante” felices (93% y 87%, respectivamente). Le siguen Arabia Saudita (80%), Francia y Canadá (ambos 78%). En el otro extremo, donde menos de la mitad de los adultos dicen estar felices, está Chile (35%) y varios de nuestros vecinos: Perú (32%), España (38%), Argentina (43%), Hungría (45%) y México (46%).
Y si se comparan las cifras con las del año pasado, solo dos países de América muestran ganancias entre 2019 y 2020: Argentina que sube 9 puntos y Brasil, 2. Sin embargo la mayoría baja, de hecho Perú, Chile y México experimentan caídas de dos dígitos en comparación a 2019 (-26, -15 y -13 puntos, respectivamente). Se observan también caídas de casi 10 puntos tanto en Canadá como en Estados Unidos (-8 y -9), aunque los adultos de estos países dicen ser los más felices de la región (78% y 70%).
Alejandra Ojeda, socióloga y parte del equipo que entregó los resultados de la encuesta, explica que muchas de estas cifras tienen que ver con que las personas han resentido fuertemente el nivel de incertidumbre en que se ha vivido prolongadamente. “Sin embargo, en tiempos de pandemia, aunque se podría esperar que el nivel de felicidad baje en todo el mundo, la realidad no es así. El promedio de los 27 países medidos se mantiene estable y, en ese sentido, lo que ocurre en Chile es bastante particular. Se ha vivido una doble crisis en este tiempo, porque partimos antes de la pandemia con un cambio de contexto, de orden social a partir del estallido”, dice.
Y ese cambio de orden social –agrega Alejandra– nos hizo también replantear muchas cosas. “Aparecieron temas que siempre existieron, pero que los teníamos escondidos como país. Desde ese momento se nos hacen evidentes las desigualdades y todas las carencias que parecían individuales, cuando se toman el espacio público, nos hacen ver que no son solo un problema personal, sino que compartimos los mismos dolores con nuestros vecinos y con nuestra comunidad. Y en ese contexto llega la pandemia, por tanto la baja en los niveles de felicidad en nuestro país, es el resultado de un año de cambios profundos en nuestras vidas, ingresos, trabajos y formas de relacionarnos con las otras personas”.
¿Qué nos hace felices ahora?
Entre las 29 fuentes potenciales de felicidad medidas, las personas de todo el mundo declaran tener más probabilidades de obtener la felicidad de la salud y bienestar físico (55%), la relación de pareja (49%), los hijos (49%), sentir que su vida tiene sentido (48%) y sus condiciones de vida (45%). “En comparación con la encuesta prepandémica realizada el año pasado, las fuentes de felicidad que más han ganado importancia a nivel mundial pertenecen a las relaciones, la salud y la seguridad. Por otro lado, el tiempo y el dinero han cedido terreno como motores de la felicidad”, explica Alejandra.
En Chile, las cinco primeras fuentes de felicidad son salud o bienestar físico (66%), sentir que la vida tiene sentido (66%), tener un trabajo o empleo significativo (62%), seguridad y protección personal (61%) y sentir el control de la vida (60%). Ojeda dice que “estas cifras demuestran que para las y los chilenos, la felicidad actualmente radica en tres grandes factores: la salud, el sentido de nuestras vidas y el nivel de control o seguridad con el que enfrenta el contexto de incertidumbre. Nuestras prioridades son una clara expresión del momento histórico que atraviesa el país, que nos ha llevado a repensar nuestras vidas y enfrentarnos a temas que no estaban en nuestra conversación cotidiana, como la enfermedad o el fallecimiento de personas cercanas”.
Si se analizan esas primeras cinco fuentes de felicidad y se comparan con las del año pasado, lo que ocurre es que pasan a un segundo nivel aquellas que están relacionadas con la familia o las condiciones de vida. Y eso se explica porque “la familia es en muchos casos, el único espacio donde seguimos teniendo el control, lo que se ha mantenido estable. Así, el contexto familiar –que en Chile históricamente ha sido muy importante como un indicador de felicidad– pasa a segundo plano y entra aquello que no logro controlar y que por tanto anhelo para lograr tranquilidad y felicidad, como la salud, la seguridad y el trabajo”, aclara la socióloga.
Lo otro interesante y que según Ojeda puede ser una reflexión importante para el futuro del país, es que retroceden ítems relacionados con los aspectos económicos. “Las posesiones materiales, tener más dinero o incluso la economía del país ya no se muestran como los primeros indicadores de felicidad. Esto refleja que hay otras cosas que se volvieron más importantes y que pusimos el foco donde teníamos que ponerlo”, dice y concluye: “Estamos en un proceso de reflexión, lo que es muy esperanzador, pero eso no quita que hoy estamos muy golpeados”.