Luego del reciente estreno de la película Red de Pixar, las redes sociales se llenaron de comentarios. Muchos hombres escribieron mensajes como que se trata de una película dirigida a un target muy específico, a lo que varias mujeres respondieron. Una de ellas, la usuaria @diana_aceves_ contestó con ironía: “Dicen que la película es solo para gente muy específica (básicamente, la mitad de la población); dicen que puede ser un poco incómoda (habla de la regla, ¡que asco!); dicen que es una de las películas más raras de Pixar (que un pez hable no es raro, tener la regla sí)”.
Y es que justamente esa es la gracia de Red; que Pixar tras dar vida a muñecos, coches, monstruos o robots, parodiar a los superhéroes o hablar del alma y los sentimientos, por primera vez se mete de lleno en la compleja etapa de la pubertad de una niña y lo hace con un equipo lleno de mujeres (la directora es Domee Shi, que firma el guion junto a Julia Cho y Sarah Streicher, y la productora principal es Lindsey Collins) en un mundo –el de la animación– eminentemente masculino. Quizás por eso es que a muchos esta película les pareció ‘rara’, porque por primera vez se plasma la visión de las mujeres a las que, por cierto, nos hizo sentir muy identificadas.
La protagonista es Mei, una niña que acaba de cumplir 13 años y que ha entrado en la adolescencia. Vive en Toronto, cursa octavo grado y es muy estudiosa. Tiene tres mejores amigas (Miriam, Abby y Priya) y una pasión desenfrenada por la boy-band 4*Town. Hasta ahí todo bien, salvo por la relación con su madre Ming, una mujer cariñosa y muy sobreprotectora, que la obliga a tener horarios estrictos y le prohíbe escuchar y ver a su grupo favorito. Un día, la madre de Mei entra a su habitación y encuentra el cuaderno donde hace dibujos del chico que le gusta –el cajero del almacén–, y no encuentra nada mejor que correr a la tienda y pedirle que no se acerque más a su hija, situación que a Mei le genera un enorme ataque de vergüenza. Ahí es cuando aparece la metáfora: el intenso pudor sumado al inicio de los procesos hormonales inspiran la aparición de un monstruo en Mei, que se transforma en un panda rojo.
Así, justo en el momento en que la chica empieza a experimentar sentimientos nuevos, cambios de humor repentinos y una rebeldía que le sale por los poros, también se entera de una escondida tradición familiar. En el paso de la infancia hacia la adultez, a todas las mujeres en su familia se les despierta la bestia que llevan dentro: un panda rojo con una asombrosa capacidad para el enojo. “Cuando se convierte en el panda, éste representa todo lo que Mei no quiere ser: una niña diferente, que llama la atención, que no puede controlarse a ella misma ni las situaciones que vive, como lo hacía antes. Sin embargo, cuando decide aceptar al panda rojo, decide también aceptar que está bien no tener el control de todo; está bien ser complicada y ruidosa, hacerse notar”, dice una de las realizadoras de la película en el documental en el que cuenta cómo hicieron el film.
Y este punto es relevante y podría ser una gran enseñanza para las niñas. A las mujeres toda la vida se nos ha enseñado que debemos ser calladas, tranquilas, no llamar mucho la atención. Nos han enseñado a controlar a nuestro panda rojo, y así lo han hecho nuestras abuelas, tías y madres, como también lo hicieron las abuelas, tías y madres de Mei en la película. Hay una escena notable cuando las mujeres de la familia hacen una fila y comienzan a entrar, una tras otra, a una especie de portal en el que pasan ellas y dejan atrás a su panda rojo. Cuando llega el turno de Mei, ella decide no pasar, y con eso se rebela a la tradición familiar porque entiende que el asunto es al revés de lo que siempre le enseñaron: si no aceptas a tu panda es una maldición, si lo haces, es un regalo para toda la vida, porque podrás ser quien quieres ser. “Mei aprende que no es como su mamá y eso está bien. Logra aceptar esa parte de ella que las demás mujeres de su familia han querido encerrar”, agrega la directora.
El mensaje para las nuevas generaciones de niñas y adolescentes está claro, pueden ser quienes quieren ser; pueden sentir rabia y gritar por eso si es que es necesario, porque las mujeres no nos vemos ‘calladitas más bonitas’, como nos han querido hacer creer. “Nos costó mucho llegar a ese final porque personalmente me llevó mucho tiempo procesar mi propia relación con mi madre; tratar de entender cómo ser una buena hija para ella y al mismo tiempo ser auténtica conmigo misma”. Y es que las relaciones entre madre e hija suelen ser complejas, las tradiciones femeninas que heredamos por generaciones, sobre todo en sociedades llenas de mandatos sobre el ser mujer y también sobre la maternidad, pueden llegar a ser un gran peso; pero aún así cortar con esas cadenas no es fácil.
Por eso, el hecho de que esta nueva película de Pixar gire en torno al universo femenino y a los vínculos entre amigas, pero sobre todo entre madres e hijas, resulta tan novedoso como necesario. Se habla de la amistad y la importancia que tiene en todos estos procesos de crecimiento. Por ejemplo, cuando Mei les dice a sus amigas: “No es solo nuestro primer concierto –hablando del de 4*Town–, es nuestro primer paso para ser mujer y tenemos que darlo juntas”. Las realizadoras reflejan esa sororidad entre las chicas, que comienza a esa edad, en la que las amigas se aceptan como sea, con o sin panda rojo.
Y también se habla de temas que –aunque no lo creamos– siguen siendo tabú, como la menstruación. De forma sutil, pero no invisible, Red se aventura a mostrar la difícil etapa femenina de la transición a la adolescencia. Por primera vez, Pixar muestra el uso de compresas femeninas y hace alusiones a la menstruación; mostrando a su vez las preocupaciones adolescentes por los cambios físicos, los carruseles emocionales y todo lo que abarca el mundo adolescente femenino. El que Pixar haya decidido abordarlo en su nueva película es un paso importante para lograr la desmitificación y normalización de los tabúes referentes al cuerpo femenino. La menstruación es un proceso natural, es parte de la vida y necesita ser comprendida correctamente por la sociedad para lograr que las mujeres dejen de tenerle miedo y puedan aceptarse como son.