Más allá de la pandemia, la sociedad chilena se ha visto enfrentado últimamente cambios importantes. “A finales del año pasado vivimos un estallido social que hizo explícitas desigualdades que se veían acumulando y se tornaron insostenibles", dice la socióloga Josefa Palacios, investigadora de Núcleo Milenio para el Estudio del Curso de Vida y la Vulnerabilidad. "Luego la pandemia las agravó más: hogares más vulnerables tienen mayor probabilidad de contagio; la soledad de las personas mayores hizo más compleja su ya débil inclusión social; las mujeres hemos sido más víctimas de violencia intrafamiliar y de la distribución desigual de la carga del cuidado y labores domésticas”.
Por esto el futuro a veces puede parecer abrumador, pero no se puede olvidar que siempre podemos elegir herramientas que nos permitan combatir con la angustia o aprender formas que nos enseñen a vivir el día a día y así dejar que los hechos sociales, políticos, culturales e incluso personales pasen a su ritmo: cuando tengan que pasar.
Es importante entender que el estrés es una condición humana que se da ante una serie de situaciones que superan sus recursos y cuando ocurre ante situaciones como el estallido social, la pandemia o los cambios sociales, provocan que perdamos la capacidad de adaptarnos a los cambios y de afrontarlos. “Hemos visto nuestros propios recursos excedidos -porque las personas tienen recursos para afrontar situaciones- en la capacidad de respuesta, porque claramente ha sido un estímulo muy amenazante el tema de la aparición de un virus desconocido y con una duración indeterminada", explica la psicóloga María José Rodríguez, especializada en trastornos de ansiedad. "Hemos estado expuestos a todos estos factores durante mucho tiempo, por lo que que estamos excedidos”.
Una reacción más comunes ante es estrés es la aparición de la ansiedad, la cual -según explica la especialista- surge cuando valoramos muchas situaciones como amenazantes. Por lo tanto, existen muchas formas para buscar soluciones a las sensaciones que nos producen malestar. Una de ellas, y la más importante, es preguntarse qué nos produce angustia o sufrimiento. Y hacer de esta pregunta un ejercicio. “Sabemos que la sensación de malestar está ahí, pero ¿qué es lo que me lo provoca esto? De esta manera sabremos la razón de fondo y se nos hará más fácil trabajar en ello”, explica.
Por otro lado, resguardarse en los seres queridos, buscar apoyo en las redes familiares, amigos y otros. “Esta pandemia ha traído mucha desvinculación, distanciamiento físico y alejamiento social. Somos seres sociables y necesitamos encontrar el confort en los vínculos, por lo tanto hay que buscar apoyo en los amigos, en tu comunidad y cercanos”, asegura María José.
Otro paso fundamental es confiar. Puede que la desesperanza aparezca en los pensamientos sobre el futuro, pero volver a creer aporta una sensación de pertenencia y es ese dominio el que vencerá al agobio. “El ser humano no puede perder la creencia. Debemos creer que estos cambios políticos y sociales van a traer transformación y como ser humano y persona civil, tengo que incorporarme”, comenta Rodríguez.
“La incertidumbre siempre va a estar. No sabemos cuál va a ser el escenario político de nuestro país, no sabemos si este virus se va a acabar, si perderemos el trabajo, cómo será el futuro. Tenemos que aprender a vivir con la incertidumbre, no podemos controlarlo todo, hay que pensar de cierta forma de que el futuro no ha pasado. Se habla de la ansiedad como la enfermedad del futuro, por lo que hay que llevar la mente al presente y decir que único que se tiene es el hoy y el poder de accionar para sentirte mejor”, concluye.