"Tengo que reconocer que hace un año no me gustaban las plantas. Sin embargo, creo que fui incubando el amor por ellas a lo largo de toda mi vida porque mi mamá era fanática. La conocen en todos los viveros a los que vamos y cuando vivía en el campo tenía el suyo. Para mí nunca fueron tema. Las encontraba lindas, pero no sentía nada de otro mundo por ellas. Eso, hasta que me compré mi primera monstera para decorar el departamento. Fue algo automático. No sabría cómo explicarlo. De un minuto a otro, algo despertó en mí, y me enamoré de ella.

Traté de no embalarme tanto y al principio fui comprando de a poco. Como no sabía mucho sobre el tema, algunas se me murieron, pero cuando le agarré la mano y me di cuenta que sí las podía mantener, me motivé. Me pasó que empecé a buscar plantas que costaba encontrar y que fuesen idealmente rosadas. Yo creo que es porque me atrae mucho la rareza. Así fui armando mi rincón verde, o más bien rosado, y sentí que el departamento se volvió uno mucho más acogedor.

Las plantas me obligan a parar. Como tengo 3 niñitas, mi día gira en torno a las idas y vueltas al colegio, a que hagan sus tareas, coman y se duchen. Además, estoy estudiando mi segunda carrera, paisajismo, y tengo mi propio emprendimiento de cintillos hechos a mano. Estoy moviéndome todo el tiempo, pero mi rincón me invita a hacer una pausa. Son mis 30 minutos del día, y me gusta hacerlo sola porque es mi momento de paz.

Actualmente siento que miro todo con otros ojos. Antes no me fijaba en nada cuando salía a la calle, en cambio ahora observo cada detalle. Me maravillo viendo las flores de los árboles. Me hubiese gustado sentir esta fascinación desde antes, y no puedo creer que siempre tuve tanta naturaleza a mi alcance, pero que nunca la aprecié. Mis plantas son totalmente parte de mi familia. Cuando me voy de vacaciones tengo que preocuparme de quién las cuida a ellas y a mi gato. Y debo reconocer que me preocupan más mis plantas, porque el gato se cuida solo. Mi suegra siempre me ayuda, pero yo le doy todas las instrucciones. Soy bien cuadrada con eso. Una vez casi me llevo una conmigo de viaje, porque me había costado un montón encontrarla y quería cuidarla yo misma.

Estoy segura que las plantas pueden captar lo que pasa a su alrededor. Creo que el gomero ha crecido poco porque no nos queremos tanto. Siento que está sufriendo porque quizás siente que este no es su lugar. Es muy importante fijarse en todos esos detalles, ya que ellas de verdad pueden percibir las energías. La otra vez leí un experimento que hicieron en un colegio en los Emiratos Árabes para evidenciar el impacto del mal trato. Instalaron dos plantas iguales en una caja de vidrio y se le pidió a los alumnos que a una le dijeran palabras positivas y a la otra negativas. La iniciativa duró 30 días. La que recibió solo cumplidos, estaba fuerte y seguía creciendo, mientras que la que fue víctima de acoso, estaba muriendo.

Mi consejo para los amantes de las plantas es que antes de comprar una, averigüen sobre cómo es. Hace unos meses compré un ficus para mi pieza y le llegaba muy poca luz, entonces estuvo estancado seis meses, sin crecer, hasta que me metí a internet y me di cuenta que ahí no estaba bien, que ese no era su lugar. Por mucho que la planta sea linda y decore un lugar, hay que preocuparse de que esté bien en ese espacio".

Valentina Trejos tiene 31 años. Es periodista y está estudiando paisajismo. Actualmente se dedica a su emprendimiento de cintillos hechos a mano @nudo_cl.