Directa y auténtica –más allá de lo políticamente correcto– Renata Ruiz nada tiene que ver con esas bellas mujeres que, temerosas de ser consideradas frívolas o superficiales, echan mano de clichés de buena crianza, como "amo a los niños y a los animales" o "quiero luchar por la paz mundial". Por el contrario, ella admite que está sacándoles el jugo a sus atributos físicos y que se trata de un negocio cuyos dividendos hay que aprovechar al máximo. Profesional y estratega en el manejo de su carrera como modelo, ahora Renata Ruiz se proyecta también como asesora en belleza, a través de Paraserbella.com, un blog en el que comparte sus tips y denuncia, sin pelos en la lengua, aquellos productos que la industria de la cosmética ofrece como soluciones mágicas y que ella considera fraudulentos. En dos meses ya tiene mil visitantes únicos al día.
Ella es una jugadora que, una y otra vez, cae parada en la cancha: aprovecha el momento, hace la jugada y casi siempre gana. Su carrera comenzó cuando tenía 15 años y sus hermanas le propusieron que postulara a la agencia Elite Model Chile. Fue al casting con los frenillos que usaba en esa época, su metro setenta y ocho y cero expectativa. ¡Bingo!: quedó reclutada. A los 17, le ofrecieron ser la candidata chilena en Elite Model Look Internacional. Viajó a Francia creyendo que no tenía nada que perder. ¡Bingo!: ganó el segundo lugar y un contrato de más de 100 mil dólares para trabajar como modelo alrededor del mundo. Terminó el colegio y partió a Francia. Después de un año de éxitos, decidió volver a Chile. Y apostó por preparar la PSU en un mes. ¡Bingo!: su puntaje le permitió entrar a la carrera humanista que quisiera, y optó por Sociología en la Universidad Católica. Luego vino la propuesta de ser Miss Chile en 2005. Participó sin otro interés que ganar la plata que se adjudicaba la elegida. ¡Bingo! Del mismo modo, entre azaroso y olímpico, le llegó un contrato fijo como modelo de una multitienda.
Su historia se escribe bajo una premisa que se repite: su agudo sentido de la oportunidad. Lleva doce años en el mundo de la moda. Y es, sin duda, una de las modelos chilenas más exitosas del último tiempo. Ha trabajado en mercados tan competitivos como Nueva York y París, ha desfilado para modistos como Guy Larroche, Dries van Noten y Hermès, y ha sido rostro de editoriales en Elle, Marie Claire y Cosmopolitan. Pero lo que para muchas es un sueño glamoroso, para ella es, simplemente, su pega. "Cuando uno trabaja hay que saber dejar todo de lado: tus emociones, tus opiniones, tu mal genio. Cuando estoy trabajando como modelo cierro la boca y me quedo callada todo el día si es necesario. Esta es una pega donde te necesitan por lo que eres por fuera, no por más que eso. Uno es solo una percha".
Renata dibuja una clara línea divisoria entre su vida y su trabajo. Cuando no está en producciones no se maquilla ni se preocupa de estar vestida con las últimas tendencias. Incluso, muchos podrían no reconocerla a pesar de ser un rostro que constantemente aparece en gigantografías publicitarias. "Si no trabajara en esto sería un mero macho, y seguiría usando el buzo que me ponía a los 14", asegura. Es por esto que su talento sorprende. Al momento de estar al frente de una cámara se transforma: maneja con absoluto control su cuerpo, saca a la luz sus mejores ángulos y posa con total naturalidad. Una performance perfecta.
Desde los 17 años que el modelaje le ha permitido costear todos sus gastos. Por problemas económicos, a partir de tercero medio tuvo que hacerse cargo de la matrícula del colegio y, luego, la de la universidad. "Puede sonar fuerte, pero a mí lo que me interesó de esto fue ganar plata. No me podía dar el lujo de no trabajar", recuerda.
Al repasar su carrera, Renata constantemente nombra a su mamá. Como la hija menor entre tres mujeres, es sumamente cercana a ella. Viven juntas. Y han compartido diez años de esfuerzo para que Ruiz hiciera una carrera internacional. "Al principio era ella la que me llevaba y me traía de los distintos trabajos. Incluso, me obligaba a depilarme, porque a mí me daba lata. Yo estaba a la deriva, encontraba entretenido ganar plata y faltar al colegio, pero la gran gestora de esta cuestión del modelaje fue mi madre. Si no hubiese sido así, –si yo hubiese tenido que tomar la micro–, nunca lo hubiera hecho", asegura.
¿Tu mamá ahora vive contigo en tu casa?
Sí. Mi mamá trabajaba y no ganaba mucha plata, entonces le dije que ya no trabajara más. ¿Para qué? sentía que no valía la pena que ella trabajara, que mejor se ahorrara el sacrificio. Ella lo merece, se ganó el premio y no se tiene que preocupar de nada.
¿Y nunca has pensando en irte a vivir con un pololo?
No, por el momento nunca se me ha pasado por la cabeza. Y si alguna vez pasa eso, va a tener que venirse a vivir conmigo el pololo no más, no le queda otra. Conmigo y con mi mamá. Así de sencillo.
Ella te empujó al modelaje, pero no estabas muy convencida…
El modelaje es algo que se me presentó, lo aproveché y le he sacado partido al máximo. Pero no soy una modelo de alma. Lo primero que hago al despertar no es maquillarme ni ponerme tacos. Por el contrario, es en el trabajo donde me transformo. Antes de modelo soy una mujer, una chiquilla común y corriente, que se caga de la risa y dice garabatos. Soy más bien ordinaria.
Pese a que dices que no naciste para esto llevas más de 10 años modelando.
Mi carrera fue una coincidencia. En mi casa todas somos altas y ninguna de mis hermanas se atrevió nunca a ser modelo. Y decidieron que yo tenía que tratar. Accedí porque era una especie de chochera familiar. Pero nunca pensé que iba a quedar porque en esa época no era muy agraciada. Usaba una chasquilla que me tapaba los ojos y, además, tenía frenillos. La cosa es que quedé y me empezó a ir bien. Cuando eres tan chica y te pagan tu primer sueldo no hay vuelta atrás.
No solo entraste a Elite, sino que rápidamente tuviste éxito a nivel internacional.
Otra casualidad. Yo estaba en tercero medio y ese año la agencia no tenía a quién presentar para Elite Model Look y me ofrecieron el puesto. Me fue la raja. Gané el segundo lugar y firmé un contrato internacional millonario. Tenía que viajar y trabajar en distintas ciudades del mundo, pero mi mamá me dijo que primero tenía que terminar el colegio. Y eso fue lo que hice. Terminé yme fui a Francia. Ahí me di cuenta de que esto era una profesión.
¿Cómo fue esta experiencia?
Elegir Francia fue un error, debí haberme ido a Estados Unidos. Me fui sola, no hablaba francés y no entendía nada. Nadie nunca me miró, ni siquiera trataron de decirme un "¡Hey!" por la buena onda. Llevaba diez meses y me empezó una especie de crisis de angustia. Me puse a comer mucho y en tres meses engordé 10 kilos. Hasta que de repente dije: "Me tengo que devolver a mi casa. Lo estoy pasando mal". Y viajé con la idea de estar un tiempo en Chile para bajar de peso. Nunca más volví.
¿Y después de esta experiencia nunca pensaste en dejar todo y tener una vida común y corriente?
Es que yo siempre he tenido responsabilidades. Entonces no. Nunca he querido tirar todo a la chuña. Siempre me he sentido responsable de mi familia. Yo estoy ahorrando muchísimo con esto. Estoy asegurándome mi futuro con el modelaje.
Bendita entre las mujeres
Existe la idea de que el mundo de la moda está lleno de excesos. ¿Es así?
Sí, existen. Pero no creo que se trate del mundo del modelaje. Es así porque ser una mujer bonita te da acceso a muchas cosas. Entonces, si quieres salir con un hombre millonario, puedes hacerlo. La sociedad le da muchos privilegios a la belleza.
¿Sientes que has tenido acceso a más cosas por ser bonita?
Sí, yo puedo tener acceso a lo que se me dé la gana por ser bonita. Voy a sonar arrogante a mango, pero es así. Uno mira a su alrededor y la verdad es que la cantidad de hombres que te invitan a salir por año es absurda. Tú miras a tus amigas de repente y, pucha, les cuesta conseguir pinche. Pero también la belleza es un arma de doble filo, en el sentido de que, al mismo tiempo, te instrumentalizan ene. Pasas a ser un objeto.
O sea, ¿tú sientes que..?
¿Me he aprovechado de mi belleza? Es que trabajar de modelo es abusar de la belleza, obvio.
Hace dos meses creaste un blog de belleza en el que das tu opinión de productos y entregas datos para verse mejor. ¿Por qué decidiste ingresar en este rubro?
Mira, porque, en verdad, yo encuentro que tengo súper explotado el mundo de la belleza, creo que lo he logrado entender súper bien. La gente me pregunta muchísimo, y sentí que podía llegar a ser una evolución natural de mi pega. Yo no quiero terminar de productora de moda, porque la verdad es que amí la moda no me interesa.
Sorprende que te sientas tan ajena al mundo en el que te has desarrollado los últimos doce años.
No es que me desagrade el mundo de la moda. Pero no me mueve, no me para los pelos. La verdad es que no me interesa si se está usando el beige o los vestidos largos o cortos, me da lo mismo. No soy de las mujeres que se despiertan y piensan: "Qué me voy a poner", o que me interese tener un clóset deslumbrante. Obviamente me gusta comprarme ropa como a todas las mujeres, pero tampoco me destaco por mi "buen gusto". Jamás me han dicho como: "Oh, eres la mejor vestida de Chile". Y nunca me ha interesado serlo. No es una preocupación. Pero sí es una preocupación, en mi vida y en mi pega, estar bien. Y soy súper generosa con mis consejos. Siempre me he preocupado de que mis amigas del colegio traten de sacarse el mejor partido posible. En estos años como modelo he desarrollado la capacidad de ver qué cosas hacen que uno se vea mejor y sentí que faltaba que alguien diera su opinión acerca de los miles de productos que existen en el mercado. El mundo de la moda está muy mitificado y las mujeres quieren ver a la gente de verdad. Yo soy una persona auténtica y nome da pudor decir que uso extensiones. ¡Qué tanto! Las tengo que usar porque no tengo pelo. Cuando me como las uñas, me tengo que ir a poner uñas postizas, o sea, no me queda otra. Entonces, por qué no voy a compartir mi experiencia.
¿Nunca te has preguntado qué raro es que te paguen por ser como eres?
Todos los días me lo pregunto. Es más raro que la cresta.
¿Qué piensas de eso?
Que es absurdísimo. Por eso mismo estoy tan agradecida. Me gustaría que la gente no fuera superficial y que los cánones de belleza no existieran. Me encantaría que todas las mujeres tuviéramos las mismas opciones. Que no se nos evaluara por cuán bonitas somos. Pero el sistema no lo inventé yo.
¿Pero no te has cuestionado que quizás contribuyes a reforzar esto?
Mientras tenga la posibilidad divina de trabajar donde me pagan muchísimo solo por ser yo ¿por qué no hacerlo? Estoy tan agradecida de las oportunidades que se me han dado que no se me ocurre nada más que trabajar. Me aprovecho de lo que tengo, como la gente inteligente se aprovecha de su inteligencia y como los que tienen papás con mucha plata se aprovechan de su fortuna. Sería una tonta si no lo aprovechara.