Tiene 10 hijos: dos de su primer marido, uno del segundo y siete con el tercero. Pero tanta fertilidad no la hace ni de cerca una buena madre. Entre los tres primeros y los siete restantes hay una diferencia abismal. Y entre ella y su primogénita la fractura es tan profunda, que no tiene reparación.
Rosario Murillo Zambrana (67), Vicepresidenta de la hoy convulsa Nicaragua y cónyuge de Daniel Ortega (72), Presidente por tercer mandato, votó por su compañero ideológico y sentimental y, al hacerlo, botó a su hija mayor, Zoilamérica Narváez Murillo (50), de su vida para siempre.
Todo se remonta a 1998, cuando Zoilamérica denunció a Daniel Ortega de haber abusado sexualmente de ella desde 1978, cuando era una niña de 11 años y él ya convivía con su madre. Los ultrajes se habrían prolongado durante 20 años, sin que Rosario hiciera nada por evitarlos y, por el contrario, desarrollara una real animadversión por su hija.
La crudeza de la denuncia, desestimada por una jueza que consideró los hechos prescritos, resulta estremecedora. "Mientras Daniel Ortega me usó como basura, mi madre me trató como desecho", resumió Zoilamérica.
Ortega y 'la Chayo', como la llaman, rodeados de todos sus hijos, ofrecieron una conferencia de prensa donde la madre acusó a su primogénita de "mitómana, obsesiva y ambiciosa", y dijo que la avergonzaba.
Ese apoyo incondicional a Ortega tuvo una consecuencia clave en el rol que hoy juega la señora Vicepresidenta. Cobrándose el favor, cuando Ortega ganó las elecciones en 2016, en un acto de nepotismo flagrante, Rosario se convirtió en Vicepresidenta, además de primera dama, y, para muchos, en el poder detrás del poder. "Ejerce como mandataria, da mensajes diarios a la nación, nombra y destituye ministros, sale al exterior como canciller, dirige a los alcaldes sandinistas y sin su venia no se mueve nada en el Gobierno", se lee en un reportaje en La Prensa de Nicaragua, donde se recoge una conclusión de Zoilamérica, que hoy vive en Costa Rica: "La incapacidad de Daniel Ortega de hacerle frente a mi denuncia le otorgó a ella el protagonismo. Era la única que podía absolverlo de las evidencias de culpabilidad. Eso se convirtió en un ejercicio permanente de complicidad. Nunca más Ortega pudo tener un criterio propio. A partir de entonces debió hacerla parte de todos sus actos y decisiones".
A QUEMAR LOS CHAYOPALOS
En 2013, el diario La Prensa entrevistó al periodista Anuar Hassan, segundo marido de Rosario, con quien tuvo su tercer hijo, Anuar Joaquín, que murió en el terremoto de Managua de 1972. Anuar Hassan, que no tiene trato con su exmujer desde hace 40 años, la perfila así: "Sí, ella estudió en Suiza e Inglaterra, pero para ser ama de casa, para tener buenos modales y saber poner la mesa. Ella no sabía nada de política hasta que entró en contacto con ciertas fuerzas aquí y se encontró con esas teorías: socialismo, comunismo, y parece que era proclive a eso. Creo que ni se bachilleró, porque se fue como de 10 o 12 años a estudiar afuera. Estuvo solo dos o tres años, regresó, se casó y entró a trabajar a La Prensa como secretaria, gracias al conocimiento que tenía del inglés y del francés".
Esas declaraciones le valieron a Hassan ser acusado de "alcohólico y degenerado". "En los corrillos se comentaba la vida baja que llevaba Hassan en los lupanares de Managua y las golpizas que les daba a las desafortunadas mujeres que pasaron por su vida. Hassan no tiene ni la más mínima moral para atacar con su infamia a la primera dama Rosario Murillo", escribió la prensa sandinista.
Rosario nació en Managua en una familia acomodada que se dedicaba a la ganadería. Era la niña de los ojos de su padre, que la consideraba la más inteligente de sus hijos. Su madre, Zoilamérica Zambrana, era sobrina del héroe nacional Augusto César Sandino. Y fue quien le despertó el gusto por lo esotérico.
Esmeralda Cardenal, periodista y amiga en los tiempos en que trabajó en La Prensa, ha contado que la acompañó a comprar una pócima perfumada para seducir a un redactor del que se había enamorado: Anuar Hassan. La magia surtió efecto. Al cabo de un mes Rosario y Anuar se casaron. "Pero cuando se le terminó el perfume vino el terremoto. Se le cayó la casa. El niño que tuvo con Anuar murió. Perdió todo en un año. Se acabó la magia y quedó desbalanceada. Nunca recobró la cordura. Lleva más de 40 años jugando al ocultismo y al espiritismo".
De izquierdista y atea pasó a católica: la conversión fue otra evidente transacción. El obispo Miguel Obando, ya fallecido, quien había sido tenaz opositor de Ortega en los 80, terminó casando a Rosario y Daniel en 2005, cuando ella se declaró antiaborto pese a su feminismo, lo que les valió el mote de "la santísima Trinidad".
La conocida novelista nicaragüense Gioconda Belli ha dicho: "Cuando ella tomó el control de las campañas de Ortega empezó a 'pasarse en limpio', como decimos en Nicaragua. Es decir, empezó a hacerse la religiosa y a hablar de Dios. Una mujer que jamás lo fue y que de repente se convierte en la Madre Teresa de Calcuta".
Hoy, sin embargo, en medio de las revueltas opositoras, que ya dejan un saldo que supera los 300 muertos, la pareja ha vuelto a estar de punta con los obispos, que han intentado mediar en el conflicto.
La Chayo cultiva una particular espiritualidad y un extravagante look mezcla de jipi, Yoko Ono latina y personaje de una película de Tim Burton. Con diez anillos por mano, siete collares y 6 brazaletes, la Vicepresidenta intenta alejar a los malos espíritus. Gusta del fucsia y ama las turquesas, su piedra favorita. En cuanto a talismanes, se ampara en la mano de Fátima, que hizo pintar en un muro de la casa presidencial como emblema de la cultura maya, aunque el símbolo es musulmán. Se declara católica, pero cree en la reencarnación y es fiel seguidora del gurú hindú Sai Baba, quien dijo que su hijo Juan Carlos Ortega era la reencarnación de Sandino. Una ocurrencia bien conveniente, dadas las evidentes ansias de perpetuarse en el poder a sangre y fuego de los poderosos y millonarios Ortega Murillo.
A diario, en los medios de comunicación oficiales, la Vicepresidenta recita frases bíblicas y advierte que las protestas opositoras obedecen a "prácticas satánicas" y son un "espectáculo dantesco de odio", mientras insta a "levantar Nicaragua con amor y fe", sin elevar una sola plegaria por los muertos, la mayoría estudiantes. Probablemente no les perdona que le hayan echado abajo unos 30 de los cien árboles de la vida metálicos -'chayopalos', los llama el pueblo-, llenos de simbolismos esotéricos, que ha levantado por toda Managua, con un costo de 30 mil dólares cada uno, en un país donde el 40% de la población es pobre. Como dice Gioconda Belli: "No sé qué podríamos esperar de vos, que no mostraste ninguna piedad con tu hija, carne de tu carne y sangre de tu sangre". Y vía Twitter le pregunta: "¿Acaso tus chayopalos valen más que la vida de los nicaragüenses?".