¿Quién soy aparte de ser mamá?

quién soy aparte de ser mamá



Cuando tu nombre deja de ser el que te pusieron tus padres y se transforma en “Mamá”, parece difícil mirar hacia atrás y recordar quién fuiste alguna vez. Eras buena para leer, andar en bicicleta y subir cerros, pero hoy tu atención está en ese bebé que te necesita para todo y tu identidad gira alrededor de pañales y mamaderas. Ya no eres la misma y sabes que eso está bien, pero a ratos extrañas a aquella mujer que fuiste. ¿Cómo volver a ser quien fuiste? ¿Es eso posible?

Esta desconexión con la identidad anterior puede ocurrir por muchos factores, pero según la psicóloga clínica perinatal y cofundadora de Casa Natal, Paula Martínez, se trata de una especialización. “Es una estrategia de supervivencia de la especie: si la madre en esta primera etapa (al igual que cualquier hembra mamífera) no se orientara principal y exclusivamente en su cría, ésta se vería en peligro. Por esto, durante los primeros meses la madre necesita imperiosamente atender las necesidades de confort, alimentación, abrigo y desarrollo de su bebé, con lo cual su propio ego pasa a segundo plano por un tiempo”, explica.

La especialización enfocada en los cuidados se da, sobre todo, en madres primerizas, dice la psicóloga. “La primera maternidad es un rito de paso, pues hay un cambio radical, un antes y un después en la vida mucho más imperativo para la mujer porque ocurre en su cuerpo. Ella puede sentir esto como una despersonalización ya que en un primer momento no encuentra a la que era antes. Comenzará antes o después un proceso de integración de esta nueva faceta de sí misma y el resultado será una ampliación de su autoconcepto”, asegura.

Así le pasó a Valentina Manzano (24), quien se enfrentó a esa dificultad cuando dos años después de ser mamá, intentó darse tiempo para sí misma. “Volver a hacer las cosas que te gustan dos años después de que las dejaste de hacer por cuidar a tu hijo es difícil, porque llevas mucho tiempo sin ser tú. Yo ya no era Valentina, era mamá al 100%. Cuando tuve a mi hijo tenía un grupo de amigos en el que ninguno tenía hijos, y eso me hizo sentir diferente, más madura, pues ahora había una vida que dependía de mí y de mis decisiones”, asegura.

Pero no es solo un cambio biológico. Con la llegada de los hijos, esta nueva vida debe reordenarse porque cambian las prioridades, dice la psicóloga perinatal, que puntualiza en cómo la cultura y el orden social inciden en este sentir. “La excesiva idealización de la maternidad que se nos inculca desde la infancia con películas, cuentos y tradiciones familiares, no ayudan en este tránsito y la polarización de los roles de género conduce a la mujer a un ‘deber ser’ de madre, ignorando a partir de ese momento las demás dimensiones humanas de la mujer. Es como una amputación de todo el resto de la persona que tuvo un hijo o hija”, asegura.

En este contexto la coparentalidad se vuelve indispensable para que la mujer no se sobrecargue y logre tener momentos y espacios para reencontrarse con la mujer que fue. “Para tener un espacio de solitud y redescubrimiento, se recomienda conectar con la pareja, compartir los cuidados del bebé y permitir que él también asuma el rol de cuidar. Hablar sin culpa de cómo se siente, entrar a grupos de madres y compartir experiencias también ayuda. Y es que repartir las tareas domésticas 50/50 –si es posible–, es clave. Esto permite enfocar la atención en otros intereses y concentrarse en una sola tarea. Todo esto hará que el cerebro encuentre un nuevo equilibrio”, dice la psicóloga.

Marcela Ortiz (25) fue madre primeriza hace un par de años y cuenta que ha encontrado ese tiempo para ella misma en un espacio que para muchas podría resultar curioso: encerrada en el baño con TikTok. “Cuando llega mi pareja del trabajo me desligo un poco porque puedo dejarle a mi hija y finalmente estar un momento a solas. Muchas veces voy al baño y saco el celular para ver TikTok, que ahora es mi mayor distracción del ser mamá. Esto pasa, yo creo, porque soy todo el día mamá y no puedo traer a una amiga a mi casa o ir a la suya y estar enfocada sólo en ella. No puedo desconectarme de eso”, cuenta.

Olvidarnos de quiénes somos resulta, sin dudas, perjudicial para nosotras mismas y nuestras relaciones interpersonales. “Las consecuencias pueden ser varias y de distinta magnitud, además no todas las madres viven esta etapa con tanta desorientación. Pero de presentarse, puede haber un corto periodo de inestabilidad en el ánimo durante el puerperio y cuando se prolonga, puede derivar en depresión. En esta etapa la ansiedad está muy presente, junto con sentimientos de decepción, insuficiencia, culpa y rabia. Eso sí, esto va a depender de los factores que rodean la experiencia; como la soledad, la pobreza, la edad, la falta de apoyo psicosocial, la enfermedad del bebé, que son algunos de los predictores de los trastornos perinatales”, explica.

De la culpa bien sabe Valentina, que a pesar de estar consciente de no ser mala madre por salir sin su hijo, se encontraba extrañándolo y no disfrutando de sus panoramas propios. “Cada vez siento menos culpa por salir sin él y hacer las cosas que me gustan, pero cuando era más bebé, salía y tenía una reacción inconsciente y biológica. Incluso aunque sabía que no era mala mamá por dejarlo con su abuela, que sabía que lo iba a cuidar bien, si iba a ver una película se me llenaban las pechugas de leche y era un atado porque si no me la sacaba, me podía dar mastitis. Pensaba en eso todo el rato, en si él estaba bien, lo extrañaba y no me daban ganas de salir así”, cuenta.

Para revisarnos en esta nueva faceta de nuestras vidas, la especialista recomienda buscar el acompañamiento profesional especializado en perinatalidad. “Se hace necesario trabajar duelos inconclusos, tal vez abortos o pérdidas gestacionales o incluso el duelo por la vida anterior. Es un tiempo precioso para recapitular la relación con la propia madre, ya que este arquetipo se vuelve prioritario y relevante. La transparencia psíquica propia del período pone todo esto frente a la consciencia para que la persona lo elabore y lo integre de una manera sana en su nueva identidad”, concluye.

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