Según un estudio realizado este año en Chile por el Centro Mi Intimidad, dedicado al tratamiento de disfunciones sexuales, un 56% de las encuestadas reconoció mantener relaciones sexuales “por cumplir”. De ellas, un 80% mantenía una relación estable y poco más de la mitad había discutido abiertamente el tema con su pareja.
Odette Freundlich, kinesióloga especialista en sexualidad y directora del centro a cargo de la investigación, explica que esta noción de la sexualidad como una especie de deber dentro de la relación de pareja es mucho más común de lo que se podría creer. Y se da con mayor incidencia entre mujeres. “La idea de realizar un estudio sobre este tema nació por la alta frecuencia con la que pacientes mujeres consultan por presentar deseo hipoactivo, es decir, falta de deseo sexual”, comenta la especialista. “En mis 28 años de experiencia en el área de la sexualidad, puedo corroborar que esta condición es más frecuente en mujeres que hombres”, explica. Por este motivo el estudio se realizó solo en mujeres con una edad promedio de 36 años.
Pero, ¿por qué una mujer podría sentir que la sexualidad dentro de una relación es una obligación y no un acto de intimidad y conexión con sus parejas?
Si bien para Odette y el equipo clínico del centro los resultados de la encuesta no fueron una completa sorpresa, una de las variables que hasta ahora no se habían investigado en profundidad y de forma estadística eran las razones por las cuales las mujeres acceden a tener relaciones sexuales sin realmente desearlo. “En mi experiencia clínica, son muchos los casos de mujeres que manifiestan tener encuentros sexuales como una tarea, por cumplir”, explica Odette. Agrega que muchas veces lo hacen para evitar que se genere una discusión. “Lo hacen para que su pareja no se enoje, para que no se genere una pelea o por temor a que la pareja se vaya con otra mujer”. Y es que precisamente el estudio corroboró que el 24.2% de las mujeres consultadas lo hace por cumplir y el 5.3% para evitar peleas. Además la encuesta mostró que, como resultado de rehusarse a tener sexo, en el 19,6% de los casos sus parejas se enojan.
La psicóloga clínica y terapeuta sexual Cristina Valdés explica que este fenómeno se puede atribuir al valor de diversas nociones fuertemente arraigadas en nuestra cultura. “Una de las creencias es la alta valoración que se le da al estar en pareja versus el otro polo que sería la soltería y esta idea de que hay que cuidar la pareja a toda costa”, comenta. En este contexto la especialista explica que muchas mujeres acceden a ciertas prácticas con las quizás no están completamente de acuerdo, pero que, por estar en pareja las permiten. “También está muy relacionado con esto lo que entiende como ser una buena pareja. En realidad quizás si le otorgo un valor a la sexualidad como una práctica que me permite ser una buena pareja, puedo estar desde ahí generando este patrón”. Agrega que además es común que tanto para hombres como para mujeres se le asigne una valoración exacerbada a la penetración en el acto sexual cuando, en realidad, el encuentro sexual puede implicar un leguaje más amplio. “Las parejas se pueden comunicar eróticamente y vivir su sexualidad plenamente sin tener exclusivamente un encuentro coital”. Por último, Cristina menciona que otra de las creencias que inciden en que una mujer acceda a tener relaciones sexuales sin realmente quererlo es asociar una vida sexual activa a una relación de pareja sana. “Lo entienden como sinónimo de bienestar en la pareja. Si bien eso es real, lo es cuando las dos partes están involucradas y están conectadas sexualmente y se comunican y se escuchan”, explica. La terapeuta agrega que solo entonces se produce realmente una profundización de los afectos y no solo porque exista una determinada frecuencia en los encuentros sexuales va a existir un bienestar, sino todo lo contrario. En el caso de mujeres que acceden sin deseo, tienen una actividad sexual que finalmente es una práctica que lleva a la desnutrición de la relación y que promueve la baja autoestima.
Las relaciones sexuales sin deseo son un área gris en la que, si bien hay consentimiento, la voluntad no está realmente ahí. Y mucho menos la intimidad y la conexión. Reconocer que se vive un aspecto tan relevante de la relación de pareja desde la obligación y no desde el placer, es difícil. Pero identificar claramente la conducta como problemática y nociva es el primer paso. “Es complejo y doloroso asumir que se puede estar incurriendo en una práctica desde la exigencia más que desde el deseo y el placer”, explica Cristina Valdés. “La sexualidad en las personas es un lenguaje, un tipo de comunicación. Al inhibirse sexualmente las personas pueden traducirlo como que no quiero a mi pareja, que al no desearla no hay afecto y eso no es tan así. No es tan categórico”. La psicóloga explica que por eso es necesario el acompañamiento terapéutico para poder traducir el mensaje de de manera más asertiva a la pareja. “Explicar si se realiza con frecuencia un acto sexual sin deseo, se convierte en un patrón que desvitaliza a la persona y a la pareja”, comenta. “Que, silenciar, en realidad afecta directamente la autoestima siendo una transgresión de los propios límites no tomar en cuenta el propio deseo, el no querer”. Insiste que, si se persiste es una conducta que, a la larga, impacta negativamente la salud mental y bienestar sexual de las personas y de la pareja, causando más daño que el aparente beneficio a corto plazo.
Ambas profesionales recomiendan abordar el tema con ayuda de un especialista. Tratando primero a la mujer pero luego incluyendo a la pareja. “La primera sesión puede ser individual y luego es importante incluir a la pareja a medida que avanza la terapia”, explica Odette Freundlich. Cristina Valdés agrega que la importancia de que la intervención terapéutica sea individual y luego en pareja radica en que es necesario identificar cuál es la trama relacional de ambos. “Hay que entender el estilo de apego. Si son seguros, evitativo, dependiente, desorganizado. También su estilo de comunicación y las relaciones de poder, la historia vital de ambos y las creencias sobre la sexualidad y sobre ser pareja”. Explica que, en el caso de la psicoterapia sexual individual con las mujeres, es clave que haya un acompañamiento y un proceso de autoconocimiento profundo sobre su historia sexual para que vayan identificando cuáles son las causas y las vivencias que han tenido y puedan experimentar un real crecimiento erótico.