“Saber que más mujeres pasan por procesos similares me ayudó mucho”: Por qué elegí una terapia con perspectiva de género
La conciencia respecto a la salud mental ha ido en aumento en el último tiempo, despojándose de estereotipos y así permitiendo que quienes lo requieran acudan a ayuda profesional cuando lo necesiten. Así lo demuestran los datos del reporte Termómetro de la Salud Mental en Chile 2022, realizado por la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS) y la Universidad Católica. Según este informe, el 34,1% de los encuestados ha consultado a un profesional de la salud mental desde inicios de la pandemia.
Dentro de la psicología hay un enfoque que ha cobrado fuerza: la terapia con perspectiva de género. Paula Lazcano, psicóloga especialista en trastornos de la conducta alimentaria y cofundadora de Centro Nogales, explica que esta visión critica al modelo médico tradicional que basa sus diagnósticos de salud mental en factores biológicos: “Ese (el tradicional) es un modelo que deja de lado al sujeto y las condiciones sociales en las que se desarrolla, por ejemplo, la posición que ocupa dentro de su familia, dentro de la cultura, de la sociedad; y cómo estas condiciones pueden incidir de forma directa en el proceso de salud y enfermedad de una persona y el desarrollo de ciertas patologías”.
La psicóloga enfatiza en que “es importante considerar que la perspectiva de género en la salud mental va a ayudar, tanto al paciente como a los profesionales que se adhieran a ella, a entender cómo los roles que ocupamos en la familia o en nuestro lugar de trabajo, por ejemplo, pueden incidir o perpetuar ciertos diagnósticos. Muchos diagnósticos se perciben como individuales, pero al desprivatizar las experiencias y cuestionarlos desde una mirada más política, que es lo que plantea la perspectiva de género, se entiende que no es nuestra culpa, sino que las distintas problemáticas y diagnósticos tienen un componente social”.
“No era yo el problema”
Gabriela Carreño (38) es expaciente de terapia feminista o con perspectiva de género. En su vida había incursionado en dos ocasiones con sesiones de psicología, pero no continuó por diversos motivos, hasta que terminó una relación de pareja de ocho años y eso, sumado a otras razones, la llevó a retomar terapia. “Hubo muchas cosas que pasaron en la relación que iban contra todo lo que yo creía, pero que era difícil combatirlas desde mi lugar, más que nada por miedo a ser rechazada. Con esta terapia entendí que no era yo el problema, ni siquiera él, sino que era algo parte del sistema. Entender que no era la única y saber que más personas pasan por procesos similares me ayudó mucho”, dice.
Y agrega: “Fue súper importante para mí, al menos en este proceso, sentirme acompañada por alguien que podía haber pasado cosas similares. Fue más cercana la conversación. Yo ya estaba adentrada en el feminismo, pero la terapia también hace que te des cuenta de muchas cosas, por ejemplo cómo funciona el patriarcado”.
“Aceptarte y quererte por cómo eres”
Para Daniela Zúñiga (29) optar por este tipo de terapia fue un proceso clave para su sanación. “A los 9 años tuve mi primera terapia psicológica, después a los 18 o 19, pero habían sido las convencionales. A los 27, ya más adulta, empecé mi última terapia y sabía que quería que me tratara una mujer. Cuando la psicóloga me explicó de qué se trataba el enfoque con perspectiva de género comencé a entender muchas cosas y me calzó mucho en cómo quería abordar mi tratamiento. Fue como abrir la puerta a un mundo que desconocía totalmente”, reconoce.
“Yo creo que en este enfoque lo que aprendes es que no tienes que amarte sólo porque tienes que amarte –como un nuevo mandato–, así como si todo fuese positivo, fácil. Tienes que aceptarte y quererte por cómo eres. Me hizo aceptarme desde ese lado, me enseñó a no juzgarme tanto, y a tratar de mejorar en muchas cosas”. Daniela agrega que aparte del enfoque, el vínculo que se generó con su psicóloga fue clave para su terapia: “Saber que habíamos pasado por cosas similares fue bonito. Pensé ‘No estoy sola en el mundo’, sentía esa cercanía a través de la pantalla”.
“Dejé de cumplir estándares”
Anjia Lowestein (34) se decidió a tomar terapia porque estaba teniendo problemas con su apariencia, entre otras cosas. Asegura que desde el primer segundo de terapia supo qué clase de enfoque le acomodaría. “Sabía que quería una terapeuta con perspectiva de género, porque sabía que ahí iba a encontrar cosas que en una terapia tradicional no”, dice. En este camino Anjia se dio cuenta de que “muchas de las inseguridades que yo tenía no eran causadas por problemas relacionados con mi infancia o con mi historia, sino con el hecho de ser mujer, con el hecho de que tenemos que cumplir con los estándares de la sociedad para ser queridas o aceptadas”.
“Yo además había terminado hace poco una relación y pensaba que no había dado suficiente; sentía culpa por eso. Pero en terapia me di cuenta de que nosotras, las mujeres, estamos sobredemandadas, a veces tenemos toda la carga de construir una relación. Todo eso lo entendí con el enfoque de género, teniendo en cuenta los principios del amor romántico y comprendiendo los estereotipos de género y las desigualdades que generan”, agrega.
** Algunos centros de terapia con perspectiva de género:
Centro Interdisciplinario de las Mujeres (CIDEM).
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