Inmediatamente después de tener relaciones sexuales muchas mujeres sienten un impulso por ir a orinar, que es completamente natural y que además cumple una función importante en el organismo. La matrona Bella Jamett explica que el útero está recostado sobre la vejiga y que al estar teniendo sexo se fricciona con el movimiento, resultando en ganas de ir al baño.
“Durante la actividad sexual aumenta la filtración glomerular a nivel de los riñones y es importante mencionar que cuando la mujer alcanza el orgasmo, el cuerpo libera hormonas sexuales como la oxitocina, que está directamente relacionada con el placer, y después de mantener relaciones sexuales, aumenta la micción que es el deseo de orinar”, explica, Katiuska Rojas, presidenta del colegio de Matronas y Matrones de la Región Metropolitana. La especialista destaca que esta orina es pura agua y de baja concentración de urea o electrolitos, por lo tanto, es normal que no sea amarillenta y ni tenga olor.
Pero además de las ganas de orinar las mujeres hemos escuchado por años que después de tener sexo tenemos que ir al baño. Y lo hacemos obedientemente, aunque no tengamos tan claro el motivo que hay detrás. “Lo importante es evacuar la orina para prevenir infecciones urinarias, sobre todo en mujeres que tienen riesgo de presentar infecciones en el tracto urinario o que padezcan enfermedades renales o diabetes”, dice la matrona. En cambio, si aguantamos esas ganas, se puede crear un caldo de cultivo de bacterias.
Jamett cuenta que las mujeres están más propensas a tener infecciones urinarias porque la uretra es más pequeña que la del hombre y que el traumatismo que se produce durante el coito favorece que las bacterias que están cerca de la salida de la uretra femenina sean empujadas a causa el roce: “Mientras más intensa sea la actividad sexual, el meato uretral se abrirá más y por lo tanto existe una mayor probabilidad de la entrada de bacterias”. “Orinar después de las relaciones sexuales favorece la expulsión de microorganismos -dado que la orina tiene un ph ácido- y esto ayuda a resguardar nuestra microbiota vaginal y también nuestra uretra. Adicionalmente, favorece la expulsión de espermatozoides al relajar nuestra vagina”, agrega.
Por otro lado liberar la orina ayuda a limpiar la zona uretral y a la vulva, que contribuye a proteger la salud vaginal de patógenos que puedan estar albergados ahí. Dentro de los órganos sexuales femeninos, el clítoris también cumple una función primordial en este sentido. “La bacteria más común que produce estas infecciones urinarias es la Escherichia coli y cuando nuestro clítoris está vasodilatado por la sensación de placer, el orgasmo también protege la zona uretral para que en la actividad sexual esta no se vea en peligro”, dice Rojas. La experta ejemplifica que la acción de este es como un sistema de seguridad de airbag que cuida la zona uretral y vendría siendo un mecanismo fisiológico y anatómico natural de nuestro cuerpo que lo protege de estos agentes externos que ocasionan las infecciones urinarias.