Ingerir grandes cantidades de comida en periodo corto de tiempo es lo que llamamos “atracón”, experiencia que normalmente viene seguida de pensamientos negativos: “fallé”, “no tengo el control”, “no tengo fuerza de voluntad”, y que luego desemboca en pensamientos compensatorios: “al otro día me cuido”, los cuales se traducen a su vez, en restricciones severas en la dieta, con las cuales sólo se consigue perpetuar la sensación de malestar.
En nuestra mente existe lo que se denomina el “circuito de recompensa”, mecanismo neuronal consistente en que, ante ciertos estímulos, nuestro cerebro libera dopamina, generándose en nuestra mente una sensación de placer, el placer que normalmente encontramos en el sexo, la comida y la compañía de otros seres humanos. De esta manera, las restricciones, los antojos no satisfechos, vienen a negar una parte nuestra que está pidiendo ser escuchada, y al hacerlo alteramos nuestro circuito de recompensa. Podemos reprimir estos impulsos, echando mano a la “fuerza de voluntad”, pero eso igual nos sume en una sensación de insatisfacción. Las ganas de comer siguen rondando en nuestra cabeza y el hambre mental va cobrando cada vez más fuerza, como una gran bola de nieve. Y como bien sabemos, esa hambre que se apodera de nuestra mente, no tiene límites ni volúmenes… y finalmente caemos en el atracón.
Cuando vivimos en una constante restricción o cronificamos la “dieta”, vamos deteriorando el circuito neuronal de recompensa. Cuanto más dieta y restricciones alimentarias; más potente será la respuesta frente a la recompensa (comer, mascar) y más disminuida será la respuesta ante la saciedad. El circuito de recompensa de nuestro sistema nervioso se apaga, y no se activa el mecanismo de sentirnos saciados.
¿Y cómo podemos salir de este círculo vicioso? Pedir ayuda a un profesional puede ser lo más sensato. Dejarnos contener por otra persona es realmente un alivio, un respiro y puede ser muy revelador. Pero un primer paso y muy importante es comprender que evitar los atracones no consiste en restringirnos, sino más bien, en validar el hambre que sentimos y comer desde una vereda un poco más amable con nosotros mismos, para comenzar a caminar por el camino del medio.
*Camila Quevedo Truan es Nutricionista y Health Coach. En IG es @camilaquevedot