A fines de marzo, Rocío Ayala (25) recibió una oferta laboral que hace un par de años jamás hubiese imaginado. Mediante un llamado telefónico, TNT Sports la estaba contactando para incorporarse al equipo oficial de relatores del Campeonato Nacional de Fútbol. En ese ámbito, Rocío ya llevaba tres años, pero nadie le había ofrecido un contrato por tanto tiempo. Era un sueño. Sin dudarlo, aceptó y hace un par de días, estaba lista para debutar en la primera B relatando el partido de Rangers de Talca con Unión San Felipe. Lo que no estaba en sus planes era que, esa misma semana, se iba a contagiar de Coronavirus.

Al teléfono para esta entrevista, Rocío suena cansada y a ratos le cuesta hablar. Lo que más le preocupa, dice, son sus pulmones, su principal herramienta de trabajo. Como muchos, no lo pasó bien con el COVID-19, pero cuenta que fue afortunada al poder pasar la cuarentena en su casa y no grave en un hospital. Sin embargo, confiesa que está ‘bajoneada’ porque esta semana que pasó era una de las más esperadas en su calendario. “Si me preguntabas a principio de año cuál era una de mis metas para 2021, te hubiese dicho relatar el partido de la selección chilena femenina para el repechaje de los Juegos Olímpicos”, cuenta. De hecho, mientras conversa, de fondo suena el partido de la Roja que finalmente hizo historia al clasificar a Tokio. Rocío anhelaba estaba ahí, relatando emocionada la hazaña del equipo dirigido por José Letelier. Pero, a veces, la vida tiene paréntesis y éste sería uno de esos.

Sin embargo, Rocío Ayala es una de las voces más prometedoras en el periodismo deportivo de su generación. Con solo 25 años, y luego de sus estudios en la Universidad Católica, se ha consolidado por sus comentarios en Radio ADN, transformándose además en la primera mujer relatora de fútbol en el país. Una carrera que comenzó hace tres años en la escuela de voz Progol y que hoy la tiene firmando contrato con TNT Sports.

Has comentado que tu familia te motivó e inspiró a seguir el camino del periodismo, pero ¿qué te llevó a tomar la decisión de transformarte en relatora de fútbol?

En mi familia, casi todos son periodistas: mi papá, mi mamá, mis tíos. Entonces la historia familiar me arrastró a las comunicaciones, aunque nadie me obligó. Al principio, quería estudiar actuación, pero di la prueba en la Católica y no quedé. Supongo que no era lo mío, siempre tuve rodillas chuecas y me costaban esos ejercicios de sentarse elegante. Como no tenía ganas de tomarme un año, entré a Periodismo, también porque podía combinar mi gusto por el fútbol, el ir al estadio, estar con mi papá y acompañarlo a las transmisiones de Radio Santiago. No se veía tan difícil. Pero nunca me proyecté como relatora porque no sabía lo que quería hacer. Lo único que sabía era que quería estudiar algo que me permitirá estar jugando y pasándolo bien.

Un día, estaba cubriendo una transmisión en Radio Santiago, y el relator venía 15 o 30 minutos atrasado. Ya estaba empezando el partido, y como estaba a cargo, tenía que hacer algo, así que empecé a relatar porque había que salir del paso y salvar. Esa fue la primera vez que lo hice. Uno ha escuchado tantos relatos, pero cuanto te toca es diferente: te asustas, te pones nerviosa y te sientes ridícula. Es la misma sensación de hablar en inglés y la vergüenza que te provoca el pronunciar bien. Esa vez me sentí frustrada porque siempre he querido ser completa en el periodismo deportivo y me di cuenta que no estaba 100% preparada. Quedé con una sensación de: ¿Qué pasa si esto vuelve a pasar?

Ahí decidí que tenía que aprender a relatar para ser una periodista completa. Me metí a Progol -la academia de relato de fútbol de Claudio Palma- y ahí me enseñaron, y me quedó gustando. Fui la primera mujer en estudiar ahí. Mis compañeros eran todos hombres. Como ellos estaban con ganas de mostrarse o ser mejor que el otro, se juzgaban entre sí. Yo no era una amenaza para nadie. De hecho, cuando entré, me encontré con un amigo que me preguntó si venía a estudiar doblaje. Cuando le dije iba al curso de relato, su cara cambió. Fue desilusionante.

Para el trabajo final del curso, me grabé sola en mi casa y me gustó lo que escuché porque pensé esto suena a fútbol. Para mi, se escuchaba como lo de la radio, pero con mi voz y quedé impactada porque no pensé que iba a sonar así. Ese momento fue especial porque me di cuenta que sí podía hacerlo. Poner en palabras lo que ves en la cancha y contar el partido desde tu conocimiento, me fascinó.

¿Y cómo diste el salto para comenzar a relatar en televisión?

Fue en Radio Santiago. Ahí sabían que estaba haciendo el curso y en broma me decían, ya po’, Rocío ¿Y cuando vas a relatar? Hasta que un día, me dijeron que tenía que hacer el partido de Unión La Calera con Unión Española. Y, aunque estaba asustada, ese fue el salto que necesitaba dar. Después de eso, hice mi práctica en Radio ADN, me puse a trabajar ahí y, no se bien cómo, pero me llamaron del CDF porque estaban buscando una relatora mujer para la Copa Libertadores femenina de 2019. Me daba un poco de miedo, porque la tele es diferente el ritmo al de la radio, pero hice la prueba y quedé. Fue una vitrina más masiva, así que ahí aprendí harto. Y ya, el año pasado, me llamaron desde TNT Sports para relatar los partidos chilenos de la Copa Libertadores y ahora me ofrecieron el contrato oficial.

¿Sabías que eras la primera mujer en dedicarte a esto?

Cuando entré al curso, me puse feliz porque no había escuchado ninguna otra mujer relatora, entonces pensé que era la primera. Pero después me dijeron en redes sociales que ‘no me subiera por el chorro’ porque había otras mujeres que lo habían hecho un par de veces antes, aunque sin continuidad. En realidad, no me preocupaba ser la primera. Lo que yo quería era hacerlo en serio y consolidarme, que es lo que he tratado de hacer hasta ahora.

¿Y en quiénes te inspiras? ¿Tienes referentes?

Yo he buscado referentes, y son pocas. En general, todo lo he hecho sola porque tampoco puedo imitar a Claudio Palma o al Trovador, no me sale. Habitualmente, me preguntan por qué hay tan pocas relatoras y, es verdad: en Sudamérica, por país, debe haber una o dos. La mayoría son amateur, excepto en México que se han consolidado dos que tienen más oportunidades, pero no es algo común. Y es porque muchas no tienen idea que pueden hacerlo, no se les ocurre. Yo tampoco sabía que podía porque no veía a otra mujer. Cuando me grabé por primera vez, no tenía idea cómo iba a sonar porque estás acostumbrada a escuchar a hombres y con voces bien graves. Me gustaría tener un buen nivel para inspirar a más mujeres, que digan ella lo hace y lo hace bien, y me puedo inspirar en su trabajo para hacerlo mejor. Y para eso necesito trabajar con más continuidad porque a veces pasa que, hago pitutos, pero después pasan 6 meses y no me llaman, y eso pasa la cuenta. Es como partir de cero. Mi primera meta es relatar todos los fines de semana para poder escucharme, tener confianza, arreglar temas de tono y tener mis propias frases.

¿Cómo te relacionas con las críticas? ¿Sientes que, por ser mujer en un mundo masculino, se te juzga más de la cuenta?

Sí, por ejemplo cuando anunciaron que me iba a incorporar a TNT Sports, fue duro. Leía, en las redes sociales, que decían no, mi mujer ya me grita en mi casa, y ahora ¿voy a tener otra gritona en la tele? Esas eran las críticas, por mi voz, no por mi estilo o por mi conocimiento. Me dicen que soy chillona y que grito mucho. Y sí, sé que puedo trabajar el tono, pero es fuerte el cambio porque uno está acostumbrado a escuchar solo relatos de hombres, entonces escuchar a una mujer te pone en perspectiva de duda. Algunas personas decían ya tolero que haya una comentarista en la cancha, pero ahora ¿más encima relatora? Ahí te das cuenta que hay gente especial en el mundo del fútbol y que si se están sacrificando por escuchar a una mujer en la cancha, imagínate…

Es bien desagradable porque, insisto, si fuera por mi trabajo, diría voy a estudiar más, pero no es algo que pueda mejorar. Sé que la voz en el grito de gol me sale chillona y entiendo que quizás se pueda mejorar teniendo más partidos en el cuerpo. El tema es que si a la primera transmisión me quieren sacar porque no soportan una voz de mujer, es bien difícil trabajar.

Y en general, ¿Te has encontrado con situaciones machistas en el periodismo deportivo?

La mayoría en cuanto ve a una mujer en un panel, sube el volumen y quiere escuchar atentamente lo que dice y con detalle para criticar. No es como oh, mira qué interesante, sino que es para ver cuándo se va a equivocar, cuánto sabe y no se perdona ni un error. Eso es machista. Además, te piden cosas que no tienes por qué saber. Al hombre le dicen ¿te sabes la formación de Colo Colo?, mientras que a la mujer es como ¿Te sabes la de Deportes Melipilla? Te buscan el defecto. Cualquier situación la buscan y la remarcan. Y con ellos, me refiero a jefes, compañeros y gente que ve la tele. Realmente hay una necesidad de resaltar que la mujer no sabe de fútbol cuando no es así. Siempre tenemos que estar demasiado bien preparadas, porque una se equivoca, y al tiro es: las mujeres no saben de fútbol.

Y entre las periodistas del medio, ¿Conversan sobre esto? ¿Se dan espacios de contención o sororidad?

En general, somos pocas. En promedio, hay una mujer en cada medio de comunicación y en un momento pensaba que las conocía a todas, pero después se hizo una agrupación de periodistas de deportes y me di cuenta que somos muchas, como 60 o 70, aunque la mayoría no se dedica. Ha sido necesario ese apoyo para darnos cuenta que entre nosotras no es necesario competir. Como somos pocas, te hacen creer -los medios o las personas- que somos rivales porque, en los medios, tiene que haber una mujer buena y no más. Eso siempre me he molestado porque si hay dos mujeres en una conferencia de prensa, todos se fijan en lo que preguntamos para ver cuál es mejor. Y por mí que hayan 10 o 20 en la misma pauta. No tengo la necesidad de ser la única mujer, y esa sensación se ha empezado a compartir entre las compañeras porque, más a allá de tratos machistas, está la soledad en la que uno está. Uno vuelve a la radio y extrañas hablar con una amiga.

Ahora que Chile va camino a los Juegos Olímpicos y considerando todo el camino recorrido por la selección, ¿Cómo ves la realidad del futbol femenino?

Está la selección por un lado y por otro, el Campeonato Nacional que es bien precario. Hay solo cuatro o cinco equipos que se lo toman en serio. A las jugadoras no les dan ni plata para la micro, y cuando hay problemas financieros en los clubes, a los primeros que echan es a los entrenadores de fútbol femenino. No se le toma el peso y eso que las jugadoras de la selección se nutren de esos equipos. Falta harto, pero antes era impensado que se iba a ver un partido de mujeres en TV abierta. Era imposible. Muchas desistimos por eso mismo, porque no había futuro. Ese pensamiento ha cambiado mucho. Hoy día, las niñas pueden pensar que se puede entrenar con fuerza y ser como Carla Guerrero o Tiane Endler. Hay una aspiración de que se puede triunfar en algo porque la selección ha abierto una puerta para ser reconocidas, jugar con equipos importantes y soñar.