En los últimos años ha aparecido mucho el término red flags, en español banderas rojas. Pero ¿qué significa? Alude a señales de advertencia, actitudes o comportamientos que podrían predecir cómo podría ser una relación a largo plazo.

Son señales que pueden dar cuenta que una relación podría no ser tan saludable a futuro o que evidencien actitudes que nos hacen prender la ampolleta y prestar especial atención para prevenir situaciones que no deseemos en una relación de pareja.

Si bien creo que cada quien tiene sus propias señales, de acuerdo a su propia historia, sus relaciones anteriores y sus expectativas respecto de una nueva relación, me gustaría compartir algunas ideas que podrían ayudarnos a mirar qué no estamos dispuestos a aceptar en una relación. Identificar y gestionar estas actitudes parece esencial para construir relaciones saludables y evitar dinámicas tóxicas o dañinas.

Hay señales muy sutiles que pueden pasar muy desapercibidas, a actitudes que son muy fáciles de distinguir.

Por ejemplo, sientes que hay mucha dificultad para ponerse en tu lugar o que invalida lo que sientes de manera reiterada. Es frecuente escuchar “no es para tanto lo que te pasa” o “siempre te estás quejando”. También en estas señales sutiles se observa indiferencia ante tus logros o descalificar cómo su comportamiento te afecta emocionalmente.

Otra bandera roja que es difícil de detectar tiene que ver con las comparaciones, no sólo de sus ex, sino que incluso de amigos, que implican que sientas que no eres suficiente.

Un clásico de clásicos de señales de alerta, tiene que ver con los comportamientos pasivo-agresivos. Ignorar tus llamadas o mensajes, usar el sarcasmo disfrazado de bromas o evitar resolver los conflictos como una forma de castigo. Esta señal, si bien no es sutil, muchas veces nos deja pensando sobre si seré yo la persona responsable de estas actitudes.

La otra cara de la moneda de la señal anterior, es la actitud de dependencia. Depende de ti su felicidad, estabilidad emocional o validación. “Eres todo para mí” o “No puedo vivir sin ti”. Necesita de tu atención constante y cuando no se la das, se ofende o se ofusca.

Una red flag, variante de la anterior, podría ser una suerte de manipulación emocional, del tipo “Si realmente me amaras, harías A, B o C por mí”. Ves que hay una victimización que va en directa relación con las decisiones que tomas en tu vida.

Entrando firmemente en red flags evidentes, podemos poner ojo cuando te das cuenta que la otra persona intenta supervisar tus decisiones, actividades o incluso tus relaciones. ¿cómo? Revisa tu celular o redes sociales, insiste en saber dónde y con quién estás a cada rato o te sientes culpable por tener vida fuera de la relación. Pero, ¿por qué eso podría ser un problema? Porque podría ser una señal de deseo de ejercer poder sobre ti, desconfiando y entrando en un loop de control.

Otro ejemplo tiene que ver con la comunicación, en particular una comunicación que implique comentarios despectivos, burlas, “tallas” que sólo le parecen divertidas a la otra persona, también ser incapaz de discutir de manera calmada alguna diferencia, generando reacciones agresivas frente a algún desacuerdo, desacreditando lo que sientes o peor aún, ignorando tu expresión emocional.

Una red flag que muchas veces se romantiza, porque “sólo quiero estar con él o ella” en el inicio de una relación, es el aislamiento. No te das cuenta porque disfrutas mucho el tiempo solos, pero cuando empieza a aparecer por ejemplo la crítica a la gente que amas o insinúan que no te quieren o valoran. O te desalientan a que tengas vida social o propiciar una dependencia absoluta. Pongamos ojo ahí.

Por último, la red flag por excelencia: los celos. Reacciones irracionales y recurrentes frente a por ejemplo, tus relaciones del pasado o incluso actuales, como tus amigos. Recibir acusaciones sin fundamento o intentar limitar tu independencia para “protegerte”.

¿Qué podemos hacer si detectamos estas banderas?

Creo que en primer lugar escucharte y si algo no te hace sentir bien, probablemente, no esté bien para ti.

Asimismo, hablar con tu pareja abiertamente, comunicándole tus inquietudes, puede ayudar si lo que está haciendo lo hace a propósito o no ha tomado consciencia sobre aquellas conductas que pueden herirte. Esa conversación es clave para tu decisión.

Poner límites claros y que sean respetados es muy importante. Si sientes que eso no ocurre, probablemente no es ahí donde te tienes que quedar.

* Dominique es Psicoterapeuta -sistémica, centrada en narrativas- y magíster en ontoepistemología de la praxis clínica. Se desempeña como docente universitaria y supervisora de estudiantes en práctica. Atiende a adultos, parejas y familias. Instagram: @psicologianarrativa.