Andrés: "Cuando empecé a salir con Cristóbal, hace seis años, me llamó mucho la atención esa conexión especial que tiene con la naturaleza. Su familia es muy de campo, y tienen una parcela donde hay muchísimas plantas. Yo soy todo lo contrario, una persona muy de ciudad. Cuando nos pusimos a pololear me presentó todo este mundo. Eso me encantó de él. Lo encontré tan natural, tan espontaneo. Cuando nos fuimos a vivir juntos dijimos que obviamente teníamos que llevar esa magia a nuestro departamento. Y ahí le fui agarrando el gusto.
Para nosotros, las plantas son como hijos. Hay que cuidarlas, preocuparse de que estén limpias, revisar si tienen infecciones y, si las hay, ir a comprar remedios para sanarlas. Hay que estar muy pendientes de ellas. Cuando las trajimos a este lugar fuimos dándonos cuenta que algunas estaban medias decaídas, entonces las acomodamos hasta saber en qué lugar querían estar. Tienen personalidad. Se manifiestan cuando se sienten bajoneadas, cuando tienen frío o cuando necesitan aire. Algunas veces creo que son capaces de percibir el estado anímico que hay a su alrededor. Siento que aportan mucha energía positiva a nuestra casa. Si no estuviesen, nuestro espacio estaría muerto.
Como yo soy bien maniático, me encargo de la limpieza. Me gusta lavarles las hojas, preocuparme del macetero, ver en qué lugar se ven mejor. Mi tema es mucho más estético. Cristóbal en cambio, se preocupa del cuidado. Nos complementamos un montón para que las plantas se luzcan".
Cristóbal: "Siempre he estado ligado a los árboles. Creo que por esa razón en nuestra casa no hay tantas plantas, pero todas son grandes. Cuando chico viví en una parcela entonces crecí en un jardín enorme. No podría estar en un espacio sin verde y menos con alguien a quien no le guste la naturaleza. Fue increíble que Andrés se haya fascinado con todo mi mundo.
Este tema nos unió mucho. Nos encanta ir a verlas y elegirlas en conjunto. Nosotros somos súper busquillas para encontrarlas porque, como ahora están de moda, son carísimas. Lo que hacemos es comprar las que se están muriendo y las rehabilitamos. Eso nos encanta.
Para nosotros las plantas son sinónimo de vida. Y por eso nos gusta combinar lo estético con lo energético. Llegar y ver plantas enormes en el departamento da una sensación de bienestar increíble. Es una especie de oasis que tenemos armado. A veces nos echamos en el suelo y miramos para arriba para ver las hojas, como si estuviésemos debajo de una palmera en la playa. Es nuestro lugar de relajo. Y eso nos une un montón.
También vemos las plantas como parte del 'mobiliario'. Como Andrés es arquitecto y yo diseñador gráfico, para nosotros son seres vivos y objetos a la vez. Como uno elige una mesa para el living, nosotros elegimos una planta. Nos gusta que se apoderen de su rincón.
Las regamos una vez a la semana y todos los días las revisamos, de lunes a domingo. No somos de conversarles, pero sí de ponerles música. Como nos gustan más los climas tropicales, les ponemos música de ese estilo. La idea es tener una selva en la ciudad. No nos gusta echarles productos químicos. Si alguna tiene una infección, la tratamos con agua y ajo o ají. Ese dato me lo entregó mi papá. Es más lento, pero funciona".
Cristóbal Amigo tiene 28 años, es diseñador gráfico y fundó @aa.estudio. Andrés Lara tiene 27 y es arquitecto. Llevan seis años juntos.