El poder de la moda

Aunque estaba convencido de que sus excelentes notas en economía política lo ubicarían en un buen puesto como analista en las Naciones Unidas o el Banco Mundial, Robb Young no estaba dispuesto a uniformarse con un terno y una corbata, así es que decidió enfocar su carrera de periodista a la industria de la moda.

Canadiense, ahora trabaja y vive en Londres, aunque sus días los reparte entre París, Milán, Nueva York o Tokio para sentarse en la primera fila de los más exclusivos desfiles. Su arremetida en el espacio fashion comenzó a mediados de los 90 cuando aRude, revista neoyorquina de culto sobre estilo y lujo, lo fichó. De ahí en adelante ha firmado en The International Herald Tribune, Vogue y la revista sobre estilo T, del New York Times. Además, es editor del sitio luxurysociety.com, que analiza marcas y productos de lujo.

Robb ha dedicado más de una década a reclutar nuevos diseñadores a través del mundo. Hoy, es el encargado de nominar a nuevos diseñadores para los Swiss Textiles Awards, certamen de donde han salido a la luz connotados como Rodarte y Alexander Wang. Su último acierto es el libro Power Dressing: First Ladies, Women Politicians & Fashion, lanzado en febrero, en el que comenta el estilo de poderosas como Rania de Jordania, Margaret Thatcher, Michelle Obama o Carla Bruni.

¿Qué opinas de la frase: "Dime qué llevas puesto y te diré quién eres"?

Lo que la gente usa puede decirnos mucho acerca de lo que son: sus ambiciones, valores, inseguridades, intereses y gustos. Pero la vestimenta también puede ser usada como un engaño, como máscara. El poder más importante de la moda no es tanto su capacidad para expresar quién se es ni lo que se quiere proyectar. Su verdadero poder radica en que cada persona que observa lo que lleva puesto alguien, puede concluir algo único y distinto.

¿La importancia que se le ha dado últimamente a lo que visten las políticas y primeras damas es una forma de buscar íconos de estilo alternativos a los habituales?

La locura por analizar los estilos de la tríada Obama-Clinton-Palin durante las elecciones norteamericanas de 2008 coincide con una cierta fatiga del público y de los diseñadores. Después de que personajes sin contenido reinaron, como Paris Hilton y Lindsay Lohan, creo que la gente estaba desesperada por encontrar modelos alternativos de moda, mujeres con más sustancia.

Aunque en tu libro no le dedicas un capítulo exclusivo, como sí lo haces con Cristina Fernández, ¿qué puedes decir acerca del estilo de la ex Presidenta Michelle Bachelet?

La menciono en varios hitos, como por ejemplo el notable traje de estilo vietnamita que usó para el encuentro de la APEC en 2006. Su ropero, cuando era Presidenta, era muy pulido y apropiado.

¿Cuál es la real influencia que la industria de la moda en Latinoamérica tiene a nivel mundial?

Existen diseñadores de Brasil, México y Argentina que están provocando impacto a nivel global. Chile y Colombia se están haciendo conocidos en un nicho más limitado: boutiques y revistas. Ahora, dudo que vaya a ser una "revolución de la moda", como lo que pasó cuando Japón y Bélgica entraron a París durante los 80. Pero creo que la industria de la moda en Latinoamérica tiene un futuro brillante. Tomará algún tiempo, eso sí.

En Brasil has estado más de veinte veces, no así en Chile, ¿qué esperas encontrar en Ropero Paula?

Chile es una de mis prioridades y estoy ansioso por ver el rumbo que tienen las compañías y diseñadores en Ropero Paula. Sería bueno encontrarme con producciones únicamente chilenas, en las que se pueda apreciar íntegramente la cultura. Y quisiera descubrir marcas o diseñadores que tengan la ambición global de expandirse y el talento y los recursos para hacerlo pronto, porque odio ver cuando el talento se pierde por falta de oportunidades.