Rompiendo el techo de vidrio: La importancia de contar con mujeres en puestos de poder
Que Kamala Harris haya conseguido la vicepresidencia de Estados Unidos significó un punto de quiebre para millones de mujeres que se vieron representadas en ella. Pero antes que ella, en Chile y el mundo, han habido otras que han demostrado la importancia de ver y tener a una mujer en el poder.
“Puede que sea la primera, pero no voy a ser la última”, decretaba la vicepresidenta electa de Estados Unidos, Kamala Harris, en su primer discurso después de conocidos los resultados de las elecciones. Por mientras, los medios de comunicación mostraban a niñas y mujeres afroamericanas agitando la bandera del país norteamericano en señal de orgullo y alegría. Y es que esta abogada sí que ha roto tejados de vidrio durante toda su carrera, logros que la llevaron a ganarse el título de “la primera” en los distintos cargos en que se ha desempeñado. Por lo mismo, los reconocimiento no tardaron en llegar, reconocimientos que unánimemente destacan la importancia de la presencia de esta mujer hija de migrantes en uno de los puestos más importantes del país.
Pero, ¿qué tan cierto es que las mujeres cambian cuando ven a otra como ellas en un puesto de poder? Si bien los estadounidenses van a empezar a descubrirlo cuando Kamala asuma su mandato, experiencia internacional sobra. Así como Alemania tiene a Merkel y Nueva Zelanda a Jacinda Ardern, en Chile tuvimos a Michelle Bachelet.
“Estudios internacionales muestran que cuando los votantes son capaces de ver que las mujeres pueden liderar de manera efectiva, esto ayuda a disminuir los sesgos a favor de los hombres en política”, asegura la PhD en Economía y Educación de la Universidad de Columbia y profesora de la Escuela de Gobierno de la Pontificia Universidad Católica, Josefa Aguirre. “Aumentar la participación de mujeres permite reducir la incertidumbre de los votantes y en ese sentido hay estudios que muestran que al haber más mujeres en puestos de liderazgo los votantes evalúan mejor a otras mujeres políticas y tienden a asociar a las mujeres con más actividades de liderazgo y menos con actividades domésticas”.
Pero no son solo los electores los que cambian su mirada, también lo hacen las niñas y adolescentes ya que empiezan a percibir una carrera exitosa como una posibilidad. “Cuando los padres aumentan las expectativas educacionales para sus hijas dedican también más tiempo y recursos a su educación y les imponen menos tareas domésticas. Al mismo tiempo, ellas le dedican más esfuerzo a su educación y así son más las que quieren tener una carrera y menos las que quieren casarse jóvenes y dedicarse al hogar”.
El hito Bachelet
Cuando en enero de 2006 Michelle Bachelet obtuvo la victoria tras enfrentarse en segunda vuelta a Sebastián Piñera, dijo que quería impulsar un nuevo estilo de gobierno. “Un estilo ciudadano, cercano, participativo, con una relación franca con la gente, un debate sin descalificaciones”, agregando que sería un gobierno paritario de los mejores y las mejores.
“Inmediatamente recordé las imágenes de niñas y mujeres usando la banda presidencial en la calle”, cuenta la doctora en Historia Hillary Hiner, sobre ese 16 de enero. “Y cuando asumió, en marzo, recuerdo haber visto mucha proyección de ese imaginario, de que las niñas sí podían soñar con ser Presidenta. Incluso para el idioma fue disruptivo, porque empezamos a decir Presidenta, algo que, al ser un rol tan masculinizado, ni siquiera había sido pensado como una posibilidad”.
Según la historiadora feminista, la presencia de Bachelet en La Moneda caló hondo en distintas generaciones de mujeres, quienes vieron cómo se abrió una nueva posibilidad en su futuro. “Esas niñas y mujeres vieron que, de alguna forma, se había roto una barrera y ya habían logrado llegar a ese lugar que parecía inalcanzable”.
No todas las mujeres
Romantizar la presencia de mujeres en política y asumir que sus gobiernos tendrán como base el cuidado y bienestar de los ciudadanos es un error. En la actualidad, cuando se piensa en lideresas exitosas se piensa, además de en Harris, en Angela Merkel o en Jacinda Ardern, pero lo cierto es que hay varias otras cuyos liderazgos no siempre han sido positivos para su pueblo.
La historiadora hace un guiño a quienes por estos días ven la cuarta temporada de The Crown, donde aparece el personaje de Margaret Thatcher quien, si bien era mujer y lideró a uno de los países más poderosos del mundo, no se asociaba a la causa feminista ni veía en su propio género un rasgo a destacar.
“Ella es un gran símbolo de que pueden haber mujeres con mucho poder a quienes no les importa el tema de género”, explica Hiner sobra Thatcher: “Incluso decía que no confiaba en las mujeres y por lo mismo no las promocionaba en su gabinete. Y es que hay que tener cuidado en no generalizar, porque ser mujer no salva de eso”.
Al mismo tiempo, Hiner destaca a Merkel y Ardern, explicando que parte del éxito con el que han manejado la pandemia del Covid-19 -especialmente la neozelandesa- tiene relación con sus políticas públicas, donde el bienestar social es prioritario. “Cuando hablamos de mujeres que hacen política y que lo hacen bien, demostramos que hay otra forma de hacer las cosas”.
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