“Ahora que no hablamos no tengo que fingir que me gusta el rock ácido o que me gustaría estar en un megayate con hombres importantes que tienen pensamientos importantes”, dice la canción Now That We Don’t Talk del último lanzamiento de Taylor Swift, “1989 (Taylor’s Version). Esta letra ha impulsado a que cientos de personas hagan sus descargos de relaciones pasadas en redes sociales en formato video con la canción de fondo.
Así, bajo la premisa de “Ahora que no hablamos”, muchos comparten afirmaciones que tienen que ver con límites que no se establecieron o conversaciones incómodas que no se dieron mientras mantenían un vínculo, ya sea amistoso, familiar, sexoafectivo o de cualquier tipo. La psicóloga y sexóloga Carola Fernández (@carola.fernandezn) explica que al expresar las cosas que nos molestan en un vínculo permitimos que esta relación se fortalezca: “Muchas veces tenemos la idea de que cuidar las relaciones implica evitar esto, que puede ser conflictivo, pero cuando las relaciones logran pasar por ese momento de tensión que ocurre cuando uno pone un límite y el otro responde de buena manera, el vínculo se profundiza. Al evitar un conflicto podemos estar perdiendo una llave para volver aún más seguras y sanas nuestras relaciones. No solo estamos evitando el conflicto, sino también la posibilidad de tener relaciones aún más profundas”.
Carolina Aspillaga (@carolinaaspillaga), psicóloga y terapeuta de CIDEM, comparte esta opinión y sostiene que las diferencias en los vínculos son propias de ser humano. “Es parte de las relaciones, porque somos distintos y es importante aplicarlo a cualquier tipo de relación humana y ver cuánto estoy cediendo. Es importante aprender a tener esas conversaciones que son incómodas y ponerlas en la mesa. Muchas veces nos cuesta tenerla porque tememos que el vínculo se pueda romper”, dice.
¿Cómo identificar lo que nos molesta y no toleramos?
Ante conductas repetitivas que nos resultan molestas y en las que cedemos sin decir nada, las psicólogas recomiendan partir por validar lo que sentimos de forma individual para después verbalizarlo. “Si vamos a tener una conversación sin tener validado mi sentir, seguramente no voy a ser tan clara en cómo expresarlo. Primero hay que hacer el trabajo de validarlo con nosotros mismos, así sea que lo expresemos al rato después y no sea inmediato. Más que la inmediatez, lo importante es que nos validemos a nosotros al momento de decir lo que nos resulta molesto”, explica Carola Fernández.
Al momento de validar lo que nos incomoda y sentar nuestro límite es fundamental el autoconocimiento: tener al menos una idea sobre cuánto estamos dispuestos a ceder y en qué momentos. La psicóloga Carolina Aspillaga sostiene que muchas veces uno se da cuenta a posteriori de todo lo que cedió o transó para estar en esa relación. Sin embargo, lo importante es estar atenta a mis propias emociones dentro de esa relación, saber cómo me estoy sintiendo, cuánto estoy cediendo y permitiendo algo; hacer ese ejercicio de ser honesta con una misma, porque a veces nos cuesta reconocer que no nos estamos sintiendo cómodas en un vínculo en donde tradicionalmente nos habíamos sentido muy cómodas. Hay que atreverse a mirar esa parte y traspasar la barrera de la incomodidad”.
Esto es distinto a lo que socialmente conocemos como ‘bandejas rojas’ o ‘red flags’. “Las bandejas rojas más básicas e indiscutibles son las que tienen que ver con la violencia en cualquiera de sus formas. Además de eso, hay que hacer la diferencia en las cosas que yo no estoy dispuesta a transar en una relación, que dependen de cada persona, y que si aparecen cuestionarían mi mantención en el vínculo. Un problema puede ser cuando no tenemos claro cuáles son nuestros intransables y es un ejercicio que hay que hacer: qué es lo intransable, medianamente intransable y lo transable. Si uno lo hace y por el otro lado no hay reciprocidad, termina siento uno de los miembros de la relación que va cediendo y que se va a quedar con la sensación de que sus necesidades, sus deseos, no estaban puestos en la relación, porque fue aceptando cosas que no le gustaban y que no necesariamente eran intransables”, sostiene Aspillaga.
“Creo que la posibilidad de ser auténtica en una relación es importante también. Cuando siento que no puedo ser quien soy, con libertad, es bueno mirar qué está pasando. Esto siempre tiene un correlato físico: ansiedad, miedo, tristeza, vergüenza. Es bueno observar si es que estoy sintiendo alguna de estas emociones displacenteras a propósito de algo. Basta con que lo haya sentido para que sea válido, para que sea necesario revisarlo con uno mismo o hablarlo con el otro cuando tiene responsabilidad en este sentir”, agrega Carola Fernández.
Mirar vínculos más tempranos
La psicóloga Carola Fernández sostiene que muchas veces el guardarse las cosas por querer evitar los conflictos tiene un origen en la infancia y se suele dar en un contexto familiar. “En muchos casos el funcionamiento más evitativo lo traemos desde nuestros patrones vinculares más temprano, como la relación con nuestra familia donde se evita el conflicto. Se ha aprendido que una forma de evitarlo es guardar aquello que puede generar una situación de tensión o incomodidad. No todas las familias ni relaciones son así, pero hay varios entornos en que sí es un patrón de funcionamiento, en dinámicas donde mantenemos cierta armonía, pero una armonía que es en respuesta de una inmolación al propio sentir. Es parte de la anulación, nos anulamos para no generar conflicto”, concluye la profesional.