A los 21 años Paula Miranda cursaba segundo año de pedagogía en educación física. Por esa época también se celebraban las típicas fiestas universitarias de inicio de año. Fue camino a una de ellas, mientras se trasladaba a una discoteca, cuando sufrió un accidente automovilístico que la dejó con una tetraplejia. Estuvo 20 días en coma y luego tres meses con respirador mecánico. “Cuando a uno le pasan estas cosas no queda otra, hay que sobreponerse y salir adelante. Tuve la suerte de que siempre conté con mucho apoyo de mis amigos y mi familia. Nunca me vieron como ‘la pobrecita’. Eso fue fundamental”, dice la ahora psicóloga y quien a sus 33 años se convirtió en madre.

Antes de conocer a su marido, Paula era de la idea de que nunca se casaría ni tendría hijos, hasta que se encontraron y luego de algunos años casados decidieron ser padres. “Estuvimos casi cinco años intentando tener hijos y no podíamos. El año pasado yo ya había asumido que no podía tenerlos. Íbamos a empezar el proceso para hacernos tratamiento y ¡paf!, quedé embarazada de Federico”, recuerda Paula, quien lleva ocho años de casada junto a su esposo.

¿Cómo viviste el proceso del embarazo estando en silla de ruedas?

Cuando estaba recién embarazada me costó un montón encontrar un buen médico. Es una falencia de la que me di cuenta y que lo he conversado con otras chicas que también son mamás sobre ruedas. Iba al ginecólogo y no me decía nada por mi discapacidad. Iba con muchas preguntas y me devolvía con las mismas. Por suerte encontré un doctor que seguía en Instagram y que me pudo atender de manera particular. Él complementó la teoría con mi discapacidad, me informaba de mi propia condición.

¿Y el momento del parto?

Tenía una cesárea programada que no se logró porque rompí bolsa antes. Tenía mucho miedo, iba súper asustada porque aparte hay cosas que nos pasan a las personas que tienen mi lesión con las hay que tener ojo, como las que pueden estar vinculadas al dolor o la presión arterial, por ejemplo. Pero el médico y la matrona estuvieron en todo momento conmigo y la cesárea salió perfecta, me sentí segura en todo momento.

Luego de tener a Federico Paula se encontró con la dificultad de que en Chile no hay oferta de productos para madres con movilidad reducida, por lo que ha tenido que comprar cosas afuera. “Faltan ayudas técnicas, por así decirlo. He encontrado varias cosas en Amazon que me sirven, por ejemplo, un cinturón especial para llevar al Fede en mis piernas, otra manta para colgármelo en el hombro y darle la mamadera sin usar mis manos”, cuenta.

¿Cómo lo haces cuando tienes que salir sola con él?

Por mi condición no puedo mover las manos, pero sí los brazos, así que hasta el momento voy siempre acompañada. Tiene seis meses recién, no se sienta solo ni nada, entonces prefiero ir acompañada. Imagino que en algún minuto voy a poder salir sola con él. Tenemos un grupo de mamás de la quinta región en el que nos apoyamos harto. Sé que eventualmente contraría con su apoyo si, no sé, tuviera que ir a algún lugar menos accesible para mí.

Imagino que los espacios públicos están lejos de ser diseñados para madres y padres con movilidad reducida.

Por ejemplo, los mudadores son siempre altísimos, entonces para una persona que use silla de ruedas y que pueda mover las manos no va a poder hacerlo. Los ascensores también son un problema por el espacio, porque necesito uno completo para mi silla y para el coche. Hay ascensores muy chicos en los que tampoco cabemos muy bien. Las calles también son un problema, ni siquiera puedo llevar al Fede amarrado a mí en porque por los hoyos voy saltando en la silla y eso no es seguro.

Eres una persona con hartos seguidores en redes sociales. ¿Te ha tocado recibir comentarios sobre tu maternidad en general?

Yo creo que el tema social es lo que más me afecta. A mí me bajó la leche muy tarde, no por mi discapacidad, pero como once días después. La presión social que tuve fue tremenda. Se me ocurrió subir una foto a Instagram dándole mamadera al Fede y me llegaron un millón de mensajes haciéndome bolsa y diciéndome que prácticamente le estaba dando veneno. Creo que eso fue una de las cosas que más me afectó al comiendo, porque uno está con todo el tema hormonal.

¿Te has topado con estigmas ligados a tu movilidad reducida?

Sí. Hasta el día de hoy me pasa que salgo a la calle y nadie piensa que es mi hijo. Siempre me preguntan si es mi hermano o que yo soy la hermana de mi marido. La gente nunca asume que yo soy la mamá de Fede. A veces salgo con mi cuñada y piensan que ella es la mamá.

Se supone que estamos en vías de inclusión. Ese tipo de pensamiento debiera cambiar un poco, ¿no?

Ha cambiado, pero bastante poco en relación con el embarazo, por ejemplo, que claramente va ligado a la sexualidad y todavía se nos ve (a las personas con movilidad reducida) como que somos personas asexuales, angelitos prácticamente. Se piensa que no podemos tener pareja, que no podemos casarnos. De hecho, me pasa que la gente me pregunta con asombro si estoy casada. Creo que es un tema de normalización y visibilidad, porque todavía se nos ve a las personas que tenemos un tipo de movilidad reducida o discapacidad visible como personas que no somos capaces de hacer nada, como si estuviéramos un peldaño más abajo.

Por eso lo que haces es importante, compartir tu experiencia.

Sí, me escriben hartas chicas en silla de ruedas. Algunas también quedaron embarazadas el año pasado y me preguntaban por datos de médicos, por ejemplo. Somos como cuatro que nos hicimos bien yunta y que nos apoyamos.

¿Cómo ha sido la maternidad para ti? ¿Era lo que esperabas?

Los seis meses post embarazo han sido maravillosos, porque el Fede es súper tranquilo. He tenido la suerte de que ha dormido toda la noche desde que nació, es el niño ideal. Ya está acostumbrado a nuestra rutina. Yo viajo a Santiago harto por trabajo, a grabar comerciales para tiendas de retail, y vamos juntos a todas. Lo que sí me pasó en el embarazo es que yo lo tenía súper idealizado, pero los primeros tres meses fueron horribles. Estuve en cama, no me podía ni siquiera levantar. Me sentía pésimo, vomitaba todos los días y tenía náuseas todo el día. Como al cuarto mes se me empezaron a quitar todos los síntomas y pensé “Al fin voy a poder disfrutar mi embarazo” y me contagié de influenza. Estuve hospitalizada 10 días, con oxígeno. Luego de eso al sexto mes ya empecé a disfrutarlo, hice mi baby shower y todo eso. De hecho, no tengo casi ninguna foto de antes de esa fecha. Uno idealiza el embarazo, piensa que son todas flores, mariposas, y no siempre es así.

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