Rudolphy: "No le creo a ningún político"
En Juegos de poder, la nueva ficción de Mega, Álvaro Rudolphy interpreta a Mariano Beltrán, un candidato a la Presidencia de la República que usa todas sus influencias para entorpecer una acción judicial en contra de su hijo. Un rol interesante para este actor escéptico que en la vida real no confía en los políticos.
De vez en cuando el actor Rodrigo Bastidas le manda videos a Álvaro Rudolphy (54). Son imágenes de los comienzos del antagonista de Juegos de poder, la nueva teleserie de Mega. Se los envía para reírse un poco de los trabajos que van desde Matilde dedos verdes (1988), donde debutó como malo, hasta sus múltiples actuaciones como galán romántico juvenil. Rudolphy se ríe y reconoce que en sus inicios era un poco tieso para actuar. "A medida que pasan los años uno cuenta con más herramientas, hay un abanico más grande de cosas de las cuales agarrarse para construir personajes, porque uno ha vivido más y ha pasado por cosas que cuando joven no conoce; la relación con la paternidad, por ejemplo", explica . Esos videos que recibe le recuerdan una anécdota. "Yo hice una teleserie que se llamaba Marrón Glacé (1993). Cuando grabábamos, Fernando Aragón, gran guionista que murió hace unos años, un día se me acercó y me advirtió que la próxima vez que dijera 'lo que pasa es que' me mataría. Porque yo partía todos mis textos con 'lo que pasa es que'. Y empecé a mirar y, claro, tenía pegada esa frase y todavía la digo, fíjate. Así que Fernando Aragón se debe estar revolcando en su tumba, porque 'lo que pasa es que aún no lo supero, pero se me ha quitado un poco", dice con ese humor especial que lo caracteriza.
En Matilde dedos verdes debutaste interpretando a un malo. Después, y por mucho tiempo, te dieron papeles de galán romántico, pero en los últimos años podemos decir que te has especializado en villanos. ¿Te gusta más encarnar a los malvados? ¿Crees que es más desafiante?
No sé si más desafiante, pero es más entretenido. Sin duda que ser el antagonista es muy atractivo porque es el personaje que genera los conflictos, es mucho más interesante que encarnar al galán romántico que está sufriendo día, tarde y noche por la heroína. Esos personajes melancólicos pastoriles son un poco lateros. Entonces sí, el villano es mucho más atractivo (…) Pero hoy día lo que se potencia no es este villano per se, no es ese absolutamente malo desde que se levanta hasta que se acuesta, sino que un tipo que tiene conflictos, con dualidad, que transita por el mal pero que es padre de familia, por ejemplo.
En la nueva teleserie de Mega, Rudolphy interpreta a Mariano Beltrán, un candidato a la Presidencia de la República que utiliza su poder político y económico para trabar una acción judicial en contra de su hijo, quien ebrio y drogado atropella por accidente a dos hermanos; uno muere y el otro queda grave.
Cuando se emitió el primer capítulo de Juegos de poder, en las redes sociales inmediatamente se hizo el paralelo entre el caso Larraín y la trama. ¿Qué opinión tienes de ese caso?
No domino a cabalidad ese caso, lo conozco muy superficialmente, entonces no te podría dar un comentario muy profundo del tema. Lo que yo sé es que esta teleserie no es un documental, es un producto de ficción que está inspirado en muchos casos, en series y en películas. Vi la película La cena, con Richard Gere, y me resuena mucho en esta historia. Creo que está mucho más inspirado en eso que en la contingencia nacional, hay referencias también a la serie The killing. Obviamente existe una mirada de nuestra sociedad que hace que uno se vaya a casos particulares como el de Larraín, pero aquí hay referencias de muchas cosas, entonces no lo circunscribiría a un caso específico.
Pero en la teleserie está la idea de que la justicia no es la misma para ricos y pobres. ¿Tú compartes esa idea?
Sí, yo creo que la justicia para quienes están en las redes de poder es distinta que para el resto. Sin duda que si cuentas con más recursos políticos, económicos, de contactos, vas a tener mayores beneficios a la hora de enfrentar un problema judicial. Eso ha sido así desde el año del rey Perico hasta hoy y no va a cambiar. Podrá apaciguarse, aminorarse, pero lamentablemente seguirá siendo igual de injusto como ha sido siempre (…). Hoy día existe la ventaja de que se conocen más las injusticias y hay una suerte de escarnio público, pero que en lo puntual no produce grandes diferencias. O sea, claro, uno puede decir 'oye, por las redes sociales pueden destruir a alguien', pero son solamente las redes sociales. No es más que eso.
¿Tu personaje es de derecha?
Es conservador pero medio progre. El enfoque no va por encasillarlo en una corriente política. Esta ficción no está centrada en hacer un análisis de cómo se comportan los de derecha y los de izquierda. Y yo te diría que en este país se comportan bastante mal ambos sectores. Por ambos lados dicen enarbolar banderas de lucha progresista y al final solo velan por sus intereses.
¿Y tú te sientes una persona de izquierda?
Yo me siento un liberal, no comulgo con ninguna tendencia política, no creo en los políticos. Y trato, te juro que he hecho esfuerzos inhumanos por confiar en algunos y no puedo, no me resulta, no le creo a nadie.
¿Votas?
No, no voto por lo mismo. Para mí el voto es un derecho, no un deber; creo en el voto libre y voluntario, y como tal ejerzo mi derecho de no votar porque creo que todos están por sus intereses personales y no por los colectivos, entonces por qué le voy a dar yo un trabajo a alguien que no le interesa nadie más que sí mismo. No tengo porqué votar por alguien en quien no creo. Me parece que los ciudadanos somos particularmente ingenuos. Y uno se pregunta ¿en qué momento compraste?, ¿cuándo te comiste el caramelo? Además pienso que la mayoría de los políticos se deben a una corriente o a un partido más que a su pensamiento propio, y eso también hace que uno deje de creer en ellos porque no se representan ni siquiera a sí mismos.
¿Y te pasa que tus amigos te critican porque no votas?
Sí, sin duda. Sé que esto va a sonar un poco soberbio pero, al revés de lo que se dice siempre, yo pienso que es más cómodo votar porque en el fondo al hacerlo hay una suerte de desligarse de la culpa. A mí me dicen 'hueón, cómo no vái a votar, ejerce tu derecho', y yo digo 'de qué me estái hablando', si en el fondo es como cuando los papás les preguntan a los niños 'qué opinan ustedes', los escuchan y dicen 'ah, qué bueno, qué bueno', pero finalmente hacen lo que ellos ya tienen decidido. Por una u otra cosa, a uno siempre lo van a criticar y yo, a medida que avanza el tiempo, he aprendido dolorosamente a aceptar eso y a decir cosas que quizás no sean de la comodidad de todo del mundo.
Cosas que no son políticamente correctas.
Sí, creo que es un ejercicio que tengo que hacer porque yo soy este nomás. Y puede que esté equivocado; no estoy diciendo que tengo la verdad, es como hoy veo esto, puede que el día de mañana me convierta en el presidente del padrón electoral (ríe), no tengo idea, pero por el momento así creo que es como son las cosas.
¿Has pensado qué harías tú en el caso de tu personaje?, es decir, si fuese tu hijo quien accidentalmente atropella a alguien y se arranca.
Chuta, ¿qué haría yo? De buenas a primeras creo que le pediría que se entregara o lo entregaría yo mismo (…) Le diría 'hueón, hay que enfrentar este problema'. Porque es como que me dijeran que mi hijo tiene una enfermedad grave y yo me hiciera el hueón y dijera 'bueno, vámonos al Caribe'. No poh, tengo que enfrentarlo. Sin duda que voy a luchar para que sea lo menos terrible y doloroso posible para mi hijo y para mi familia, pero si hay que enfrentarlo, hay que enfrentarlo.
LA MADUREZ Y LA RABIA
Una duda, ¿antes eras más rabioso quizás?
Puede ser, todavía hay cosas que me dan rabia, pero quizás la mecha era más corta antes, se va alargando con los años (…) Con el tiempo les vas dando importancia a otras cosas que antes no te afectaban, y viceversa. Yo creo que ahí está el crecimiento.
¿Qué cosas te dan rabia?
Son más rabias conmigo que con cosas de contingencia. Digo, chuta, todavía me sigo quedando en cosas banales, o me siguen importando cosas que no me debieran importar, ese tipo de cosas.
¿Y cómo eres como papá?
Trato de ser lo mejor posible, pero es difícil porque uno va aprendiendo en el camino. Con el segundo hijo tratas de no repetir errores que cometiste con el primero, un poco parecido a lo que hablábamos al principio sobre la actuación, vas teniendo más herramientas porque ya lo viviste… Cada día uno dice '¿lo habré hecho bien?'. Por suerte uno no está solo en este viaje; yo tengo a mi mujer y esto es una conversa constante.
¿Eres cariñoso con ellos?
Yo en general soy muy cariñoso y con ellos más, es algo que me aflora de las entrañas, me fluye por todo el cuerpo y me brota por los poros.
¿Cuando eras más joven te veías como papá?
No, la verdad es que yo renegaba de la paternidad y siempre lo chuteaba para más adelante… hasta que llegó el día. Y me demoré. La Eloísa, la mayor, nació cuando yo tenía 46.
¿Cómo viven tus hijos el hecho de que seas reconocido?
Son bien chiquititos (7 y 5 años), por eso no dimensionan esto de la fama cotidiana. Mi hija mayor de repente dice "ya, dejen tranquilo al papá, que no le gusta sacarse fotos", pero no entienden bien todavía (…). La gente hoy en día es un poco más cercana, pero al mismo tiempo más invasiva. Te quieren para poder subirte a su Facebook y decir 'yo estuve con él', te buscan para exhibirte. Pero en ocasiones sí es grato porque muchas veces las personas son cariñosas y alaban tu trabajo.
ESCRIBIR, ESCRIBIR, ESCRIBIR
Desde hace algunos años Rudolphy escribe obras de teatro en las que actúa y dirige. Dice que no le da el tiempo (y tampoco las ganas, la verdad) para actuar en obras dirigidas por otros. En sus textos despliega todo su humor negro. "Estoy en un momento en que me está gustando escribir, al menos me resultó en tres obras (Envenenados, El velorio y El bar). En teatro me gusta más la escritura que la dirección y la actuación. Con El bar volveremos a cartelera a partir el 29 de abril, esta vez en el Teatro Municipal de Las Condes", cuenta. Esa misma obra, nos informa Rudolphy, la llevará al cine y, aunque no es seguro quién hará la dirección, lo más probable es que sea él mismo.
Siempre dicen que los actores tienen un ego alto. ¿Tú tienes un ego grande?
No, yo te diría que al contrario, hay gente que necesita refuerzo de ego muy importante. Creo que el ego es independiente del oficio, hay gente que tiene un ego envidiable sin haber salido de su casa y hay otros que necesitamos refuerzo positivo constante para poder seguir caminando por sobre este mundo.
Volviendo a la teleserie, es interesante que, con tu escepticismo, interpretes a un político en Juegos de poder.
Sí, hay un ejercicio importante. Va a sonar un poco siútico, pero a mí me gusta enamorarme de mis personajes.
Ay no, ¡qué siútico!, ja ja ja.
Ja ja ja. Sí, sí sé. Armando Quiroga (su personaje en Perdona nuestros pecados) era un conchesumadre, pero yo lo quería. Y me pasa con este personaje también; independiente de que yo no valide a los políticos, eso no es un impedimento para que pueda representarlo tal como está escrito (…). No tuve referentes chilenos para construirlo, algunos me han dicho que en algunas escenas me inspiré en el famoso dedo de Ricardo Lagos, y yo digo, "no hueón, es MI dedo, no es el de Lagos". También han comentado que mi pelo se parece al de no sé quién, y no es así, ¡son MIS canas!
"Los que hoy se creen intocables tienen sus días contados", dice tu personaje. Es una frase que me suena muy conocida.
Sí, sin duda, aquí nadie ha inventado la rueda, o sea clichés habrá por miles de aquí en adelante (…). En la teleserie han tratado de potenciar la idea de los matices, pero quizás el personaje los irá perdiendo y se pondrá más pragmático. Y por lograr sus objetivos transará cada vez más sus valores y eso lo volverá más racional y menos emocional. Ya no lo veremos con tanta dualidad. Hoy tiene muchos matices de gris, pero yo creo que los perderá a medida que avanza la historia.
Entiendo. O sea que será menos bueno… Es que parece que en la TV les gustaste de malo.
Sí, y yo soy tan bueno (suspira).
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