“Tengo diabetes tipo 1, y a los 29 años me enteré que estaba embarazada. Siempre supe que en algún minuto iba a ser mamá, pero hasta entonces mi relación con la maternidad aún era lejana. Y es que cuando tienes diabetes, hay mucho miedo en torno al tema. En general, los doctores ponen énfasis en la planificación, porque cuando eso no sucede y tienes una enfermedad de estas características, hay muchas probabilidades de que todo salga mal, que la guagua venga con malformaciones o que el embarazo se complique.

Como tengo un ciclo súper regular, cuando ya tenía un día de atraso me hice un test y me salió positivo. Fue como un balde de agua fría. No solo porque no estaba planificado -tal como me lo habían dicho los doctores tantas veces-, sino porque tampoco me lo esperaba. Yo pensaba que esto podía pasar a los 35 años, después de haber hecho un magíster o viajado por el mundo, que son las cosas que se supone uno tiene que hacer en la juventud. Pero, como muchas cosas en la vida, simplemente pasó.

A las 5 semanas fui a mi primer control con un ginecólogo. Cuando le dije que mi embarazo no había sido planificado, se le desfiguró la cara y me retó. Me trató de irresponsable y me dijo que no tenía nada que celebrar y que no le contara a nadie porque las probabilidades de perder a la guagua o que tuviera problemas eran altas. Según él, todo esto era mi culpa. Fue un súper shock, porque en vez de darme ánimo y decirme ‘estás en esta, hagámoslo lo mejor posible’, me tiró al piso.

Durante harto tiempo estuve mal, sintiendo una tremenda carga. Pensaba que no iba a poder con este embarazo. Además, yo no tengo la bomba de insulina que, en general, permite un mejor control metabólico en el embarazo al estar asociado a un monitoreo continuo. Si antes me inyectaba insulina una vez al día, ahora tenía que hacerlo 12, a cada rato: antes y después del desayuno, antes y después del almuerzo, antes y después de la once, antes y después de acostarme, y así. Era horrible, mi piel era como un colador. Tenía que estar 24/7 pendiente del tema.

La carga psicológica era grande porque tenía a toda mi familia atenta y con los ojos sobre mí. Todos sabían que lo que comiera o hiciera podía afectar la salud de la guagua. Al final, aunque estaba rodeada de gente, me sentía sola, porque nadie estaba viviendo este proceso igual que yo. No conocía tampoco a mamás con diabetes y, aunque me descubrieron esta enfermedad a los 17 años, es muy distinto cuando ya estás embarazada.

En el momento de parto estuve sola todo el rato porque tuve una cesárea de emergencia. Me dio preeclamsia, incompetencia cervical e hiperémesis, que es cuando tienes náuseas permanentes y vomitas todo lo que comes. Lo único que quería era que mi guagua saliera pronto porque estaba agotada. Me sentía físicamente muy mal. Ya cuando nació no lo vi porque se lo llevaron al tiro a la neo. No tuve nada de la hora sagrada ni de estar piel con piel. Lo conocí a los 3 días y cuando lo vi, solo podía llorar. Pensaba todo este esfuerzo, todo lo que viví, lo que sacrifiqué, lo que me dolía, fue por esto. Ahí estaba mi hijo. Lo había logrado. Estábamos vivos los dos, juntos. Ahí empezó la felicidad, aunque con todos los desafíos de la maternidad.

El año pasado, en un live de la Fundación de Diabetes Juvenil, conocí a Carolina Illanes y Carolina Palma, dos mujeres que también habían quedado embarazadas y habían sido mamás. Así fue como entre las tres creamos una cuenta de Instagram que se llama @mamascondiabetes. Y es que queríamos hacer algo para generar redes y entregar información más allá de la que aparece en la Guía “Diabetes y Embarazo” publicada en 2014 por el Ministerio de Salud. Decidimos juntarnos y actualmente tenemos un grupo de WhatsApp con 37 mamás a lo largo de todo Chile. Ahí vamos resolviendo dudas y nos hemos ido acompañando en todo el proceso. Eso ha sido fundamental para todas, porque hemos aprendido que sí se puede, y que con la diabetes, es fundamental cuidarse a una misma para poder pasar muchos años de vida al lado de nuestros hijos e hijas”.

Tania Díaz tiene 30 años y es periodista.