ROAD MOVIE
En 2008, las argentinas Viviana García y Griselda Moreno se lanzaron a recorrer Latinoamérica por tierra proyectando películas independientes en pueblos y localidades donde no llega el cine comercial. De esa aventura surgió el documental Cine a la Intemperie, instantáneas de dos mujeres por Latinoamérica que actualmente exhiben en distintos festivales latinoamericanos, mientras alistan las maletas para partir nuevamente en marzo. Esta es la crónica de ese primer viaje de película.
Paula 1114. Sábado 2 de febrero 2013.
Sentados junto a sus llamas, vecinos de Canota, un pueblo pequeño de artesanos textiles en el Valle del Colca, en Perú, esperan a que comience la función de Emiterio, un documental del realizador argentino Diego Seppi que cuenta la historia de un tejedor de la Cordillera Oriental Salteña. Viviana García ajusta el foco del proyector, mientras Griselda Moreno da la bienvenida a los asistentes y les explica que lo que verán forma parte de una nueva función del proyecto Cine a la Intemperie. Es noviembre de 2008 y para la mayoría de los espectadores es la primera vez que ven una película. Hay silencio y expectación. La película corre y los vecinos del pueblo apenas se mueven con la mirada fija en la proyección.
"Fue una función linda. Al terminar la película, los niños raspaban la muralla del muro donde se proyectó para descubrir el origen de las imágenes que acababan de ver. Los adultos se paraban en silencio y se acercaban a nosotras para agradecernos, con un fuerte apretón de manos", dice Viviana, 36 años, fotógrafa y realizadora audiovisual de La Plata, Argentina.
"Llevamos esos apretones de mano en el corazón", agrega.
Viviana, junto a Griselda Moreno –37 años, periodista de viajes y montañista de Salta– son las gestoras de Cine a la Intemperie, un proyecto cultural itinerante que exhibe películas
y documentales en lugares remotos de América. La idea comenzó a cuajarse en 2006 en Catamarca, donde las argentinas se conocieron en una montaña. "Griselda estaba subiendo a la
cumbre y yo estaba filmando una serie de televisión", cuenta Viviana. Ambas compartían el gusto por el cine y los viajes. Viviana, que ya tenía en mente el proyecto de recorrer Latinoamérica con un cine itinerante, le comentó la idea a Griselda. Se entusiasmaron con emprender el proyecto juntas.
El 24 de junio de 2008 partieron desde Córdoba en una vieja Estanciera del año 1961, camioneta de fabricación Argentina, típicamente usada en las labores ganaderas en esos años.
Subieron por el noreste argentino hasta cruzar a Chile, donde hicieron proyecciones en los pueblos de Talabré y Socaire, en el altiplano chileno. "Más que pequeños pueblos, a nosotras nos parecieron grandes familias", acotan.
Se internaron por la cordillera para llegar a Bolivia. En Uyuni tuvieron su primer gran contratiempo. La vieja Estanciera no resistió las inclemencias de la ruta. Fue necesario cambiarla por otra camioneta que les garantizara llegar hasta Tijuana, México, el destino final que proyectaron. "Nuestro objetivo era viajar profundamente por Latinoamérica con un proyecto cultural que llegara a pueblos remotos y les mostrara algo diferente", explica Viviana. "Queríamos aportar desde la imagen al cambio social", agrega.
IMÁGENES EN MOVIMIENTO
Cine a la Intemperie partió con 40 producciones independientes argentinas, de directores de distintas partes del país. De alguna forma, con ellas también viajaron Patricio Schwanek (Acecho a la ilusión), Juan Martín Hsu (Ropa sucia), Juan Manuel Costas (El Birque), y Verónica Rocha (Cuando el río suena), entre otros autores y autoras. Al término del viaje habían acumulado 550.
"Convocábamos a realizadores mediante los medios que nos hacían notas en cada país para que nos acercaran su material. Nos interesaba incluir obras que permitieran la reflexión en
torno a problemáticas de género, derechos humanos, derechos del niño y la niña, derechos de los pueblos originarios, las luchas de los movimientos campesinos, la marginalización o el
cuidado del medio ambiente. Creemos en la necesidad de la reflexión, la palabra y la acción en torno a estas problemáticas", explica Griselda.
A su catálogo incorporaron Bajo Juárez, de los mexicanos Alejandra Sánchez y José Antonio Cordero; Karay Norte, del paraguayo Marcelo Martinessi; La espalda del mundo, del peruano
Javier Corcuera; y Cité, del realizador chileno Luis Cifuentes, entre muchas otras obras. "Hay material desconocido de mucho valor en términos de su calidad narrativa y estética, distribuido por el continente, que da cuenta de realidades que necesitan ser difundidas", destaca Viviana.
A la llegada a cada pueblo, Viviana y Griselda se ponían en contacto con organizaciones vecinales, centros culturales, ONG´s y cualquier tipo de entidad que les facilitara un espacio para las proyecciones. Todo lugar era adaptable; una calle, una plaza, una cárcel, un hospital o una iglesia. Ellas mismas difundían las funciones. Pegaban afiches, gestionaban con las radios locales o salían con megáfonos por las calles de los pueblos. La cartelera se programaba en conjunto con las comunidades, a partir de los relatos de preocupaciones o intereses propios de cada lugar. El catálogo de películas y sus temáticas era tan diverso como las problemáticas y realidades que iban escuchando.
Viviana y Griselda (en la foto) compartían el gusto por el cine y los viajes. Esto las motivó a crear cine a la intemperie, un proyecto cultural de cine itinerante que exhibe películas y documentales en lugares remotos de Latinoamérica. Cuando partieron, en 2008, llevaban 40 obras audiovisuales. Al regreso, en 2012, acumulaban 550.
"Los públicos son muy distintos en cada país", cuenta Viviana. "Por ejemplo, en Cuba, durante la proyección de Gurises al abordaje, Papeleras, un documental de los argentinos Dimas Games y Lázaro Llorens, sobre el conflicto en torno a la instalación de una papelera en la ribera del río Uruguay, la gente le gritaba cosas a la pantalla. Mientras que en Perú, Bolivia, Ecuador y en el norte de Chile y Argentina la gente era más introvertida". El paso de Cine a la Intemperie por distintas localidades dio pie a encendidos debates. La proyección de Acecho a la ilusión, documental argentino sobre el impacto de una minera en el medioambiente, en las cercanías de Catamarca, detonó una intensa discusión en torno a la inminente instalación de un proyecto minero en la comunidad de San Pedro de Escaleras, en
Ecuador. "Los campesinos se habían levantado y la gente quería ver más proyecciones sobre el tema minero. Estuvimos más de cuatro horas mostrando películas y documentales relacionados
con el tema, con realidades de distintos lugares de Latinoamérica. La gente se quedó hablando por más de tres horas después de las proyecciones", recuerda Viviana.
En El Angolo, un pequeño pueblo costero peruano, Cine a la Intemperie arribó en el mismo día en que llegaba la electricidad a la localidad. A principios de noviembre de 2008, la comunidad celebraba esta jornada histórica con la proyección de El Birque, del argentino Juan Manuel Costas, un cortometraje animado acerca del oficio de un alfarero. "Fue una noche muy mágica para los vecinos, y también para nosotras" comenta Viviana.
El récord de público lo tuvieron en una sesión que no estaba programada. Cuentan que para cruzar desde Colombia a Panamá con el auto, necesitaban de una embarcación que las llevara
desde la costa de Coveñas, al norte de Colombia. Se acercaron a la Armada, para que las ayudaran con la logística. Al enterarse del proyecto, las autoridades les pidieron una función especial para la Escuela de Infantería. "Yo le decía a Griselda, '¿qué vamos a hacer acá? El proyecto no tiene este objetivo', comenta Viviana. Resolvieron aprovechar la oportunidad para mostrar documentales del catálogo que de algún modo referían a injusticias y conflictos en torno a los Derechos Humanos, como Ropa sucia, del argentino Juan Martín Hsu, y La espalda del mundo, del peruano Javier Corcuera. Las historias fueron atentamente seguidas por dos mil trecientos aspirantes a la Marina y luego el viaje continuó por el centro y el norte de América, hasta Tijuana, la última frontera latinoamericana".
REGRESO AUSPICIOSO
La vuelta hacia el sur del continente fue dando luces de un proyecto que no acabaría a su llegada a Argentina. En Puebla organizaron el Primer Encuentro de Cines Móviles de América
Latina, en el marco del Festival Internacional de Cine de esa ciudad mexicana. "En el camino fuimos dibujándoles ramas a nuestro árbol. La Red de Cines Itinerantes de América Latina es
una de estas ramas posteriores. Antes de partir, nunca nos habíamos imaginado que organizaríamos en la mitad de nuestro viaje la primera reunión de Cines Móviles Latinoamericanos en México", explica Griselda.
Esto les inyectó energías para continuar el viaje por Cuba, Venezuela, Brasil y Paraguay, último país de la gira, donde harían la función número 143, que daría fin a la travesía.
El plan de retorno les obligaba a pasar nuevamente por Bolivia, donde tenían que deshacerse de parte importante de su cine móvil: la camioneta que varios meses atrás habían comprado
en reemplazo de la vieja Estanciera con que pretendían hacer el recorrido completo. Como su cine, la camioneta también tenía condición itinerante, y no podían internarla a Argentina.
"Cuidábamos esta camioneta más que a nosotras mismas, siempre buscábamos el alojamiento para nosotras y el auto. Era mucho más que el cine, era nuestro hogar, nuestro lugar de trabajo,
nuestra compañera". La vendieron con un récord: 52.000 kilómetros recorridos sin pinchar una sola rueda.
A finales del 2010, Viviana y Griselda volvieron en un bus a Córdoba, el punto de partida del viaje."Mirábamos por las ventanillas cómo la noche apagaba al día y pensábamos cuántas
vidas en todo este tiempo habían atravesado las nuestras. Nos dormimos profundamente con los recuerdos de Latinoamérica adheridos al corazón".
"Los públicos son muy distintos en cada país", cuenta Viviana. "Por ejemplo, en Cuba, la gente le gritaba cosas a la pantalla. Mientras que en Perú, Bolivia, Ecuador y en el norte de Chile y Argentina la gente era más introvertida".
Despertaron en el terminal de buses de Córdoba. Al bajar, se vieron rodeadas de todas las maletas y bultos que habían llevado con ellas, para montar cines en lugares recónditos. "Y ahora qué?", se preguntaron.
Ahora, dos años y medio después de ese momento, esa pregunta tiene una respuesta: partirán de nuevo de gira por Argentina, donde, además de las 550 películas que recopilaron para el proyecto, exhibirán el documental de ese primer viaje, el que editaron durante estos dos años: Cine a la Intemperie, instantáneas de dos mujeres por Latinoamérica. Pronto, además, publicarán un libro en que narran esa aventura. "No es que nos picó de nuevo el bichito del viaje, sino que nacimos picadas, porque nos encanta viajar y amamos el cine", dice Viviana, que hace poco estuvo en el Festival de Cine de Santa Fe de Antioquia, en Colombia exhibiendo su documental y que por estos días afina los detalles del próximo viaje en que otra vez se pondrá en movimiento el Cine a la Intemperie. Partirán el 15 de marzo y ya hay un itinerario a seguir: Salta, Jujuy, Catamarca, Santiago del Estero, La Rioja, San Luis, Córdoba, Santa Fe, entre otras ciudades. www.cinealaintemperie.com.ar
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