Si antes las personas se enteraban de la ruptura amorosa de alguien en vivo o por teléfono, conversando con alguno de los involucrados o con sus seres cercanos, hoy la situación es muy distinta. Pasas de seguir una pareja en redes sociales, ver sus publicaciones e historias, ponerles like y, de repente, te das cuenta de que ya no suben contenido juntos. Como eres curioso, te metes a uno de los perfiles y percibes que ahí ya no están sus fotos juntos. En algunos casos, incluso dejaron de seguirse. La respuesta es clara: terminaron.
En la era de las redes, es muy difícil que una relación -o su ruptura- pase desapercibida. Eso es aún más cierto entre los famosos o personas que se hicieron conocidas por participar de programas en el streaming.
Es el caso de quienes han participado en realities amorosos como Love is Blind, de Netflix. El programa consiste en conocer a varias personas sin verles las caras y, si se gustan, se proponen matrimonio. De ahí, pasan por una luna de miel, viven juntos un período y, solo unas semanas después, deben decidir si decir sí o no en el altar. Por increíble que parezca, más de una de esas parejas se han casado.
Una vez fuera del programa, esas personas -completamente desconocidas hasta entonces-, ganaron miles de seguidores en redes sociales, curiosos por saber en qué estaban y creyendo -¿cómo no?- que “el amor es ciego”. Pero luego, después de un tiempo, vinieron las noticias de ruptura.
“Lamento contarles que ya no estamos juntos (...) aprendí mucho en este período. También aprendí a amarme y a priorizar estar cerca de quien me ama por lo que soy. El futuro es brillante y espero que mi próximo capítulo sea mejor hasta ahora”, dijo una de las participantes. “Es con mucha pena que les debemos contar que hemos terminado. Pedimos que respeten ese proceso y les agradecemos por haber seguido nuestra historia hasta aquí”, afirmó otro, de otra pareja.
Por su exposición internacional, los participantes se sintieron obligados a dar explicaciones. Así como su amor, también su ruptura estuvo a la vista de todos. Y bajo escrutinio: los comentarios en esos posts mencionados van desde “bien por ti” hasta “qué pésima su decisión” o “son los peores”.
Quitarse un parche
No hay que ser famoso para tener que lidiar con la decisión de hacer saber a todos que has terminado tu relación.
Fernanda G. lo sabe bien. “Hace tres meses terminamos mi relación de cuatro años con Guillermo. Lo primero que hicimos fue comentarlo con nuestras familias en persona, al fin y al cabo, veníamos compartiendo juntos desde hace mucho tiempo. Después, cada uno decidió cómo seguir en las otras esferas, con amigos o en redes”, comenta.
En su caso, dudó durante mucho tiempo sobre si dar a conocer su ruptura en las redes sociales. “Por un lado, yo no quería borrar nuestras fotos juntos, ni hacer nada de eso. Pero por otro, sabía que si no lo hacía mucha gente me iba a empezar a preguntar: ‘¿cómo están con el Memo? ¿Cómo va el Memo?’, etc., e iba a ser muy doloroso responder a cada uno ‘pucha, ¿sabí qué? Terminamos’. Entonces preferí hacerlo evidente y recibir todas las preguntas de una sola vez. Fue como quitarme un parche muy apretado de un tirón”, relata.
Marisol A. tomó una decisión muy distinta. Aunque estuvo con Juan solo por cinco meses, dice que su relación fue muy intensa. “Yo ya había tenido otras parejas, pero nunca había estado en una relación así. Me dolió demasiado el término. Lloré como nunca. Todos sabían lo involucrada que estaba, lo mucho que lo quería. Por eso, cuando me pateó, decidí borrarme yo de las redes sociales. No quise dar explicaciones a nadie, y tampoco quería que él viera en qué estaba o en qué no”, afirma.
Ella dice que, cuando se sienta mejor, va a abrir nuevamente su Instagram y su Facebook. Cuando lo haga, borrará las imágenes y su situación amorosa. “Pero cuando vuelva, ya habrá pasado tiempo, quizás sea muy poca la gente la que se acuerde de qué pasó con Juan, y, con todo borrado, quizás incluso se den cuenta solitos o no me molesten con nada”, plantea.
Amalia S. decidió ir por otro camino: la relación que terminó fue un matrimonio. “Aunque no estemos más casados, tenemos dos hijos y vamos a ser sus papás por siempre. Por eso conversamos y decidimos simplemente seguir publicando fotos de nuestros respectivos cotidianos. Probablemente yo ya no suba fotos con él, y eso bastará para que las personas que me siguen pero no son mis amigas sepan que ya no estamos juntos. Al final, las redes son un espacio público, sí, pero quienes me interesan que sepan en qué estoy en el ámbito amoroso, ya lo saben fuera del ámbito online y me acompañan en la realidad, en el día a día”, sostiene.
Efectos complicados
Sea cual sea la decisión que una persona tome tras una ruptura, dice Guila Sosman, académica de la Facultad de Psicología de la Universidad Diego Portales, “los efectos son muy complicados”.
“Esto, porque pasa de ser un tema delicado, un tema privado, a un tema de escrutinio de muchas personas. Además, no se sabe el alcance de esto, no se puede controlar cuántas personas ven esta información, quiénes son los que ven esta información y por otro lado tampoco se puede establecer hasta cuándo esta información va a quedar en redes…”, plantea.
En esa medida, dice la experta, “es muy delicado porque genera daños no solo en la persona a la cual terminaron, sino para ambas personas porque es exponerse a muchas otras personas en distintas redes. Uno no maneja el alcance y en ese sentido es exponerse a ser juzgado, criticado. Es complejo emocionalmente. Ojalá se pueda conversar y se pueda conversar antes, en la intimidad de la relación. En ese sentido, la virtualidad sobrepasa lo presencial, el contacto, pero genera daños y genera consecuencias cuyos efectos no sabemos con seguridad”. Terminar una relación por redes, plantea, puede tener muchas consecuencias en la autoestima de las personas involucradas, que también puede ocasionar dificultades a futuro.
Por otro lado, en algunos casos están los hijos. “El término en redes puede afectarlos, porque, en general, en el colegio, los compañeros, amigos y amigas también empiezan a opinar. Se empieza a tergiversar la información y los niños y niñas están entremedio de temas de adultos que no les compete, es información que no necesariamente deben manejar”, sostiene Guila Sosman, quien recomienda a los padres y madres tomar el término con mucha delicadeza.
“La psicología infantil está para eso, para ver cómo se le dice a los hijos e hijas que la pareja termina de la mejor manera, para que también sea valorado de la mejor manera por ellos y ellas. El término de la relación pareja es, para los hijos, una situación muy dolorosa muchas veces, que implica un proceso de pérdida, de duelo, de elaboración y si a esto además le sumamos que está expuesto públicamente, la situación se agrava”, concluye.