"Desde que tengo recuerdos me han fascinado las plantas. Cuando chica iba a la casa de mis abuelos y alucinaba con todas las que tenían. Quizás no era un jardín enorme, pero para mí era como una selva. Creo que ese amor por la naturaleza es algo súper familiar. Cuando mis papás se separaron, mi papá llenó su departamento de plantas. Yo tenía 12 años y nunca me lo cuestioné, pero ahora me imagino que eran su compañía.

A mis 29 años fui a visitar a una prima que tiene un emprendimiento de diseños con plantas y paisajismo en San Francisco. Yo estaba armando el mío también en Chile. Ahí conocí las suculentas y me llamaron mucho la atención, porque acá todavía no eran muy conocidas. Había en todas partes, sobre todo en las carreteras. Estuve cinco meses con ella y pude aprender un montón del rubro. Tuve la suerte de hacer grandes proyectos y trabajar para gente conocida. Uno de sus clientes era Mike Patton. Él quería que le construyéramos casi que una jungla en su casa. Hicimos toda una decoración llena de verde, con rocas reales, y una mini laguna en la mitad. Era un oasis. Es que allá todo es más exagerado, hay un nivel de paisajismo impresionante.

A la vuelta, traje todos esos conocimientos para mi proyecto. Estuve un par de años, junto a una socia, dedicada a la venta de plantas. Pero me independicé y ahora tengo mi propio emprendimiento de decoración de interiores, donde obviamente la naturaleza es el objeto principal. Soy una fiel creyente de que las plantas tienen que estar al momento de diseñar. Es como el broche para cerrar un espacio. Lo divertido es que se me ha hecho súper difícil desprenderme de las que me encargan para alguna casa, porque cuando las compro me las quedo como por dos semanas para cuidarlas, y me termino encariñando de ellas. Lo que hago ahora es elegir la de mi cliente y comprarme la misma para no tentarme.

Me encanta la atmosfera que crean en mi departamento. Me entregan mucha energía. Es como un paréntesis del caos y la ciudad. Creo que tienen vida y son un ser al que tengo que cuidar todos los días. Voy planta por planta viendo sus hojas, revisando si tienen algún bicho, regándolas. Hay que tener mucho ojo porque todas son distintas y hay que aprender a conocerlas. A veces los clientes me piden que les entregue un manual de cuidados, pero yo les enseño que tienen que ir viendo cómo se comportan. Mi secreto es rociarlas tres veces por semana con agua y una gotita de quix, para evitar infecciones.

Nunca las he contado, pero mi rincón verde debe tener unas 30 plantas en total. Sin embargo, mi preferida es la monstera que tengo en la terraza. Cuando me fui a Estados Unidos se la regalé a mi marido (que en ese entonces era mi pololo) y le dije para molestarlo, que si seguía viva a la vuelta, lo nuestro iba a funcionar. Llegué y estaba en su mejor momento. Maravillosa, con hojas enormes y radiantes".

Valentina Walker tiene 33 años y es diseñadora de ambientes y objetos. Su emprendimiento es @vwdr.