“Me gustas pero no quiero nada serio”, “quiero estar contigo pero no quiero ilusionarte” o “dejémoslo fluir y veamos qué pasa” son frases que probablemente hemos escuchado alguna vez cuando una relación es todavía incipiente —o incluso cuando ya no lo es tanto— y que muchas veces nos resultan completamente desconcertantes. Si bien pareciera que, el dejar fluir, tener sentimientos por alguien y al mismo tiempo no querer nada serio hablan de dos realidades diferentes, en el fondo son dos expresiones que junto a muchas otras dan cuenta de un mismo fenómeno: El rechazo que sienten las personas a establecer un vínculo estrecho con una potencial pareja. Muchas veces a pesar de ser capaces de reconocer que existe compatibilidad, interés e incluso sentimientos por ese otro, elegimos relacionarnos solo en un plano superficial, lo que pareciera ser completamente contradictorio. No es un rechazo, es una propuesta de relación líquida.

A principios de la década del 2000 el sociólogo polaco Zygmunt Bauman publicó su libro Amor Líquido en el que desarrolla la idea de cómo la sociedad actual se ha vuelto el escenario perfecto para las relaciones líquidas. Este concepto acuñado por el experto en ciencias sociales dedicado al estudio de las relaciones humanas, habla de por qué nos sentimos más cómodos con este tipo de conexiones cuando se trata relaciones de pareja, y por qué evitamos los verdaderos vínculos. Según Bauman, las conexiones son lazos que podemos fácilmente desatar cuando las cosas no van bien. Tal como su nombre lo dice, una relación líquida, es precisamente lo opuesto a lo que entendemos por un vínculo sólido, estable, en la que ambas personas acuerdan un nivel de compromiso alto. La relación líquida es extremadamente frágil. Pero, ¿por qué establecer una relación si no queremos comprometernos realmente?

Este tipo de relaciones permiten, al menos de forma superficial, satisfacer ciertas necesidades sociales de las personas. Quienes buscan este tipo de vínculos, por una parte lo hacen porque efectivamente sienten la necesidad de generar esa conexión especial con otro pero, por otra, no están dispuestas a correr los riesgos ni a invertir en un vínculo emocional verdadero que perdure en el tiempo. Esta mentalidad transaccional en la relación es algo que Carolina Ulloa, psicóloga clínica especialista en terapia de parejas @terapiafamiliaryparejas ha podido observar como una característica que fomenta la formación de relaciones líquidas entre parejas. “Se trata de relaciones superficiales, rápidamente descartables y que se miden en términos de costo y beneficio, como si fueran un servicio”, explica. La especialista agrega que el mundo de las citas virtuales a través de aplicaciones es un buen ejemplo de cómo se gestan este tipo de vínculos. “Funcionan como una vitrina para buscar posibles conexiones o no-relaciones. Porque eso ya sería demasiado compromiso. No hay temor a herir, no hay compromiso, no hay que jugársela. Y luego, si la persona va pasando ciertos filtros, avanza en etapas, pero siempre puede ser rápidamente cortada y bloqueada para no seguir lidiando con ella”, explica.

El mundo digital es una instancia ideal para que nazcan relaciones que, tal como explica Bauman, satisfacen una carencia, pero solo de manera superficial o efímera. Carolina agrega que en lo virtual se da ese “coqueteo, risas e incluso relaciones que nos permiten satisfacer esta necesidad de sentirnos atractivos y vigentes, pero sin el compromiso y la complejidad de una relación que se contrasta en la realidad, en el verse y sentirse día a día”. La especialista confirma que la satisfacción inmediata que obtenemos de relaciones líquidas es algo solo pasajero. Persistir en solamente relacionarnos a este nivel con nuestras parejas es dañino para ambos porque, no solo se generan expectativas para la otra persona sino que, incluso nosotros mismos nos engañamos al pensar que una simple conexión fácil de desatar es suficiente. “Es un riesgo relacionarse solamente de esta forma, porque tiene un costo importante. Estos vínculos superficiales no pueden llenar la necesidad básica de conexión que tenemos los seres humanos”. Carolina agrega que es fundamental para las personas el poder confiar en que alguien está ahí para nosotros. “Necesitamos sentir un refugio seguro donde podemos mostrarnos tal como somos sin ser juzgados o sin correr riesgos de ser fácilmente descartados y esto nunca te lo podrá entregar una relación desechable, donde me siento constantemente en evaluación y donde me pueden cambiar si llega algún prospecto mejor que yo. Finalmente, estas relaciones pueden traer una profunda soledad y vacío existencial”.

Si bien pareciera ser que las relaciones líquidas son una situación que se da de forma muy habitual, generalmente pasan desapercibidas. En el contexto actual es fácil disfrazarlas de espontaneidad y una actitud relajada. Esto hace que la persona que sí ha comenzado a involucrarse de manera más real, por lo general, se sienta ingenua e incluso avergonzada de tener sentimientos profundos y una necesidad de establecer un compromiso. Carolina Ulloa explica que este tipo de emociones son completamente normales y válidas. “No tiene nada de malo involucrarse o que los sentimientos vayan profundizándose. Ni siquiera podemos controlar que esto ocurra en la mayoría de los casos, así que no hay nada de qué avergonzarse si sientes que la otra persona no está satisfaciendo tus necesidades básicas de vinculación, conexión y seguridad”, explica. La recomendación a sus pacientes en situaciones como esta es siempre expresar lo que sienten. “Ante estos escenarios, recomiendo que, a pesar de la vergüenza, se atrevan a plantear lo que les pasa y sienten, porque realmente no tiene nada de malo”. Además agrega que “todos tenemos un mínimo necesario para que una relación funcione y no me sienta transgredido. Lo primero es conocer los propios límites y luego ver si podemos hacerlos calzar en esta nueva relación”, aclara. Si no se puede, no pasa nada, puede doler en el momento, pero es mejor que avanzar y proyectarse con alguien que no está dispuesto, porque inevitablemente eso traerá frustraciones y sería más doloroso en el futuro”.

Probablemente todos nos hemos sentido alguna vez entre la espada y la pared producto de una pareja que nos ofrece una relación con un futuro frágil, endeble y líquido. Ante estos escenarios, en los que generalmente hay emociones involucradas y no es tan fácil simplemente desechar la relación, sentimos que tenemos 3 alternativas. Aceptar las condiciones por desfavorables que parezcan, negociar y esperar el mejor resultado posible o rechazar y sufrir esa pérdida. Sin embargo, según la propuesta de Bauman, en este tipo de situaciones, si lo que buscamos es realmente una relación, la alternativa es solo una: rechazar. Porque, tal como explica el sociólogo, una relación líquida no es realmente una relación, es más bien una conexión superflua que, si bien no tiene fecha de término definida, sí está destinada a romperse.