Rafaela Gómez, autora de Mantis: “Debería hablarse más sobre la rabia que sienten las madres”
La joven escritora recibió una mención honrosa en la categoría novela en los Premios Roberto Bolaño 2021 por su debut literario 'Mantis', donde cuenta la historia de Fernanda, quien después de una larga ausencia, vuelve a visitar la casa familiar para intentar reconstruir uno de los vínculos más complejos en la psique humana: la madre. En esta entrevista cuenta sobre su interés por explorar el lado oscuro de la maternidad en la literatura, y dice que lo hace por todas nosotras, las mujeres, las madres.
“Es un libro que va a perdurar por toda su profundidad y su belleza”, dice la escritora María Paz Rodríguez sobre Mantis, la primera novela de Rafaela Gómez, con la cual recibió una mención honrosa en la categoría novela de los Premios Roberto Bolaño 2021.
La historia entre ambas comenzó en el taller de escritura creativa que en 2020 dictó María Paz. Rafaela llegó a ese taller con una idea de lo que quería hacer; y es que siempre ha tenido un interés personal por la figura de la madre. María Paz es autora de Mala Madre (2015) y entonces ese vínculo las unió. No el puro vínculo, sino que la mirada sobre él, la posibilidad que encontraron ambas en su literatura de mirar (y mostrar) las luces y sombras de la maternidad.
En el texto haces una analogía: mantis-madre. ¿Por qué mantis?
Pensé que tenía que lograr un personaje que el o la lectora se imaginara fácilmente, sin tener que describirlo. Por casualidad me encontré con un ensayo que Salvador Dalí hace sobre la pintura El Ángelus del pintor realista francés Jean F. Millet. Dalí dice que la mujer que aparece allí tiene cierta postura y proyecta la imagen de una Mantis Religiosa –insecto que debe su nombre a sus prominentes patas delanteras, que están dobladas y juntas en un ángulo que recuerda a la posición de oración– porque tiene las manos como si estuviera rezando; y también porque el cuerpo de ella de alguna manera dialoga con el cuerpo del hombre como si se lo fuese a devorar –también una característica de la mantis–.
Lo uní con la religiosidad humana. Pensé que quería que hubiese una mujer, que es esta madre, pero que haya también una gran madre, que en el fondo, todas sean un poco madres o un poco mantis. Y que caigan en este círculo vicioso de la espiritualidad. Vincular la imagen más grotesca de la mantis como devoradora, con la de una mujer que quizás está herida, pero también de una mujer espiritual y eso mismo la hiere constantemente y hace que hiera a las otras de la familia.
¿Crees que la espiritualidad hiere constantemente a las mujeres?
Creo que en algunos casos la espiritualidad pensada desde una institucionalidad, sí puede herir a las personas y sus vínculos. En este caso, quien transmite eso es la abuela, y lo hace exigiendo pulcritud, un comportamiento ejemplar. Se puede apreciar en Clarina, la madre, que no le gusta la suciedad; o en Fernanda, la nieta, que cuando era pequeña jugaba con la corona de flores imitando ser una virgen, no una princesa. Ahí me parece que la espiritualidad en efecto está hiriendo.
¿Como una herencia familiar?
La historia está contada desde una chica joven, Fernanda, que tiene un trastorno de la alimentación y que vuelve a la casa de su madre, por vacaciones, tiempo suficiente para que ella pueda sanar y entender de alguna manera por qué está enferma, ¿quién la enfermó? Y ahí se va dando cuenta de que no es la única enferma, hay muchas mujeres enfermas en su familia; de alguna manera se han transmitido la una a la otra la enfermedad sin querer, como una herencia.
Podrías haber elegido cualquier enfermedad, ¿por qué elegiste la bulimia?
La bulimia es muy de devorar y está muy ligada a la figura de la Mantis Religiosa en mi inconsciente. Si hay una enfermedad que devora es la bulimia, o la anorexia, que hace que las personas se devoren internamente a sí mismas. Y además me pasó que me llamaba mucho la atención ese tipo de enfermedades y encontré que había un vacío literario en Chile con respecto a ellas. Las veces que las encontré –en algunos libros que leyó para escribir éste– lo encontraba muy básico, no lo trabajaban de una manera profunda. Y yo quise dilucidar con este libro que un trastorno de alimentación no ocurre necesariamente porque esa mujer quiera ser flaca, si no porque hay algo que es mucho más denso que te hace no desear comer o vomitar la comida.
¿Eso le ocurre a Fernanda?
Hay una transmisión de la enfermedad entre estas mujeres: esta madre que tampoco come, esta hija que replica eso. Pero es muy fuerte porque esta madre no come porque tiene una herida grande y de alguna manera eso le ha quitado el apetito. Y esta niña nació de ese cuerpo herido y es como si hubiese nacido con esa herida también. De alguna manera crece con ese dolor y termina replicando la misma enfermedad. En el caso de la abuela, no está tan ligada a la enfermedad alimenticia, pero sí comete ciertas acciones que derivan a que la hija caiga en eso.
Es loco que ella vuelva a sanar al lugar que la enfermó.
Sí, de alguna manera ese hogar es un lugar super infeccioso, también está la enfermedad allí. Regreso a donde mi madre, pero mi madre también es la enfermedad. Y a su madre le pasa lo mismo: ella retorna a ese pueblo donde vive su propia madre para sanar. Siempre están deseando volver. Como un retorno para poder avanzar. Ambas regresan al espacio de la madre para poder sanar y es algo que a todos nos ha pasado.
¿Ella también se cuestiona su propia maternidad?
Si ella se lo plantea muy conflictuada. Y lo liga mucho con la enfermedad: cómo una persona que no se puede alimentar a sí misma, va a poder alimentar a otro ser dentro. Y también está la idea de que la bulimia es como un exceso dentro del cuerpo que se desea expulsar, entonces ella tiene demasiado exceso, demasiado peso, y juega con la idea de que no podría soportar otro bulto dentro de su cuerpo, que con suerte puede con su propio bulto.
De hecho hay mujeres que se convierten en madre sabiendo que están repletas.
Por eso me interesaba explorar ese lado oscuro de la maternidad. Bernardita Bravo en su libro No reinas, –que leyó también para escribir su novela– habla de un infanticidio, una mamá que mata a su hijo. Pero quién habla del deseo de infanticidio; de qué sintió esa madre en ese momento o los días antes, si estaba sola, si alguien la escuchó. ¿Por qué no hablamos de eso? ¿Qué pasa si tengo deseos infanticidas? ¿Soy mala madre por eso?
Creo que debería hablarse más sobre la rabia que sienten las madres, sobre la relación con su cuerpo después de parir, la relación con los hijos, e incluso hablar de si han sentido ganas de matar a su hijo. Hablar por nosotras mismas. Hablar de por qué nos están pasando estas cosas, por qué estamos sintiendo estas cosas ¿Es bueno, malo?
¿Crees que es necesario mas voces de mujeres en la literatura?
Desde el lado literario es importante que una mujer cuente cosas que nos suceden a nosotras. No leería un libro de un hombre que se dedique a escribir sobre las madres, no gracias. Prefiero leerlo desde una mujer. Creo que ese es un paso importante; que empecemos a escribir desde nuestras experiencias, quizás no propias, pero sí colectivas. Todas nacemos de una madre, siempre recurrimos a esa idea. Y muchas veces esa idea de madre no está en nuestras vidas, o está de manera muy conflictiva y conflictuada, y este libro tiene de todo, tiene diferentes tipos de madres. Y lo bonito es que de alguna manera todas las madres se encuentran en una sola. Nos podemos ver reflejadas unas a las otras.
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